Leer y escribir
Un antecedente al tema de este artículo, sería que algunos integrantes de las actuales generaciones de estudiantes universitarios entienden el aprendizaje de una manera muy particular, que debemos analizar cuidadosamente. Los que tenemos más de cincuenta años hemos usado la tecnología para despejar nuestras neuronas de información inútil, por ejemplo, no es necesario ya aprender un número telefónico si el aparato “inteligente” que usamos lo tiene grabado en su memoria o es innecesario aprender la localización de ciertas calles de la ciudad si hay manera de bajar un plano por internet. Pero algunos jóvenes piensan que esto puede generalizarse y que no es necesario aprender nada y en cada caso sólo acceder a internet.
El problema de lo anterior es que hay conceptos, fórmulas, criterios y formas de pensar que sólo pueden adquirirse teniéndolas constantemente en la memoria, repasando y reflexionando sobre ellas hasta que son entendidas y forman parte de nuestro acervo intelectual. Esto tiene una directa relación con la lectura, que tampoco practican muchos mexicanos que, en el fondo, tienen el mismo concepto que esos alumnos lamentablemente destinados al fracaso escolar. No tiene relación con la tecnología, porque en internet hay cantidad de documentos pertinentes y valiosos en diferentes áreas del conocimiento, a los cuales hace años no hubiéramos podido acceder con rapidez y facilidad.
El proceso de aprendizaje, formal o informal, pasa por la lectura constante la cual, ya muchos han debatido si nos hace mejores y no entraremos en ese tema pero, cuando menos, nos hace diferentes, nos hace pensar más, reflexionar más, buscar nuevas relaciones a los temas que investigamos, plantearnos nuevos objetivos y nos da una serie de características que, dependiendo de la persona, pueden derivar en que piense diferente, se exprese diferente y sea capaz de acceder a nuevas áreas técnicas o culturales, poco importa ahora la diferencia, pero lo hacen crecer intelectualmente.
La distancia que va entre leer y escribir a veces no es transitada por algunas personas, que prefieren sólo seguir leyendo y enriquecer su comunicación personal, pero no sienten la necesidad de trascender lo inmediato. Esto tiene que ver con su edad, su ocupación, el lugar en que viven o trabajan, sus gustos personales y sus aspiraciones personales. Otros, en cambio, intentan escribir como un camino para ampliar su comunicación, hacerla más formal y contrastar su opinión con un mayor número de personas, dependiendo también de lo dicho antes.
No es la intención de este texto criticar a los que no leen o no escriben, sino invitar a todos a leer como un camino de enriquecimiento personal del intelecto y a escribir posteriormente como un medio de incremento de su comunicación. Este país está necesitado de personas que lean y que escriban, como profesores colguemos un letrero en la puerta de nuestra casa o de nuestra oficina que diga: Se solicitan lectores y escritores.
Acerca del autor: Contador Público con estudios de Maestría en Administración y candidato a Doctor en Educación. Con más de 40 años de experiencia docente y profesional en contabilidad, costos, análisis financiero y auditoría. 291 cursos impartidos en diversas universidades, de los cuales el 88% ha sido a nivel licenciatura y el resto en maestría. 194 módulos de diplomado impartidos a personal de diversas empresas. Autor de los libros «Contabilidad 1», «Costos» y «Contabilidad Administrativa» con editorial Pearson. Articulista en diversos periódicos y autor de su propio blog «Visión Financiera». Coordinador de las materias Contabilidad Financiera, Contabilidad de Costos, Análisis de Costos y Contabilidad Gerencial.
Por: Mtro. Francisco Javier Calleja Bernal.
Profesor de tiempo completo del Departamento de Finanzas y Contaduría UDLAP.