Lloronas de carne y hueso

Lloronas de carne y hueso

Crecer en México significa pasar tu infancia aterrorizada por ese ser fantasmal que se materializa cada madrugada para lamentarse por la muerte de sus hijos. Aún cuando la versión varía dependiendo la región, el mito de “La Llorona” se encuentra profundamente arraigado a la cultura popular mexicana, perpetuando la historia de una mujer que sufre el peor de los infiernos al haber perdido a sus hijos, llorando su ausencia eternamente, noche tras noche. Mas existen en nuestro país infinidad de Lloronas de carne y hueso, a quienes ni siquiera les prestamos la más mínima atención: madres que se lamentan por sus hijos/as muertos a manos de una violencia brutalmente palpable. Madres que exigen justicia; madres que buscan cuerpos.

Basta con leer las noticias para darse cuenta que, desde hace varias décadas, México se consume en una espiral de violencia que no hace más que acentuarse con el tiempo. A nuestro alrededor crecen la austeridad, desigualdad y crisis de manera paulatina; y con ello, cada vez más madres resisten como pueden para proteger a sus hijos/as del inexorable conflicto social, viéndose impotentes ante el enorme remolino de violencia que se gesta en las entrañas del país. ¿Más cuántas veces hemos hecho oídos sordos a lo que estas madres tienen que decirnos? Madres de los 43 estudiantes de Ayotzinapa, de las mujeres asesinadas en Ciudad Juárez, de los niños incendiados en la guardería ABC. Madres de cuarenta mil personas desaparecidas, de veintiséis mil cuerpos sin identificar en los servicios forenses (BBC 2019). Madres que han tomado las calles para participar en la política de nuestro país, creando movimientos sociales, redes de apoyo y organizaciones no gubernamentales, denunciando la impunidad y corrupción de manera colectiva. ¿Por qué nos cuesta tanto escucharlas?

Al día de hoy, la violencia mexicana se ha vuelto tan repetitiva que ha logrado producir un efecto de normalización del paisaje de crueldad que permea nuestra realidad, desencadenando en el aislamiento de cada uno de nosotros mediante una especie de desensibilización al sufrimiento de los demás. Dicha disminución de la empatía de los ciudadanos, es a lo que la antropóloga Rita L. Segato denominó como “pedagogía de la crueldad”, una pedagogía que se cuela hasta la manera en la que percibimos el dolor materno (2018). Y podría decirse que la naturalización del paradigma de explotación contemporáneo es tal que, sin importar sus esfuerzos, gritos y exclamaciones, nos negamos continuamente a escuchar los lamentos de todas esas madres sin hijos/as, convirtiéndonos en agentes indirectos de su desgracia. Nos transformamos en lo que Judith Shklar denomina “espectadores pasivos de la injusticia” cada vez que nos rehusamos a denunciar delitos e ir en ayuda de las víctimas; cada vez que nos rehusamos a mantenernos informados y tomar la palabra, esperando a que alguien lo haga por nosotros (2013). Así es como paulatinamente, los mexicanos hemos terminado distanciándonos de nuestra humanidad.

Aún con la falta de atención mediática, gubernamental o social, las madres que han perdido a sus hijos/as siguen movilizándose colectivamente para exigir respuestas, siendo la única manera que ellas tienen para otorgarle sentido a la muerte de sus hijos/as. “Se te van a acabar las lágrimas”, le dice Irina Buendía a la madre de Lesvy Berlín en un documental publicado por El País hace un par de años, “lo que no se te tiene que acabar es la rabia, esa sed de justicia […] porque nuestras hijas se merecen justicia” (2019). Es necesario dejar atrás nuestro papel de espectadores inactivos para por fin tenderle una mano a estas madres que se ahogan en la impotencia. Es necesario despertar nuestra empatía para sumarnos a su lucha, uniéndonos a ellas para tumbar los cimientos sobre los cuales se pervierte nuestra sociedad.

Referencias

[1] Rose, Jacqueline. Madres: Un ensayo sobre la crueldad y el amor. Ediciones Siruela, 2018.

[2] BBC. “Hallan en México 69 cadáveres en fosas clandestinas en el estado de Colima”. Recuperado de www.bbc.com/mundo/noticias-47234527. Visitado el día 6 de agosto de 2019.

[3] El País. “Documental: Las madres de las jóvenes asesinadas en México no pueden llorar”. Recuperado de www.youtube.com/watch?v=dPv0dQ2mWWQ. Visitado el día 8 de agosto de 2019.

[4] Segato, Rita L. Contra-pedagogías de la crueldad. Prometeo Libros, 2018.

[5] Shklar, Judith. Los rostros de la injusticia. Herder Editorial, 2013.

Acerca de la autora:

Michelle Gendreau Millet es licenciada en Literatura por la Universidad de las Américas Puebla y maestra en Estudios Interdisciplinares de Género por la Universidad Autónoma de Madrid (España), donde realizó estudios sobre la representación de la maternidad en la poesía mexicana escrita por mujeres, criticando su exclusión del canon hegemónico. Asimismo, cuenta con el diplomado de “Feminismos decoloniales” de la Escuela de Feminismos Alternativos PeriFéricas (España), y el diplomado de “Discriminación, violencia y crueldad como temas del presente” de la Universidad Internacional Menéndez Pelayo (España), impartido por la antropóloga feminista Rita Laura Segato. Actualmente se encuentra en proceso de inscripción del doctorado en Estudios Críticos de Género de la Universidad Iberoamericana de la Ciudad de México.

Por: Michelle Gendreau Millet

Egresada de la Licenciatura en Literatura de la UDLAP

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