Las casas de élite en la Nueva España de los siglos XVII y XVIII: el azulejo como signo de prestigio

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Las casas de élite en la Nueva España de los siglos XVII y XVIII: el azulejo como signo de prestigio

Los siglos XVII y XVIII en la Nueva España se caracterizaron por ser periodos altamente contrastantes y determinantes para el desarrollo de la arquitectura y la plástica ornamental de muchas de las ciudades que se estaban imponiendo como centros urbanos importantes, tal como lo fueron México, Puebla, Guanajuato, Veracruz, entre muchas otras.

En ese sentido, el azulejo funcionó como un material propio del barroco novohispano, íntimamente relacionado con el lujo, la exuberancia y la opulencia de las construcciones domésticas de élite, destacando por ser producto propio del contexto particular de la ciudad virreinal que lo exportó y lo manejó a niveles artísticos impresionantes: Puebla.

Desde el punto de vista étnico, el criollo era el hijo de europeos nacido en la Nueva España. Edmundo O’Gorman habla del fenómeno del criollismo como algo que va más allá de lo meramente geográfico, pues se relacionaba más bien con la problemática de la encarnación de los ideales de la Nueva España, con la búsqueda de una identidad y el encontrar un lugar dentro de la nueva estructura social. Jorge Alberto Manrique llegó a definir al criollo como «un hombre en busca de un nombre y un rostro». El criollismo entonces llegó a su culmen manifestándose a través del barroco en sus diversas modalidades, anteponiendo la teatralidad, el derroche y la prodigalidad (Fernández, 1987, p. 9).

Tomando en cuenta lo anterior, el barroco poblano fue todo un fenómeno del cuál los criollos fueron parte fundamental, en la medida en que el sustento del barroco era la expresión de la abundancia, la exuberancia, la riqueza y el estatus, algo íntimamente relacionado con ese característico espíritu criollo. En consecuencia, la arquitectura civil de élite sustentó y articuló su riqueza desde esa predominante necesidad por demostrar poder e influencia.

Siguiendo esa línea, existen dos ejemplares arquitectónicos que integran ricamente al azulejo como parte de su programa ornamental, que, inserto en una serie de intereses específicos relacionados con el contexto socioeconómico del fenómeno del criollismo, se manifiesta como un signo matérico-ornamental de prestigio. Estos paradigmas corresponden a La casa de los Muñecos, edificada en Puebla por Agustín de Ovando y Villavicencio, regidor del Ayuntamiento de Puebla entre 1769 y 1773, y La Casa de los Azulejos en la Ciudad de México, construcción revestida por este material en 1737 por la quinta condesa del Valle de Orizaba, quien, no por casualidad, era poblana.

Siendo que la materialidad era el único medio capaz de darle visibilidad a aquello que pretendían transmitir las personas de la nueva élite novohispana, estas dos construcciones integraron al azulejo como un marcador no sólo de la identidad barroca poblana, sino también como un signo de prestigio, riqueza y estatus social de las familias nobles, siendo además una de las técnicas más apreciadas en la arquitectura tanto civil como religiosa, ya que su versatilidad y potencial para crear texturas dinámicas, policromas y reflejantes, la hacían la técnica perfecta para transmitir, de un lado el fervor religioso propio del siglo XVII y XVIII, y por otra parte, la cualidad presuntuosa y alardeante de las construcciones urbanas domésticas.

Referencia:

  • Fernández, M. (1987). La arquitectura de la ciudad de México en el siglo XVII. Ciudad y Cultura: México.

Sobre el autor:

María del Rayo Sosa Guerrero, Estudiante de la Licenciatura en Historia del Arte y Curaduría UDLAP. Cuenta con una certificación en Gestión Cultural por parte del programa IB POP. Sus intereses profesionales se inclinan hacia la curaduría de arte contemporáneo, siendo recientemente co-curadora de la exposición “Perder el Tiempo” (2024), así como en la escritura de artículos de divulgación centrados en la teoría del Arte, intentando plantear y recuperar posicionamientos epistemológicos no hegemónicos.

Contacto: maria.sosago@udlap.mx

Tutora académica:

Ana Martha Hernández Castillo es Licenciada y Maestra en Historia el Arte (UDLAP-UNAM) y doctora en Estudios Históricos (BUAP). Cuenta con experiencia en gestión cultural, curaduría, museografía y proyectos culturales, como subdirectora de Museos y directora Operativa en la Secretaría de Cultura del Gobierno del estado de Puebla, y como subdirectora de Desarrollo Artístico y Cultural del Ayuntamiento de Puebla.

Contacto: martha.hernandez@udlap.mx

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