¿Los nómadas digitales gentrifican la Ciudad de México?

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¿Los nómadas digitales gentrifican la Ciudad de México?

Desde la llegada de la pandemia por Covid-19, el trabajo a distancia se consolidó bajo un nuevo modelo: los llamados nómadas digitales. Jóvenes profesionales que, gracias al trabajo remoto surgido del confinamiento y el cierre de oficinas físicas, tienen la facilidad de trasladarse entre diferentes «oficinas virtuales».

Han pasado ya cuatro años y muchos de estos nómadas no han regresado a sus lugares de origen. En su lugar, han encontrado nuevas ciudades y entornos urbanos que se adaptan a su ideal de vida y trabajo: la posibilidad de viajar, conocer gente y beneficiarse de precios de renta más accesibles que en las saturadas metrópolis del norte global.

En paralelo, se ha mantenido vigente un fenómeno que lleva más de 60 años ocurriendo: la gentrificación. Aunque el término fue acuñado por la urbanista Ruth Glass para describir el desplazamiento de la población trabajadora de los barrios obreros en grandes ciudades inglesas, la gentrificación no se ha detenido en las principales urbes del mundo, particularmente en los centros históricos. Glass utilizó la palabra “gentry”, que en inglés se refiere a las clases privilegiadas, para explicar cómo personas acomodadas empezaban a ocupar los barrios obreros, lo que provocaba la expulsión de las familias originales debido al aumento de los alquileres y los cambios socioeconómicos en la estructura de las ciudades.

Actualmente, académicas como Carla Escoffié (2023) han ampliado la definición de gentrificación, vinculándola con el desplazamiento de barrios segregados por nuevos residentes y destacando su impacto en las dinámicas de consumo y el uso del espacio público en los barrios tradicionales (p. 18).

Dos conceptos clave en el estudio de la gentrificación son desplazamiento y cambio socioeconómico. Tradicionalmente, este fenómeno ha sido estructural, con las clases medias regresando a zonas históricas y céntricas de las ciudades (Schilchtman, Patch, & Marc Lamont, 2017). Sin embargo, el concepto se ha desarrollado. Hoy en día, el desplazamiento ocurre de manera más acelerada, impulsado por intereses inmobiliarios que planean y ejecutan procesos de gentrificación de manera agresiva y premeditada.

En este contexto, las colonias tradicionales de la Ciudad de México, caracterizadas por su centralidad, infraestructura de transporte público, áreas verdes y usos mixtos, han sido las principales afectadas por la gentrificación. Colonias como La Condesa, Roma, Juárez y Tabacalera, así como parte del centro histórico, son claros ejemplos. En contraste, colonias periféricas empobrecidas o zonas del Estado de México con grandes desarrollos habitacionales y centros comerciales no han experimentado este fenómeno.

Además del desplazamiento de familias en estas colonias, las alcaldías han utilizado la gentrificación como herramienta para elevar los impuestos prediales y las tarifas del agua, fomentando la expulsión de poblaciones vulnerables. Un ejemplo concreto es la colonia El Carmen en Coyoacán, donde el aumento del predial ha obligado a muchos residentes de la tercera edad a vender sus propiedades, dejando el camino libre a los especuladores inmobiliarios. Estos, a su vez, promueven torres de viviendas, comercios y oficinas que alteran la esencia tradicional de la zona, sin considerar la sobrecarga en vías como Avenida Churubusco.

Pero ¿qué papel juegan los nómadas digitales en todo esto? ¿Son parte del problema o solo un síntoma? Muchos de estos nuevos residentes temporales son atraídos por una Ciudad de México verde, llena de vida y cultura, lejos de la visión amarillista que suele mostrar Hollywood. Para el joven profesionista, la ciudad es un caos encantador, una urbe vibrante que no es la primera ni la última en atraer extranjeros en busca de alquileres más accesibles que en San Francisco o de mejores oportunidades laborales que en Europa.

Atribuir la culpa de la gentrificación únicamente a los nómadas digitales, especialmente a los extranjeros del norte global, es una visión simplista. Este discurso viral a menudo olvida que también hay nómadas digitales mexicanos y latinoamericanos, así como migrantes del sur global que llegan a la Ciudad de México en condiciones precarias en busca de una vida mejor. A estos últimos no se les acusa de gentrificadores, pero si se les racializa de otras maneras por sus orígenes.

Los nómadas digitales son solo un actor más en los complejos procesos de gentrificación, donde también juegan un rol clave los desarrolladores inmobiliarios, las plataformas de alquiler, los propietarios de departamentos céntricos y, por supuesto, los gobiernos locales. Como señala Leslie Kern (2022), estos grupos buscan obtener beneficios económicos mediante la transformación del espacio urbano, comercializando la ciudad para nuevos públicos.

Los nómadas digitales también están vinculados a otro fenómeno: la turistificación, que a menudo se confunde con la gentrificación, aunque puede ser un detonante de esta. Un solo edificio lleno de nómadas digitales no gentrifica un barrio por sí mismo; la gentrificación debe entenderse como un fenómeno que afecta al entorno completo. Como menciona Carla Escoffié (2023), «la gentrificación no es sinónimo de remodelación o de afresamiento» (p. 21).

En este orden de ideas, aunque los nómadas digitales han sido señalados como actores clave en este proceso, su presencia es solo un eslabón en una cadena más amplia y compleja. Culpar exclusivamente a un grupo es una visión reductiva que ignora la interacción de múltiples factores, como las políticas urbanas, las plataformas de renta a corto plazo, los especuladores inmobiliarios y el rol de los gobiernos locales.

Es necesario observar los cambios estructurales que afectan la vida barrial y el desplazamiento de las poblaciones originarias o los vecinos de toda la vida. Escoffié y Kern coinciden en señalar lo peligroso que resulta una narrativa que justifica el desplazamiento en nombre del progreso y la mejora urbana a través de la inversión privada. Ambas invitan a una reflexión crítica y a la democratización de la información sobre los procesos de transformación urbana.

Para concluir, la gentrificación en la Ciudad de México, y en otras grandes urbes del mundo, ha dejado de ser un fenómeno natural y progresivo para convertirse en una dinámica planificada que responde a intereses inmobiliarios y económicos.

Es importante no confundir los síntomas con las causas profundas. La transformación de barrios y históricos, colonias y el desplazamiento de sus habitantes responde a una estructura socioeconómica que favorece la mercantilización del espacio urbano. En este sentido, los nómadas digitales pueden ser catalizadores, pero no responsables directos del cambio.

Por lo tanto, más allá de señalar a un grupo específico, es necesario un análisis más profundo y crítico que considere los impactos estructurales de la gentrificación y que involucre a las asociaciones vecinales y comunitarias en la toma de decisiones. Solo así se podrán generar soluciones que realmente aborden los problemas de exclusión y desplazamiento, y no meramente se apunten a quienes ocupan y puedan costear las nuevas dinámicas de las ciudades. Principalmente, una política integral de suelo, vivienda y densidades. La Ciudad de México, como tantas otras, debe enfrentarse a un reto mayor: ¿cómo re-densificarse y transformarse sin perder su identidad y sin expulsar a quienes les han dado vida a sus colonias durante generaciones?

Referencias:

  • Escoffié, C. (2023). País sin Techo. Ciudad de México: Grijalbo Penguin Random House.
  • Kern, L. (2022). Gentrification and other lies. Londres: Verso.
  • Schilchtman, J., Patch, J., & Marc Lamont, H. (2017). Gentrifier. Toronto: University of Toronto Press.

*Estudios sobre gentrificación son abordados por la Dra. Melissa Schumacher como parte de los grupos de investigación inLAB:territorio y artefacto y urbano e Hilando el territorio que realiza en Departamento de Arquitectura de la UDLAP.

Sobre el autor:

La Dra. Melissa Schumacher González es Doctora en Ingeniería con especialidad en Gestión Territorial por Technische Universität München. Maestra en Urbanismo por la Universitat Politècnica de Catalunya y Licenciada en Arquitectura por la Universidad de las Américas Puebla.
Su trabajo ha sido publicado en Latinoamérica y Europa. Es miembro fundador del grupo de trabajo inLAB: territorio y artefacto urbano donde ha desarrollado workshops multidisciplinarios de planeación urbana y talleres comunitarios. Paralelamente participa en la creación del Taller Tlalli Amealco y es miembro de AURA Red Latinoamericana de Agricultura urbana. Su trabajo se centra en ordenamiento territorial, desarrollo regenerativo, ruralismo y diseño social. Fue becaria Conacyt-DAAD y ha trabajado con la cooperación alemana a través del financiamiento de proyectos con el Año Dual Alemania México, el DAAD y el Ministerio de Educación e Investigación de Alemania BMBF. Forma parte del Sistema Nacional de Investigadores (SNI) nivel candidato.

A través de la docencia, educa a nuevas generaciones de arquitectos para que se comprometan con su país y comunidad. Se considera una arquitecta “descalza” que disfruta llevar el aprendizaje fuera de las aulas y en contacto con la tierra.
Desde 2016 es profesora de tiempo completo en el Departamento Académico de Arquitectura de la Escuela de Artes y Humanidades de la Universidad de las Américas Puebla.

Contacto: melissa.schumacher@udlap.mx

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