Música, cultura y sentimientos

Música, cultura y sentimientos

En 2016, la banda británica Coldplay, en medio de su gira mundial realizó una serie de conciertos en México, seguramente memorable para los fanáticos del grupo que asistieron, pero que trascendió a sus fans al volverse viral la publicación en redes sociales que hizo un padre de la reacción de su hijo autista al escuchar la canción <<Fix You>> que es una de las canciones emblemáticas de la agrupación. El sentimiento que invade al niño al escuchar la canción puede ser percibido a través del video y por supuesto se evidencia el amor que existe entre padre e hijo. Fue un momento en el cual la música aporta ese valor emotivo. Gonzalo Cordero, quien dio seguimiento a este caso, dice sobre el video que «si llegas sin llorar al “I Will try to fix you”, eres de piedra» (2022), por lo que se comprueba a la música como un detonante de emociones. En ese seguimiento, Cordero, indicaba que los padres con el apoyo de profesionales descubrieron que la música era una herramienta relevante para ayudar al joven a comunicarse.

El entrenador Joseph Guardiola fan de esta agrupación inglesa, usaba la canción <<Viva la vida>> para motivar a sus jugadores del equipo de fútbol Barcelona, incluso el capitán del equipo llegó a decir que la canción les daba suerte, pasando de escucharla en el vestidor a ponerla en la megafonía del estadio, contagiando con ese entusiasmo a los seguidores del equipo. Incluso ahora en su actual equipo, el Manchester City, utiliza la música para generar euforia en los jugadores que los hace salir decididos a ganar.

Dos situaciones actuales y distintas donde la música ha sido el hilo conductor para que se manifiesten sentimientos y emociones del ser humano. En el primer caso se aprecia como de forma individual la canción despierta emociones al joven, haciéndola suya. En el otro caso, una canción crea un sentimiento colectivo de alegría y euforia. En ambos, se observa como la música hace patente que el ser humano es cultural, o como bien señalaba Ayllón (2011) es biocultural y la «la cultura es el modo que el hombre tienen de situarse en el mundo».

La humanidad, para comunicar su estadía y su adaptación en el mundo se ha valido de expresiones artísticas antropológicas como el teatro, el cine, la literatura, y sobre todo la música, que incluso puede ser transversal a las otras expresiones y que está presente en todas las culturas —pasadas y presentes— por lo que este ensayo se basa en la conexión entre la música y las culturas, que han evolucionado y se han fusionado en conjunto. «Quien quiera entender la naturaleza humana, la interacción entre cerebro y cultura, entre evolución, mente y sociedad, tiene que examinar con atención el papel que ha desempeñado la música en la vida del ser humano» (Levitin, 2008/2019).

El ser humano tiene alrededor de 150,000 años de estar en este planeta llamado Tierra, las primeras civilizaciones alrededor de 5,000 años, los instrumentos musicales según señala Killin (2018) alrededor de 40,000 años con base en los registros arqueológicos y probablemente haya existido alguna actividad o artefactos musicales antes que aún no sean parte de esa estadística. Más aún, ¿los instrumentos musicales señalan el inicio de la música?, no necesariamente, si consideramos como válida la definición que el compositor Edgar Varèse (2019) dio de la música al decir que es «sonido organizado».

Valorando esto, desde antes de los instrumentos musicales, el hombre pudo haber creado música, más sí consideramos que el hombre tiene la posibilidad de utilizar un lenguaje hablado, tiene voz y tiene palabra, por lo que podía generar ese sonido organizado. Incluso, al inicio podría no haber tenido palabra como la conocemos actualmente, pero ya había un lenguaje, por lo cual podría ya haber música. Incluso sin lenguaje hablado, ¿podría el hombre ya estar haciendo música? ¿Alguien que sea mudo podría? La respuesta es sí, sí podría. Hace unos años estando en Seúl, tuve la oportunidad de asistir a un espectáculo llamado NANTA, un musical no verbal, derivado de la representación instrumental coreana, donde el telón es una cocina y toda la música se hace con utensilios de cocina y tambores. Fue armónico y se entendía claramente las situaciones de la historia sin escuchar una sola palabra de los protagonistas, además generaba en los espectadores una emoción de alegría, cumpliendo con su fin al ser un espectáculo de comedia.

Adicional, la música es inclusiva, porque puedes no tener voz y hacerte escuchar, puedes incluso no ver a quienes crean la música y aun así sentir la emoción de lo que escuchas. En la antigüedad, los guerreros golpeaban sus tambores o sus armas con sincronía para producir un sonido organizado que generaba miedo a sus contrincantes, lo hacían desde la lejanía y sin que los vieran los habitantes del pueblo atacado. Más atrás aún, Mithen (2005/2007) señala que nuestros ancestros, utilizaban un protolenguaje, que en resumen era un sistema de comunicación compuesto por sonidos que servían para ponerse de acuerdo y sobrevivir. Un lenguaje que era manipulador porque se utilizaba para influir en el comportamiento ajeno; multimodal porque se usaban sonidos, gestos, expresiones faciales y movimientos corporales; y musical porque tendría ritmo, melodía y tono. Ese primer lenguaje representado en una palabra era holístico y generaba sentimientos en esos primeros hombres, porque en sí expresaban emociones para lograr un fin. Al evolucionar el lenguaje a una forma compositiva, quedó limitado y también evolucionó al sistema actual que entendemos como música.

La música entonces nos ha acompañado a lo largo de nuestra existencia como personas y en cada civilización, con el fin de influir en el estado de ánimo de los hombres y repercutir en su conducta externa. ¿Es así? ¿La música está solo para generar emociones y sentimientos? Se podría argumentar que no necesariamente, también hay música para transmitir conocimiento, contar historias, de protesta, entre otras, que han llegado a nosotros en forma de canciones, que no son otra cosa que composiciones musicales creadas o adaptadas para darles voz, es decir, ser cantadas (Levitin, 2008/2019). Un ejemplo de composición musical con un fin educativo es la canción <<La marcha de las letras>> de Gabilondo Soler, mejor conocido como Cri-Cri, que servía para aprender las vocales, o en Estados Unidos <<Ten Little Indians>> para aprender a contar hasta diez, aunque actualmente sería políticamente incorrecta, lo que es un reflejo del cambio cultural. Pero, entonces, al ser una canción educativa, ¿no genera un sentimiento o una emoción, en este caso en el niño que la escucha? Seguramente sí, el niño, por ejemplo, podría estar contento por haber aprendido.

De hecho, las emociones ayudan a fomentar el aprendizaje. Ah, pero si es una canción que relata la historia de alguien, ¿será su fin también generar una emoción o solo informar? Considero que ambas. Tomemos por ejemplo la canción <<Hurricane>> de Bob Dylan que se inspira en el libro de Rubin Carter, a quien apodaban así y fue sentenciado injustamente a varios años en prisión. La canción no solo cuenta con cierta licencia la vida de Carter, sino que es una protesta, por lo que a quien la escuchaba le generaba un sentimiento positivo o negativo dependiendo de la raza —constructo social— toda vez que Carter era afroamericano. ¿Entonces, si o no la música está para generar emociones y sentimientos? Pienso que sí, que esa es razón de ser de la misma, su objetivo, ya que no solo expresa emociones, sino que induce a sentirlas.

Como varias personas podemos manifestar un sentimiento igual o similar al escuchar una canción, la música ayuda al proceso de socialización de los seres humanos y por ende a las culturas. Volviendo al ejemplo de la canción de Dylan, al tratarse de un afroamericano, lo más seguro es que la mayoría de los afroamericanos manifestarán el mismo sentimiento porque se sentirían identificados, sobre todo si consideramos que esta canción es de la década de los 70’s en la cual los afroamericanos en Estados Unidos representaban una minoría y eran sujetos a actos racistas —se usa la palabra “eran” porque hablamos de los setenta no porque ya no sean sujetos a actos racistas actualmente— para esa cultura, identificarse con esa canción era lo más normal y lógico.

Otro ejemplo de la música acompañando una sociedad es el grunge y que tuvo a su mayor exponente al grupo Nirvana y en especial a su vocalista Kurt Cobain, todo un ícono para ciertas personas de la generación X. Este subgénero surgió a finales de los 80’s en Seattle principalmente y lo destacable no solo eran los sonidos, sino las letras apáticas y de desencanto. El grunge no hizo que las personas fueran apáticas, solo expreso lo que sentían los jóvenes de Seattle en ese momento y que luego se extendió a otras ciudades y en otros países, porque sentían algo similar. En lo que sí influyó esta música fue en la forma de vestir de esos jóvenes que se sentían así, por lo cual eran fáciles de identificar. Más reciente los emos, que son una cultura que comparten un estilo de vestimenta e incluso gustos y sentimientos de incomprensión. Lo que quizá pocos sabemos, es que emo es un estilo de música muy expresivo y sincero, muy confesional, que nace en Estados Unidos y que a quienes les gusta, se les suele asociar por la forma en como visten, los une un sentimiento común y la vestimenta los hace visibles para otras sociedades.

Dos ejemplos que por cierto, nacen en occidente permean en esa región y llegan a otras partes del mundo, por eso quizá Levitin (2019) dice que «las culturas que no han conocido la industrialización ni la influencia de Occidente han conservado su música.» Esto no quiere decir que la influencia de otra música sustituya o elimine la música autóctona y milenaria de esas culturas, pero si podría hacerla marginal o relegarla, ¿cabe entonces pensar en el relativismo cultural para la música? No, porque como señala Ayllón (2011) al referirse al relativismo cultural, «hace a cada persona y a cada grupo humano prisioneros de su propia cultura, sin posibilidad de trascenderla y alcanzar una perspectiva transcultural».

Asimismo, el objeto de la música, como ya se indicó antes, es expresar emociones e inducir a sentirlas, por lo cual me parece que vale la pena universalizarla y más si se toma como verdadero el argumento de Levitin (2019) que determina que «son seis las clases de canciones que han dado forma a la naturaleza humana: las de amistad, las de alegría, las de consuelo, las de conocimiento, las de religión y las de amor». Aunque estoy de acuerdo con la clasificación, me parece que hay algo de subjetivo en esto, no en la clasificación en sí misma, sino en la ubicación de una canción con base en la clasificación, ¿Quién determina cuándo es una canción romántica? En teoría los expertos musicales con base en la letra y los demás lo damos por válido, aunque a veces es la misma sociedad quien lo determina, como fue en el caso de la canción del grupo The Police, <<Every Breath You Take>> donde incluso el autor de la canción, el músico Sting ha llegado a decir que no es romántica, que es más bien de celos, de control, de acoso, pero se sigue usando en bodas en ese contexto de amor, incluso en listas de canciones románticas aparece, imponiéndose la percepción de la sociedad con base en la emoción que le provoca a las personas la melodía y la letra de dicha canción.

Entonces se refuerza la clasificación propuesta por Levitin, donde solo caben ese tipo de canciones, ya sea porque en verdad es así o porque es lo que sentimos y entonces lo hacemos realidad. Sea cual sea la razón, hay que seguir disfrutando la música, dejarnos llevar por ella y seleccionar la playlist de nuestra vida.

Me parece que se ha profundizado poco en el papel que ha jugado la música a lo largo de las civilizaciones. Por supuesto que se ha escrito sobre esta expresión cultural, pero no a nivel multidisciplinario como para explicar su influencia en la historia social del ser humano. Se han priorizado otras expresiones como el teatro y la literatura, quizá porque es más fácil situarlas en el tiempo y exista más información sólida al respecto, lo mismo que el cine que es más actual y, sin embargo, es la música, son las canciones, lo que permite a las películas transmitir las emociones deseadas según el momento. Conocer más al respecto, no cambiaría el disfrute de una canción por una persona, ni haría que el consumo de cierto tipo de música se incrementase, menos aún cambiaría la narrativa de hechos históricos; no obstante, sí abonaría a conocernos más a nosotros como seres humanos y la relación que tenemos con el mundo y la naturaleza que nos rodea, principalmente por la parte sentimental y cultural que nos distingue del resto de los animales.

Referencias

Sobre el autor:

Luis Enrique Lara Álvarez es Licenciado en Mercadotecnia por el ITESM y Mtro. En Administración de Empresas por la Universidad de las Américas Puebla, actualmente se desempeña como Director General de Incorporación Estudiantil y Egresados UDLAP.

Contacto: luise.lara@udlap.mx

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