El uso de pases sanitarios como medida de reactivación económica en medio de la pandemia del coronavirus

El uso de pases sanitarios como medida de reactivación económica en medio de la pandemia del coronavirus

Por: Andrea Stella Navarro Millán

Tras más de un año y medio desde el inicio de la emergencia sanitaria más importante del último siglo, los esfuerzos globales en medio de la pandemia del coronavirus han transicionado, de identificar el origen del antígeno y conocer su amenaza, a diseñar e implementar estrategias para controlarlo y abordar sus consecuencias, entre ellas, la crisis económica. Son múltiples las medidas sanitarias que, hasta este momento, se han puesto en práctica, siendo la vacunación la más efectiva de ellas. Sin embargo, los procesos de inmunización se han enfrentado a diversos retos, incluyendo un escepticismo irresponsable, rebelde y, en la mayoría de los casos, politizado, de la sociedad, no solo sobre la vacuna, sino sobre la existencia misma del virus. Es así como surge la premisa de este artículo, el cual explora el uso de pases sanitarios como medida de reactivación económica, los argumentos a favor y en contra de su implementación, así como su impacto en los índices de vacunación alrededor del mundo. Para ello, se consultaron distintos recursos, incluidas declaraciones oficiales y artículos de agencias de noticias internacionales, al igual que reportajes y publicaciones en redes sociales sobre la respuesta de la ciudadanía a esta disposición. Los pases, o pasaportes, sanitarios son una estrategia exitosa que prioriza la salud individual y colectiva, mientras contribuye a la recuperación económica. Es una política pública necesaria, que debe adoptarse con urgencia alrededor del mundo.

Tras un año y medio de pandemia, el coronavirus continúa causando estragos alrededor del mundo. Con más de 250 millones de casos confirmados y 5 millones de muertes acumuladas a nivel internacional (según cifras de noviembre de 2021), la crisis sanitaria permanece en estado de emergencia (‘’Coronavirus [COVID-19],’’ s.f.). Es una realidad universal, experimentada, si bien de manera personal, a través de anécdotas e historias particulares, por la humanidad entera. Sin embargo, es una situación con repercusiones colectivas, dejando al descubierto nuestra interdependencia como sociedad.

Uno de los efectos más claros, desafiantes y casi inagotables de la pandemia es la crisis económica que ha desatado en la mayoría de los países. Al inicio de la contingencia, diversos gobiernos optaron por un cierre parcial, y en algunos casos absoluto, de sus economías, poniendo en riesgo la supervivencia tanto del sector privado como el público. Esta decisión fue justificada por la falta de conocimiento sobre el virus y su potencial de su mutación. Las medidas sanitarias aún no eran claras y mucho menos impuestas. La vida cotidiana aún conservaba su sentido de normalidad. Pero, tras la imposición de estas medidas, ahora consideradas radicales e innecesarias por economistas, empresarios, analistas y algunos autodenominados opinólogos de la sociedad civil, sus verdaderos efectos se han esclarecido, demostrando ser la fórmula para la catástrofe económica.

La clausura de la economía es contraproducente. Contra toda expectativa, el nivel de desarrollo del país en cuestión es irrelevante. Subdesarrollada, en desarrollo, o desarrollada, toda nación requiere de una actividad económica saludable, sustentada en la certidumbre. De esta manera, lo que se requiere son acciones específicas, basadas en un pensamiento estratégico y visionario, que permita a la sociedad reincorporarse a la actividad económica, con la responsabilidad y conciencia que obliga la pandemia. Algunos países ya han comenzado a diseñar e implementar planes de acción con este objetivo en mente, fundamentados, además, en la promoción de un elemento clave: la vacuna contra el coronavirus. El uso de pases sanitarios, implementados por primera vez en China, es una estrategia exitosa, que prioriza la salud individual y colectiva, mientras contribuye a la recuperación económica. Es una política pública necesaria, que debe adoptarse con urgencia alrededor del mundo.

Los pases, o pasaportes, sanitarios son documentos digitales que ‘’reserva[n] el acceso a determinados lugares públicos a las personas vacunadas, curadas o negativas.’’ Funcionan a través de códigos QR, los cuales deben ser presentados por toda persona con intenciones de participar en la actividad económica (Ledsom, 2021). Como su nombre lo indica, hacen de la vacunación un requisito, más que una decisión. Hungría, Austria y Dinamarca serían algunos de los primeros países europeos en implementar este sistema. Las tres son naciones con tasas bajas de contagio, no solo por el tamaño, relativamente pequeño, de su territorio y su demografía, sino por su pronta y resoluta acción desde el inicio de la pandemia. Sin embargo, esta medida se popularizaría meses después, tras su implementación en Francia, una de las principales potencias económicas, y más populares destinos turísticos, en el mundo (‘’Los países que,’’ 2021). Ese país existe, y persiste, a partir de la interacción del individuo con la economía. Es así como los pases sanitarios, conocidos localmente como passes sanitaires, demostrarían tener resultados favorables, acelerando la vacunación entre la sociedad francesa y extranjera, una vez que sus actividades cotidianas y de ocio se vieron comprometidas.

El caso de Francia es el más popular, no solo por su efectividad, sino por su exigencia. Al día de hoy, los pases sanitarios son un requerimiento no solo para la comunidad adulta, sino para jóvenes, también. Son obligatorios para ingresar a establecimientos culturales y de entretenimiento (tales como museos, cines, parques temáticos, festivales, ferias; cafés, restaurantes, aviones, trenes y autobuses para viajes largos, entre otros) con espacio para más de 50 personas (‘’France Requires Tourists,’’ 2021). Es la firmeza de esta estrategia la que ha hecho posible que, desde su implementación, la tasa de vacunación en ese país haya logrado salir de su estancamiento, con al menos cuatro millones de franceses decidiendo inmunizarse a partir de esta nueva política pública, y reincorporándose a la actividad económica de ese país (‘’Parlamento francés aprueba,’’ 2021). Los motivos quizás sean varios, por interés personal o pensando en el bienestar colectivo. Sin embargo, el objetivo de la estrategia está siendo cumplido, haciendo del pueblo francés cada vez más resistente al virus, y más libre económicamente.

La vacuna es, actualmente, la herramienta de inmunización contra el coronavirus más importante que tiene la humanidad. Los esfuerzos globales están concentrados en esa sola creación. Existen quienes, con cierto fundamento, dudan de la eficacia de la vacuna, puesto que su descubrimiento y producción han sido inusualmente acelerados. Sin embargo, hay una realidad que es importante no olvidar: la reactivación económica depende de la salud pública, y la salud pública depende de una reactivación económica responsable. Son elementos interdependientes. Es decir, se requiere de una estrategia, pronta y bien diseñada, para lograr controlar la pandemia, desde todos los ángulos. Los pases sanitarios abordan ambos ejes: muestran el compromiso del individuo con su propia salud y la de los demás, y hacen de la reactivación económica un proceso ininterrumpido, que poco a poco, recupera la solidez empresarial y financiera del país.

Además, los pases sanitarios no son casos aislados, de tan solo algunos cuantos países. Han adquirido popularidad en los últimos meses, atrayendo la atención de diversos gobiernos, especialmente en Europa. Líderes de la talla y renombre de Angela Merkel, canciller alemana, han aplaudido los esfuerzos, contribuyendo a la credibilidad y relevancia de esta estrategia. Italia, por su parte, ya requiere el pase sanitario para ingresar a salas de cine, museos, gimnasios y salas interiores en restaurantes. España lo solicita para entrar a bares, restaurantes y discotecas, en los municipios más vulnerables. Israel especifica que solo los poseedores del pase sanitario pueden ingresar a espacios que acojan a más de 100 personas, en interiores o exteriores. Nueva York, uno de los estados más afectados en Estados Unidos, ya lanzó la llamada ‘’Llave a Nueva York’’ (‘’Key to NYC’’), la cual consiste en una prueba de vacunación para ‘’empleados y clientes de restaurantes cubiertos, pabellones deportivos y teatros.’’ Canadá también ha anunciado la implementación de un programa similar, específico para actividades ‘’no esenciales’’ (‘Los países que,’’ 2021).

Las variaciones entre sistemas son claras. Sin embargo, todas comparten un mismo objetivo: inmunizar a la mayor cantidad de personas posibles, demostrando que las actividades cotidianas solo son posibles a través de un compromiso individual y colectivo. Esta es una verdad que no es exclusiva de la pandemia. Sin embargo, se ha esclarecido a partir de ella. El consenso que hoy existe entre países sobre la necesidad de implementar sistemas de este tipo, rigurosos y sólidos, deja en claro que la vacunación, en efecto, no debe ser promovida como una imposición, sino como una contribución empática, responsable y humana. Lo más importante es que, incluso para los escépticos, representa un beneficio crucial y urgente: la reactivación económica.

Sin embargo, si bien los pases sanitarios han demostrado ser una estrategia eficiente, que combina los esfuerzos a favor de la salud pública y la recuperación económica, existen dos inconvenientes en su implementación. En primer lugar, esta estrategia requiere no solo de la disposición del individuo para aplicarse la vacuna, sino la disponibilidad de la misma. Para que el sistema de pases sanitarios funcione, una campaña de vacunación masiva, fomentada por las autoridades, a través de una narrativa de responsabilidad social y protección a la salud pública, es necesaria. México, por ejemplo, es la antítesis de este escenario. Con un gobierno escéptico del virus, propagando una narrativa demagógica e ignorante, los esfuerzos de vacunación, en relación a los de otros países, han sido fallidos, al punto de ser vergonzosos. (Este no es solo el caso de México, aunque es uno de sus principales exponentes.) Un cambio en la mentalidad del gobierno se traduce en un cambio en su estrategia. Y, por ende, en menos casos positivos, y menos vidas perdidas. De esta manera, más vacunas, efectivas y de calidad, son adquiridas y distribuidas alrededor del país, haciendo de los pases sanitarios una medida viable y asequible para todos.

En segundo lugar, esta estrategia no ha sido bien recibida por los ciudadanos en los países en los que, hasta ahora, se han implementado. Tal es el caso, una vez más, de Francia. En ese país, el significado de la vacuna es profundamente político. No es percibida (al menos por un fragmento importante de la población) como un recurso a favor de la salud pública, sino como una herramienta, engañosa y peligrosa, que atenta contra la libertad individual y colectiva. Desde la implementación de esta política, más de 500,000 personas han participado en marchas en ese país europeo, argumentando que el sistema de passes sanitaires no es más que una ‘’dictadura de la salud,’’ y que es incoherente con los valores de ‘’libertad, igualdad y fraternidad’’ que distinguen a esa nación desde su Independencia (‘’Miles de franceses,’’ 2021). En un esfuerzo coordinado, el pueblo francés, a lo largo de sus distintas ideologías, ha encontrado en la vacunación obligatoria una amenaza para su existencia. Para las bases de Francia. Para su identidad. Peligrosamente, no es el único país en estas condiciones. Estados Unidos, la principal economía del mundo, y supuesto ‘’líder del mundo libre,’’ también amenaza con reaccionar de manera similar (Ledsom, 2021). La libertad lo justifica todo en un ambiente de ultraconservadurismo. Incluso, el cinismo y el egoísmo. Para desgracia del mundo, esta es una ideología, o doctrina, en auge, que cada vez gana más seguidores.

Si ese es el contexto de las potencias del mundo, aquellas que presumen de un pensamiento civilizado y progresista, la politización del coronavirus, y por ende, de la vacuna, representan un peligro alarmante para la estabilidad sociopolítica a nivel global. Sin embargo, es eso lo que hace de la implementación de los pases sanitarios una medida necesaria, si el objetivo de la humanidad es evitar el progreso de la catástrofe sanitaria y económica, venciendo, de una vez por todas, a la pandemia. La vacunación no es un sacrificio, sino un acto de responsabilidad. Comprenderlo así es clave para, si bien no regresar a la tan llamada ‘’normalidad,’’ crear un nuevo mundo, reinventado, renovado, y visionario, que funcione a través de un esfuerzo conjunto, a favor del bien común.

Propósito de la investigación

La pandemia ha desatado, además de una catastrófica crisis sanitaria, una ola de desinformación alrededor del mundo. Desde el inicio, pareciera que la sociedad se dividió en dos: los que creen y los que no. Los escépticos y los realistas. Los que se protegen del coronavirus para preservar su libertad, y los que justifican con su libertad su irresponsabilidad, rebeldía, imprudencia y egoísmo al dudar que existe el virus. Esta polarización surge, en gran parte, de una narrativa demagógica por parte de los líderes mundiales más poderosos, quienes, a costa de la salud pública, solidifican su base política. Sin embargo, esta disyuntiva no se limita a un debate sobre las libertades individuales de decisión y expresión, sino que se traduce en políticas públicas que, si bien serán bienvenidas por un fragmento de la sociedad, serán rechazadas por el otro.

Es así como los pases sanitarios se convierten en una decisión controversial. En ellos se concentra una discusión que parecería interminable, e incluso terca. Los pases sanitarios son una política pública diseñada a favor de la salud pública. Si bien son una medida estricta, que hace de la vacunación contra el coronavirus obligatoria, beneficia a la ciudadanía entera. Políticamente, es percibida como una decisión autoritaria. Económicamente, como una decisión drástica. Humanamente, como una decisión intimidante y, para algunos, deshumanizante. Aún así, en medio de perspectivas diversas y reproches por doquier, cada vez son más los países que optan por los pases sanitarios, promoviéndolos como la medida necesaria para regresar a una realidad, en la medida de la posible, normal. Con posibilidades y libertades para todos. El objetivo de esta investigación será explorar este debate, evaluando las ventajas y desventajas de los pases sanitarios, particularmente, como medida de reactivación económica. Para ello, se considerarán tres aspectos clave en la discusión. Es decir, el artículo tendrá tres propósitos específicos: En primer lugar, valorar la importancia de proteger la libertad de decisión en medio de la pandemia, y la manera en que los pases sanitarios impiden dicha libertad. En segundo lugar, considerar los motivos de los gobiernos para implementarlos, y la respuesta de la ciudadanía en aquellos países en los que los pases, también conocidos como pasaportes, ya han sido impuestos. Y, finalmente, analizar los efectos de esta medida (positivos y negativos) en los esfuerzos de reactivación económica y los índices de vacunación de esas naciones.

Es posible que, tras examinar los resultados de la investigación con objetividad y transparencia, los pases sanitarios arrojen ventajas y desventajas por igual. Sin embargo, se buscará demostrar que los beneficios superan a los inconvenientes, haciendo de los pases sanitarios una política pública necesaria. Al implementarlos de manera coordinada y uniforme alrededor del mundo podrá lograrse una reactivación económica global. Los pases sanitarios no vencerán por sí mismos al virus, pero enseñarán a individuos y comunidades a combatirlo y protegerse de él, mientras la vida, y con ella la economía, recobran su fuerza y su paso habituales.

Estado de la cuestión

Antes de comenzar el análisis formalmente, es importante comprender algunos conceptos. El principal: los pases sanitarios. El pase sanitario es un documento oficial cuyo significado y aplicación varían de acuerdo a la entidad que lo solicita. En algunos casos, indica si el individuo es, o no, portador del virus. En otros, garantiza que la persona está inmunizada contra el mismo, es decir, que ya ha sido vacunada (Zamora, 2021). Estos pases son una política pública que ha ganado popularidad alrededor del mundo en los últimos meses, especialmente en Europa, siendo implementados en varios países del continente. Si bien no son precisamente recientes, los pases sanitarios dominarían la conversación desde su imposición en Francia, una de las principales democracias en el mundo, en donde comenzarían a percibirse como una herramienta que, si bien promueve la reactivación económica, resulta autoritaria y deshumanizante (Ledsom, 2021). Además, aunque suele pensarse que son una medida exclusiva para actividades recreativas, los pases sanitarios también son utilizados, desde hace meses, como medida transfronteriza (Zamora, 2021).

Asimismo, la inmunización es otro concepto clave. ‘’Inmunización’’ es el nombre bajo el que se conoce al ‘’proceso de protegerse contra una enfermedad’’ (Medline Plus, s.f.). Es decir, es sinónimo de vacunación. En medio de la pandemia, se ha convertido en un término recurrente, puesto que los esfuerzos de inmunización, o vacunación, contra el coronavirus hoy dominan la conversación alrededor del mundo. Según cifras de noviembre de 2021 de Our World in Data, una publicación en línea que presenta datos y resultados empíricos que muestran los cambios en las condiciones de vida alrededor del mundo, el 54% de la población global ha recibido al menos una dosis de la vacuna contra el coronavirus. Específicamente, se estima que casi 28 millones de dosis son administradas día a día (Our World in Data, 2021). Con estos números en mente, acelerar el proceso de inmunización a nivel nacional e internacional es uno de los principales objetivos de los pases sanitarios.

Por último, los dos términos anteriores culminan en un concepto fundamental en este análisis: política pública. Las políticas públicas pueden definirse a partir de tres características: son acciones de gobierno con objetivos de interés público, buscan abordar problemas públicos específicos, y fomentan la participación de la ciudadanía para hacerlas efectivas (Corzo, 2013). Bajo este criterio, los pases sanitarios son una política pública que tiene como objetivo generar un impacto positivo en la salud pública. Son decisiones gubernamentales que buscan reactivar los distintos sectores de la economía, acelerando los procesos de vacunación, e inmunizando gradualmente a la ciudadanía. Abordan la crisis sanitaria (y sus distintas manifestaciones a través de nuevas olas de infección), sembrando en individuos y comunidades un sentido de responsabilidad social, y garantizando que todo aquel que decida participar en una actividad económica (en donde una o más personas estén expuestas inmunológicamente) esté vacunado. De esta manera, incorporan a la ciudadanía en los esfuerzos por frustrar la pandemia, demostrando que este objetivo solo es posible a través de un trabajo coordinado, consciente y dispuesto, por parte de todos.

Metodología

La pandemia del coronavirus ha resultado, además de en una de las peores crisis sanitarias en la historia de la humanidad, en un deterioro económico con consecuencias en el corto y largo plazo. Sus efectos son tangibles, duraderos y, sobre todo, cuantificables, arrojando cifras consternantes alrededor del mundo. Es por eso que, aunado a los esfuerzos de sanitización e inmunización, se requieren estrategias que aborden la emergencia de manera clara, firme y contundente. A lo largo de este artículo, se explorará una de las medidas de recuperación económica más populares, aunque controvertidas, a nivel internacional: los pases sanitarios. Es una estrategia vigente, que si bien ya ha sido implementada en diversos países, aún es debatida en otros. Para ello, será necesario consultar distintos recursos con información actualizada (incluidas declaraciones oficiales y artículos de agencias de noticias internacionales, así como noticias, reportajes y publicaciones en redes sociales sobre la respuesta de la ciudadanía a esta disposición), con el propósito de evaluar las ventajas y desventajas de los pases, o pasaportes, sanitarios como medida de reactivación económica.

La investigación se enfoca en tres aspectos específicos, los cuales son abordados, a manera de subtemas, a lo largo del artículo. El primero, ‘’El impacto de los pases sanitarios en la libertad de decisión del individuo,’’ analiza los dos principales argumentos ante su implementación: por un lado, que el uso obligatorio de pases sanitarios viola la libertad de decisión del individuo y, por el otro, que son una medida necesaria a favor de la salud pública. Esta sección, particularmente, requiere de un análisis informado, objetivo, y consciente sobre los distintos intereses de la sociedad, los cuales han llevado a su polarización en torno a esta estrategia sanitaria. Francia, al ser el caso más popular de un país en donde los pases han sido implementados, será el ejemplo predominante dentro del texto. De esta manera, la prensa francesa (aunque, también, internacional) será clave en la investigación como la principal fuente de noticias sobre disposiciones oficiales y la reacción de la ciudadanía ante el uso y reforzamiento de los pasaportes sanitarios. El artículo ‘’France Protests – But Vaccine Passport Enforcement is Working,’’ (Ledsom, 2021), entre otros escritos de relevancia mundial, serán clave en este análisis. Las redes sociales (especialmente, Facebook y Twitter) también serán cruciales, brindando información sensible y transparente sobre el sentimiento público en relación a los pases sanitarios, logrando un contraste entre sus defensores y opositores.

El segundo subtema, ‘’Motivos para la implementación de pases sanitarios y la respuesta de la ciudadanía,’’ explora los efectos, positivos y negativos, de esta estrategia en los esfuerzos de reactivación económica y el incremento en los índices de inmunidad. Esta sección requiere de un juicio objetivo que pretenda, única y exclusivamente, determinar si los pasaportes sanitarios son una medida acertada, a partir de información empírica. Cualquier predisposición o sentimiento en relación a la pandemia debe dejarse a un lado, priorizando la imparcialidad del análisis. Para ello, se consultarán las declaraciones oficiales de los mandatarios que, hasta el momento de la investigación, se hayan pronunciado ante esta iniciativa, desmenuzando cada uno de los argumentos (a favor o en contra) de los pases sanitarios. El artículo ‘’Los países que ya solicitan el pasaporte sanitario’’ (2021), de la agencia de noticias colombiana, Portafolio, será útil en el proceso. Asimismo, el uso de redes sociales se limitará a este fin, anteponiendo la revisión de artículos y noticias de agencias de renombre internacional (tales como la Associated Press y The New York Times), en donde se exploren los efectos de dichas declaraciones en la respuesta de la ciudadanía.

Finalmente, ‘’Efectos de los pases sanitarios en la reactivación económica y los índices de vacunación en los países en donde se han implementado,’’ se enfoca en la interdependencia entre unos índices de vacunación sólidos y una reactivación económica sostenida. En este caso, el análisis se centrará en los casos específicos decpaíses en donde los pases sanitarios ya han sido implementados (entre ellos, Francia), para evaluar sus ventajas y desventajas. Además de consultar, una vez más, artículos de relevancia internacional, los cuales, además de ofrecer un análisis minucioso, incluyen gráficas y otros recursos visuales, se utilizará la herramienta de Google Noticias (‘’Coronavirus (COVID-19),’’ s.f.), la cual concentra información actualizada y puntual sobre el número de contagios y el comportamiento de los índices de vacunación de cada país, permitiendo un análisis detallado sobre los efectos de los pases sanitarios desde su introducción.

Si bien son varios los países que se explorarán a lo largo de este artículo, estas serán, en su mayoría, naciones europeas. Los pases sanitarios son un tema controversial y polarizante, con consecuencias significativas para la estabilidad de los gobiernos y la conformidad de la ciudadanía. Una decisión precipitada o inconveniente puede resultar en efectos irreversibles para ambos. Es por eso que, si bien los pases sanitarios buscan proteger la salud pública, haciendo, en algunos casos, obligatoria, en lugar de voluntaria, la vacunación, se han convertido en un tema delicado, cuya discusión exige responsabilidad y objetividad.

La conclusión general del artículo estará limitada a los casos específicos de países, en su mayoría, desarrollados, con gobiernos y sociedades, generalmente, estables. Las observaciones o recomendaciones que de ella surjan podrán ser aplicables, o no, en otros países con características políticas y sociales distintas. Los resultados de esta investigación deberán interpretarse, más bien, como un análisis del contexto actual del mundo, sus aciertos y fallas. Una profundización en los esfuerzos del presente, cuyo objetivo es anticipar y responder a los retos del mañana.

Resultados y discusión
El impacto de los pases sanitarios en la libertad de decisión del individuo

La pandemia ha desatado, además de una catastrófica crisis sanitaria, una ola de desinformación alrededor del mundo. Desde el inicio, pareciera que la sociedad se dividió en dos: los que creen y los que no. Los escépticos y los realistas. Los que se protegen del coronavirus para proteger su libertad, y los que justifican con su libertad su irresponsabilidad, rebeldía, imprudencia y egoísmo al dudar que existe el virus. Es así como la aplicación de la vacuna anti-covid y, por ende, la implementación de pases sanitarios, se han convertido en discusiones controversiales y polarizantes. De ellas surgen dos posturas específicas: por un lado, que el uso obligatorio de pases, o pasaportes, sanitarios violan la libertad de decisión del individuo. Por otro lado, que son una medida necesaria a favor de la salud pública. El movimiento antivacunas no es exclusivo de la pandemia del coronavirus. Sin embargo, ha resurgido, más sólido y atractivo, aunque peligroso y demagógico, en medio de la actual crisis sanitaria. Si bien el argumento de este grupo es válido, tanto por su fundamento democrático como por su sustento en uno de los más básicos derechos humanos, la libertad de decidir, su naturaleza individualista se antepone a los intereses de la comunidad. Los pases sanitarios, en efecto, hacen de la vacunación un acto necesario, casi obligatorio, más que consciente y voluntario. Pero son una política pública necesaria, habilitando la reincorporación de la sociedad a la economía. Los pases sanitarios benefician a escépticos y simpatizantes por igual, reactivando las actividades no esenciales (aquellas en donde el individuo es capaz de decidir cómo y en dónde entretenerse, desenvolverse e interactuar), protegiendo la salud pública, fomentando la recuperación económica y asegurando la libertad.

El movimiento antivacunas es una iniciativa de poco más de dos siglos de antigüedad. Es una ideología que, si bien no se limita a un punto específico del espectro político (más que solo un movimiento conservador, es una expresión antiautoritaria), se distingue por una desconfianza casi radical hacia médicos y gobiernos, percibidos como el establishment, o establecimiento, en relación a la inoculación. En 1798, el médico e investigador inglés, también conocido como el ‘’padre de la inmunología,’’ Edward Jenner, introduciría el concepto de una vacuna para prevenir la viruela. En medio de un creciente número de casos de la enfermedad, propondría y probaría la efectividad de inocular a la sociedad con una dosis leve de viruela bovina, desatando una ola de escepticismo, terror y oposición en Europa. El movimiento antivacunas comenzaría a distribuir propaganda en su contra, utilizando una retórica incendiaria a través de frases como ‘’Revocar las leyes de vacunación, la maldición de nuestra nación’’ (Watson, 2020). Estas expresiones, según la historiadora británica Kristin Hussey, ‘’surgi[rían] desde una variedad de ángulos: el sanitario, religioso, científico y político.’’ Algunos alegarían que ‘’el material obtenido de las vacas [era] insalubre o poco cristiano,’’ mientras que otros se opondrían ‘’a que se les dijera lo que era bueno para ellos’’ (Watson, 2020). La legislación británica, eventualmente, haría de las vacunas gratuitas y, después, obligatorias, imponiendo multas y penas de prisión para sus detractores. Este fenómeno sentaría la base para un escepticismo moderno, el cual, a través de las nuevas tecnologías, ha adquirido mayor fuerza y popularidad, haciendo de la pandemia del coronavirus ‘’el momento que el movimiento antivacunas ha estado esperando’’ (Haelle, 2021).

El argumento del movimiento actual es, predominantemente, religioso y político. Si bien los aspectos sanitarios y científicos de la vacuna también son clave en la discusión, el debate que este grupo promueve a favor de la libertad individual suele reducirse a una justificación religiosa o un criterio politizado. En cualquier caso, su argumento tiene, generalmente, origen en teorías conspirativas, las cuales, cada vez con mayor frecuencia, son promovidas o insinuadas por líderes autoritarios alrededor del mundo. Por ello, es importante distinguir entre quienes, naturalmente, dudan de la vacuna, sosteniendo que aún se desconocen sus efectos a largo plazo y, por ende, aplicársela representa un riesgo, y quienes, a través del miedo y la demagogia, incitan a la sociedad a rechazarla. En ambos casos, la decisión se sustenta en la libertad de decisión. Una habilidad intrínsecamente humana de pensar, cuestionar y deliberar. La diferencia, aquella que valida al argumento y fomenta un verdadero debate, recae en el trasfondo del argumento. En la pandemia del coronavirus, es la narrativa demagógica y conspirativa (es decir, el segundo caso) la que promueven los simpatizantes del movimiento antivacunas.

Este fenómeno se ha popularizado alrededor del mundo, especialmente, en Europa, en donde los pases sanitarios ya han sido implementados. Las expresiones de descontento, además de manifestarse en redes sociales, suelen realizarse en forma de protestas masivas. En Belgrado, la capital de Serbia, el gobierno ha ordenado el uso de pasaportes para ‘’frenar la fuerte aceleración de los contagios en el país’’ y así promover los esfuerzos de vacunación. Sin embargo, cientos de serbios han respondido con manifestaciones, las cuales han tenido que ser vigiladas por la policía. Asimismo, en Croacia, ha surgido un llamado ‘’Festival de la Libertad,’’ en donde miles de personas se han congregado para protestar contra las restricciones derivadas de los pases sanitarios, argumentando que estos ‘’atentan contra los derechos humanos y libertades’’ (Menéndez, 2021). En Canadá, las más recientes elecciones vieron comprometidos los prospectos de reelección del Primer Ministro Justin Trudeau, líder del Partido Liberal (PL), tras las continuas protestas del grupo antivacunas (‘’Elecciones Canadá: Trudeau,’’ 2021). En el Reino Unido, por su parte, se han implementado los pases sanitarios, conocidos como ‘’NHS Covid Passes,’’ los cuales funcionan como prueba de vacunación para viajar al extranjero o para participar en actividades masivas dentro del país. Si bien no es una política obligatoria para los negocios, el gobierno ha recomendado su uso en espacios o eventos que requieran aglomeraciones por largos periodos de tiempo (tales como clubes nocturnos, conciertos, festivales y/o eventos deportivos), es decir, en actividades recreativas o no esenciales (Australian Human Rights Commission, s.f.). Esta decisión también ha dado origen a protestas en ese país en contra del supuesto autoritarismo de los pases sanitarios, demostrando, una vez más, la popularidad y solidez del movimiento.

Sin embargo, el caso más relevante es el de Francia, una de las democracias más importantes del mundo, en donde más de 200 manifestaciones se han llevado a cabo, reuniendo a casi medio millón de franceses. En algunas de las ciudades más grandes de ese país, incluidas París, Marsella, Niza y Montpellier, los antivacunas se han manifestado con cantos al unísono, pronunciando las palabras ‘’libertad, libertad,’’ y sosteniendo pancartas con la leyenda ‘’Pase=Apartheid,’’ equiparando, de manera absurda, inconsciente, y francamente, ignorante, el sistema de segregación racial que regiría a Sudáfrica y Namibia hasta 1992, con la actual implementación de una política a favor de la salud pública, en un esfuerzo por controlar la propagación del coronavirus (‘’Miles de franceses,’’ 2021). Por otra parte, en Estados Unidos, si bien los pases sanitarios aún no han sido implementados a nivel nacional, el creciente conservadurismo de ese país ha dado origen a un escepticismo casi radical sobre la existencia del virus, así como a la promoción de teorías conspirativas sobre los orígenes del mismo y la supuesta motivación política detrás de él.

Figura 1.
Protesta del movimiento anti-vacunas en Estados Unidos.

Fuente: Recuperado de This Is The Moment the Anti-Vaccine Movement Has Been Waiting For, por T. Haelle, 2021, The New York Times (https://www.nytimes.com/2021/08/31/opinion/anti-vaccine- movement.html).

En todos los casos, la libertad justifica el escepticismo, rechazo u oposición individual y colectiva a la vacuna contra el coronavirus y, específicamente, al uso de pasaportes sanitarios. Esta política es percibida como autoritaria, discriminatoria, e incluso, violatoria de los derechos humanos. Sobre todo, parece representar, al menos ante este grupo antivacunas, la absoluta antítesis de la libertad humana: aquella que surge del intelecto, único y distintivo, de la especie. Es un argumento que, sobre todo, en una sociedad democrática, podría resultar válido. La libertad es un principio democrático, lo que obliga a los gobiernos de esos países a protegerla, no solo permitiendo a los ciudadanos decidir por sí mismos, sino participar en el diseño de políticas públicas a favor del bien común. La democracia se sustenta en el consenso y el acuerdo entre partes; en un ejercicio de diplomacia y fraternidad entre sus miembros. Ante este escenario, ¿son los pases sanitarios una política pública responsable, democrática y consciente de la libertad individual y colectiva? La respuesta es sí. Sí, lo son.

Existe una diferencia fundamental entre el autoritarismo y el liderazgo responsable. El autoritarismo es aquel que favorece los intereses de unos cuantos, reprimiendo o ignorando los derechos, pensamientos u opiniones de la mayoría. Un liderazgo responsable, si bien es firme y decisivo, prioriza el bien común, a través de una evaluación minuciosa y meditada de todos los planes de acción posibles. La implementación de pases sanitarios es el resultado de un liderazgo responsable. Los pases, o pasaportes, sanitarios responden a las necesidades de la sociedad en materia de salud pública, exponiendo una realidad indiscutible: sin vida no hay libertad. De esta manera, el argumento antivacunas, especialmente aquel que es propagado por narrativas conspirativas, es contradictorio, puesto que se opone a una estrategia que pretende preservar la vida y, por ende, proteger la libertad. Aún así, es importante reconocer que los pases sanitarios deben implementarse con ciertas condiciones y/o excepciones específicas. Por ejemplo, su aplicación debe ser ‘’razonable, necesaria y proporcional.’’ Debe tomar en cuenta ‘’el potencial de discriminación,’’ puesto que no toda la sociedad tiene acceso (o al menos no con el mismo grado de facilidad) a la vacuna. Y, lo más importante, debe considerar los casos particulares de personas que, por cuestiones médicas o dificultades para utilizar las tecnologías necesarias, no puedan inmunizarse o presentar sus documentos correspondientes (Australian Human Rights Commission, s.f.). Son escenarios precisos, que consideran la variedad de situaciones que podrían suscitarse. Además, los pases sanitarios son exclusivos para actividades no esenciales, es decir, recreativas o de entretenimiento que representen un riesgo por su masividad, por lo que las actividades cotidianas de la ciudadanía, si bien estarían limitadas, no estarían restringidas o imposibilitadas en su totalidad.

Los pases sanitarios permiten el regreso a la tan llamada normalidad, concientizando a la sociedad sobre su responsabilidad individual y colectiva, no solo para lograr una recuperación económica sostenida, sino para preservar la salud, la vida, y la libertad. El cuestionamiento y la protesta siempre serán saludables y necesarias. Cualquier decisión gubernamental debe ser analizada, sujeta a escrutinio y debatida con fundamentos sólidos. Los pases sanitarios no son la excepción. Sin embargo, en el proceso, este análisis debe contribuir a pulir y mejorar su uso e implementación, con una visión a largo plazo de recuperación económica y sanitaria. La protección del bien común debe ser el objetivo, incluso cuando se requiera un sacrificio personal. Comprender que solo en vida puede disfrutarse la libertad es el primer paso para lograrlo.

Motivos para la implementación de pases sanitarios y la respuesta de la ciudadanía

A pesar de los esfuerzos de los gobiernos alrededor del mundo, así como las recomendaciones oficiales de la Organización Mundial de la Salud (OMS), la pandemia del coronavirus parece no desistir. Conserva su fuerza o la aumenta conforme individuos, comunidades y/o poblaciones enteras, en medio del hartazgo y la fatiga, abandonan las más básicas prácticas sanitarias. Este comportamiento, en algunos casos justificado, pero indistintamente nocivo, obliga a implementar nuevas y más estrictas medidas que, al mismo tiempo que abordan la crisis sanitaria, permiten la reactivación de las economías de cada país y del mundo. Los pases sanitarios, también conocidos como pasaportes, certificados o carnés de vacunación, son el principal ejemplo de estas estrategias.

Los pases sanitarios son documentos digitales que ‘’reserva[n] el acceso a determinados lugares públicos a las personas vacunadas, curadas o negativas [al virus]’’ (Ledsom, 2021). Funcionan a través de códigos Quick Response (QR), los cuales deben ser presentados por toda persona con intenciones de participar en la actividad económica, particularmente, en establecimientos culturales y/o de entretenimiento. De esta manera, los pases sanitarios hacen de la vacunación contra el coronavirus un requisito, más que una decisión, promoviendo dos esfuerzos clave: acelerar la reactivación económica e incrementar los índices de inmunidad. Es así como la introducción de esta nueva medida sanitaria, percibida, en gran medida, como arbitraria, ha popularizado el debate entre la libertad de decisión versus el bien común. Cada vez son más los países que optan por su implementación y, por ende, la división de opiniones se convierte, lenta y peligrosamente, en hiperpolarización.

Figura 2.
Ejemplar del pase sanitario a ser implementado en Canadá.

Fuente: Recuperado de Trudeau unveils Canada’s new COVID vaccine passport for domestic, international travel, por K. Slepian, 2021, Parksville Qualicum Beach News (https://www.pqbnews.com/news/trudeau-unveils-canadas-new-covid-vaccine-passport-for-domestic- international-travel/)

El concepto de pase sanitario parecería ambiguo. Su interpretación y, por lo tanto, su aplicación, pueden variar según la entidad que lo solicita. Es importante aclarar que, si bien, por lo general, la portación de un pase sanitario no es obligatorio, se recomienda de manera oficial, puesto que, conforme la pandemia avanza, son más las actividades esenciales que optan por su uso. La especificidad del requisito no es única, es decir, dependerá de la actividad, situación, o incluso, del territorio en cuestión. En algunos casos, el pase sanitario deberá indicar si el individuo es portador del virus, ha estado en contacto con algún portador, o está libre de riesgo. En otros casos, el pase sanitario es, más bien, un certificado de vacunación, haciendo de la inoculación necesaria para el acceso o participación de la persona en dicha actividad no esencial. Las autoridades migratorias de algunos países incluso han decidido requisitar una

prueba de vacunación (un pase o pasaporte sanitario, certificado o carné de vacunación contra el COVID-19) para ingresar a territorio nacional. Cualquiera que sea su objetivo, la solicitud del pase sanitario en sus distintas formas es cada vez más popular, reduciendo los posibles escenarios en donde algún tipo de constancia no sea necesaria, a su vez alimentando la inconformidad de los grupos sociales que argumentan, con ira y obstinación, que estos documentos atentan contra los derechos humanos y la libertad de decisión, sometiendo a individuos y sociedades a un autoritarismo que raya en la dictadura.

China sería el primer país en introducir el concepto de un pasaporte sanitario. El gobierno de ese país anunciaría el certificado electrónico en marzo de 2021 como una estrategia para facilitar los viajes transfronterizos bajo el criterio de que, si bien ‘’la pandemia’’ aún no termina, ‘’la economía mundial necesita empezar de nuevo y los encuentros entre personas deben reanudarse sin mayor dilación’’ (‘’China se convierte,’’ 2021). En este caso, el pasaporte sanitario consistiría en un documento disponible en dos formatos, uno digital (para la población con acceso a un teléfono) y otro físico (para niños y aquellos que carecen de un móvil), conteniendo información encriptada en código QR, lista para ser verificada, desencriptada y leída por las autoridades pertinentes, en caso de ser necesario (‘’El método chino,’’ 2021).

La visión de China sería, más bien, global, ‘’[facilitando] la emisión de visados’’ y ‘’[haciendo] los viajes entre países más sencillos’’ para lograr ‘’encuentros más seguros y ordenados’’ alrededor del mundo (‘’China se convierte,’’ 2021). Sin embargo, el documento no solo tendría los fines de un pasaporte, sino también de un pase sanitario, el cual sería solicitado para participar en cualquier actividad no esencial.

En el teléfono, el ‘’código sanitario’’ se asemeja a un semáforo, en donde el color verde significa que la persona está sana, el amarillo representa un potencial de riesgo y la obliga a permanecer en cuarentena en su hogar, y el rojo indica que está contagiada, enviándola directamente a un lugar designado para su confinamiento. En China, hay diversas aplicaciones móviles que, al igual que los códigos QR, concentran esta información, basándose en datos de geolocalización facilitados por los operadores, un análisis minucioso de los movimientos registrados en los 14 días precedentes, y un historial de pruebas de diagnóstico y de vacunas alrededor del país (‘’El método chino,’’ 2021). Es un esfuerzo coordinado y ambicioso, cuyo objetivo es autentificar la información, atender los casos sospechosos y confirmados de COVID-19, brindar confianza y tranquilidad a la ciudadanía, proyectar una imagen de responsabilidad en el escenario internacional y, sobre todo, actuar de manera proactiva y definitiva contra el virus. Tras el éxito de esta estrategia, los pases sanitarios o sus derivados han comenzado a ser adoptados alrededor del mundo, con particularidades y exigencias distintas en cada país, pero con un mismo objetivo: domar la pandemia.

Europa es ahora el epicentro de los pases sanitarios. Son múltiples los países que han optado por su implementación, aún cuando eso implique un descontento casi generalizado, fomentado por la demagogia y el miedo, de la sociedad. Hungría, Austria y Dinamarca serían los primeros países europeos en introducir sistemas de pases sanitarios. En Hungría, los ‘’certificados de inmunidad’’ se implementarían para reabrir hoteles, teatros, salas de cine y el interior de los restaurantes. En Austria, llevarían a la reapertura general del país, solicitando a los ciudadanos presentar una prueba negativa, un certificado de anticuerpos o una prueba de vacunación en hoteles, restaurantes, gimnasios, museos, conciertos, peluquerías y eventos deportivos. En Dinamarca, se harían obligatorios para acceder a establecimientos como peluquerías o gimnasios. Por su parte, en Portugal e Irlanda, su uso es limitado, es decir, solo se requiere en espacios o actividades específicas. En Francia, es obligatorio para ingresar a establecimientos culturales y de ocio, tales como museos, cines, parques temáticos, festivales y ferias, que concentran a más de 50 personas. En Italia, los ‘’pases verdes’’ se solicitan a pasajeros de vuelos domésticos, trenes de largas distancias y transbordadores, así como a profesores, personal de establecimientos escolares y universidades y estudiantes universitarios. En Alemania y España, la decisión depende de cada región, haciendo de algunas zonas particularmente vulnerables a las nuevas olas de contagios (‘’El pase sanitario,’’ 2021).

La Unión Europea, específicamente, ha implementado el Certificado Covid Digital para viajar dentro de la Unión Europea, el cual demuestra que una persona ha sido vacunada, ha dado negativo en la prueba del virus o se ha recuperado de la enfermedad, permitiendo la libre circulación entre todos los estados miembros. No obstante, es decisión de cada país la manera en que el certificado se utiliza dentro de sus respectivos territorios, así como la necesidad de recibir vacunas de marcas farmacéuticas específicas (‘’¿Qué países están,’’ 2021).

El Vaticano también ha establecido requerimientos específicos: por orden del papa Francisco, trabajadores y visitantes de la Ciudad del Vaticano o de los lugares de jurisdicción de la Santa Sede deberán presentar un certificado sanitario, a excepción de los fieles que acudan a ceremonias o audiencias generales los miércoles. Esta iniciativa surge ‘’con el fin de adoptar todas las medidas adecuadas para prevenir, controlar y contrarrestar la emergencia de salud pública en el Estado’’ y, al igual que en Italia, consiste en un ‘’certificado verde’’ que acredita la vacunación contra el SARS- Cov-2, la recuperación del SRAS-Cov-2, o la prueba molecular o antigénica rápida con un resultado negativo para el virus, realizada en las últimas 48 horas. Curiosamente, esta decisión expone la polarización que se vive, incluso, dentro del Vaticano, revelando que algunos trabajadores pertenecen al grupo de los ‘’antivacunas,’’ por lo que es necesario implementar medidas que, si bien protejan a la comunidad católica, concedan cierta libertad a los escépticos (‘’El Vaticano exigirá,’’ 2021).

Otros países fuera del continente europeo también se han sumado a esta iniciativa. En Chile, se ha intentado entregar un ‘’pase de movilidad’’ a los ciudadanos que hayan completado el esquema de vacunación. En Nueva York, así como en Quebec, la implementación de pases sanitarios son decisiones aisladas, restringiendo las actividades no esenciales solo en estos territorios. En Israel, únicamente las personas vacunadas, curadas de COVID-19 o con una prueba PCR negativa pueden ingresar a lugares que aglomeran a más de 100 personas, en interiores o exteriores (‘’El pase sanitario,’’ 2021). En Túnez, el ‘’pase de vacunación’’ es necesario para entrar a restaurantes, edificios oficiales, colegios y universidades, eventos culturales, entre otros. El caso de este país africano es uno de los más estrictos en el mundo, puesto que el decreto publicado por ese gobierno exhorta a los ministerios a organizar ‘’campañas de vacunación intensivas’’ para sus empleados, advirtiendo que los trabajadores, tanto del sector público como privado, que no tengan el pase sanitario ‘’verán suspendido su empleo’’ hasta ser inoculados (‘’Túnez pedirá un,’’ 2021).

Colombia, Corea del Sur, Emiratos Árabes, Japón y Reino Unido también destacan por su adopción de los pases sanitarios.

Figura 3.
Solicitud de pases sanitarios en clubes nocturnos en Reino Unido.

Fuente: Recuperado de Covid passports: How do I get one and when will I need it?, de BBC, 2021 (https://www.bbc.com/news/explainers-55718553).

La resistencia de individuos y comunidades a recibir la vacuna contra el coronavirus, además de reflejarse en protestas y expresiones de inconformidad, también ha resultado en una nueva oportunidad de negocio: la falsificación de certificados de vacunación. Hasta ahora, se han reportado diversos casos de esta naturaleza alrededor del mundo. Sin embargo, destacan algunos por su popularidad, su rentabilidad, y/o por la estafa detrás de ellos. En Italia, se reportaría el caso de un joven de 17 años que acumularía una riqueza de al menos 20 mil euros tras comenzar a comercializar certificados sanitarios falsos. Se presume que el sujeto se desempeñaba como el referente italiano de un grupo de ‘’piratas informáticos rusos’’ especializados en la falsificación de certificados del coronavirus, quienes acumularían datos privados de usuarios con el fin de abrir cuentas bancarias, tarjetas de crédito y perfiles en las principales plataformas de comercio electrónico (‘’Capturan a joven,’’ 2021). Alrededor del mundo, los certificados de vacunación se expiden de manera gratuita tras recibir la vacuna contra el COVID-19. Sin embargo, entre la comunidad que se resiste a inocularse, por miedo, aversión o escepticismo, este negocio es cada vez más popular, aumentando no solo la demanda, sino el número de oferentes dispuestos a tomar el riesgo.

Por su parte, en Países Bajos, ocurriría algo bizarro y estremecedor: comenzaría a circular un ejemplar apócrifo de un certificado de vacunación digital a nombre de Adolf Hitler, líder de la Alemania Nazi durante la Segunda Guerra Mundial. Un ciberdelincuente ofrecía dicho pase en un foro de comercio para ‘’[enseñar] sus servicios,’’ demostrando que podía crear un código QR a nombre de cualquier persona, válido en todos los países de la Unión Europea (UE) por ‘’reconocimiento recíproco’’ (‘’Investigan certificado de,’’ 2021). Este incidente, además de dejar al descubierto la facilidad con la que pueden producirse documentos falsos que difícilmente puedan identificarse como tal, plantea un nuevo reto para los gobiernos: establecer metodologías estrictas y desarrollar sistemas indescifrables que aseguren la veracidad de la información. De lo contrario, además de significar un peligro sanitario, la falsificación de certificados de vacunación se convertiría en una emergencia de seguridad nacional. De hecho, ya lo es.

En respuesta a estos fenómenos, resultado de la resistencia de algunos grupos sociales a recibir la vacuna contra el coronavirus, han surgido casos recientes de países que han optado por confinar a estas comunidades con el objetivo de frenar el aumento desmedido de contagios en sus respectivos territorios. En un esfuerzo por ‘’[reducir masivamente] los contactos entre los vacunados y los no vacunados,’’ el gobierno de Austria, por ejemplo, ha anunciado que pondrá en cuarentena a cerca de 2 millones de personas no vacunadas. Estas personas solo podrán abandonar sus hogares para ‘’trabajar o comprar alimentos,’’ prohibiéndoles participar en actividades no esenciales, como acudir a restaurantes, peluquerías y cines. (‘’Covid-19: Austria,’’ 2021). Los Países Bajos, por su parte, han impuesto una ‘’cuarentena leve’’ para limitar los contactos sociales en medio de un aumento en la tasa de contagios. En Letonia, se ha prohibido a los legisladores anti-vacunas participar en debates y votar leyes hasta mediados del próximo año. En Australia, a partir de diciembre de este año se negará el acceso a restaurantes, bares y eventos deportivos a las personas que no hayan recibido ninguna dosis de la vacuna. En Singapur, quienes no se vacunen por decisión propia tendrán que pagar sus propias facturas médicas a partir de diciembre (‘’Covid- 19: Austria,’’ 2021).

En síntesis, la resistencia de la ciudadanía a la vacuna existe, principalmente, en tres formas: la primera, como una genuina consternación sobre los posibles efectos de una vacuna que, en medio de una crisis de relevancia global, pareciera haberse producido de manera precipitada. La segunda, como una preocupación ante la intervención del gobierno, percibida como excesiva, en el sector privado, reduciendo su autonomía. La tercera, como un escepticismo infundado, fomentado por teorías conspirativas y demagógicas, que perciben a la vacuna como un invento del Estado. En los tres casos, la oposición surge de una clara desconfianza. De una resistencia a creer.

Una de las principales responsabilidades de un Estado democrático es fomentar la participación de la ciudadanía en las decisiones que competen al país. La capacidad de cuestionar, aquella que distingue al ser humano, es la base de dicha participación.

Sin embargo, la intervención del Estado, no como una voz absoluta, sino como un mediador entre opiniones, es necesaria cuando los intereses personales se contraponen a los colectivos. En medio de la pandemia del coronavirus, alcanzar un consenso es fundamental. Es así como los pases sanitarios responden a ambas posturas, fomentando un comportamiento u acciones específicas, sin imponerlas. Estas medidas son el resultado de un liderazgo responsable que, si bien es firme y sólido, no es autoritario. Sin embargo, la obstinación de la ciudadanía, aquella que se rehúsa a considerar la validez de ambas posturas, desarrollando una obsesión por una sola, orilla al Estado a tomar decisiones cada vez más estrictas y menos permisivas, las cuales, aunque continúan respetando la libertad individual a pensar, cuestionar y decidir, priorizan el bienestar colectivo.

Efectos de los pases sanitarios en la recuperación económica y los índices de vacunación de los países en donde se han implementado

La pandemia del coronavirus ha desatado, además de la más severa crisis sanitaria en el último siglo, un periodo de estragos económicos alrededor del mundo. La manera en que el mundo ha lidiado con estas dificultades, además de ser producto de las decisiones particulares de cada gobierno, también es el resultado de esfuerzos coordinados que, conscientes de la irreversibilidad de sus consecuencias a falta de acciones concretas, pretende acelerar el término de la pandemia.

Los pases sanitarios son parte de dichos esfuerzos, y han tenido resultados positivos. Los datos más recientes sugieren que su implementación en algunos países ha acelerado los procesos de vacunación, contribuyendo a la reactivación económica, y brindando un poco de normalidad a la vida cotidiana. Francia e Italia, dos de los pioneros de los pases sanitarios, y en donde, hasta este momento, su implementación continúa siendo rigurosa, ejemplifican este comportamiento.

Desde su anuncio, la implementación de pases sanitarios en Francia sería percibida con aversión y reproche por parte de la ciudadanía, desatando una ola de protestas alrededor del país. Sin embargo, el gobierno de Emmanuel Macron se ha mantenido firme en su postura, argumentando que es una medida es necesaria, no solo para reactivar la economía (sus actividades esenciales y no esenciales), sino para motivar a la sociedad a confiar en la vacuna. Es así como, a inicios de noviembre de este año, tan solo unos meses después de la introducción de esta medida sanitaria en ese país, el presidente anunciaría que se exigirá que la población mayor de 65 años y las personas con comorbilidades reciban una tercera dosis de la vacuna contra el COVID-19 para disponer y/o mantener su pasaporte sanitario. Advertiría que ‘’la quinta ola ha comenzado en Europa,’’ por lo que ‘’la solución es una inyección de una dosis suplementaria.’’ Asimismo, adelantaría que, a partir de diciembre, esta nueva política aplicará a los mayores de 50 años, también (‘’Francia exigirá la,’’ 2021). A diferencia de otros países alrededor del mundo, Francia aún no ha aprobado la ampliación de vacuna a menores de 12 años, por lo que sus esfuerzos se han concentrado, principalmente, en la población adolescente y adulta.

Actualmente, Francia es el sexto miembro de la Unión Europea con el mayor porcentaje de habitantes vacunados con al menos una dosis, situándose en alrededor del 76% de la población, mientras que casi el 70% ha recibido ambas dosis, según datos de noviembre de 2021 (Our World in Data, 2021). Según la última actualización del informe trimestral ‘’Perspectivas de la economía mundial’’ del Fondo Monetario

Internacional (FMI), publicado en octubre de 2021, la estimación de crecimiento para Francia aumentó en 0.5 puntos a 6.3% como resultado de la aceleración en sus procesos de vacunación, los cuales serían impulsados, en gran medida, por la introducción de los pases sanitarios en julio de este año, justamente, un trimestre antes de la publicación del reporte (‘’La pandemia sigue,’’ 2021).

Por su parte, en Italia, el uso obligatorio del certificado sanitario para trabajadores, tanto del sector público como privado, sería anunciado a mediados de octubre de este año. El gobierno de ese país especificaría que, desde entonces y hasta el 31 de diciembre, todos los lugares de trabajo deberán negar el acceso a cualquier persona que no porte un pase sanitario. Los trabajadores del sector público que se resistan a ser vacunados y, por ende, carezcan de un certificado de vacunación, serán sancionados sin sueldo al quinto día de ausencia, mientras que los privados, desde el primer día. Es una medida rigurosa que afecta a 23 millones de trabajadores. Sin embargo, su impacto se ve reflejado en los índices de vacunación de ese país, en donde más del 78% de la población mayor de 12 años, es decir, alrededor de 40 millones de personas, han completado la pauta de la vacuna, según cifras de noviembre de 2021 (‘’Italia: suben vacunaciones,’’ 2021).

Estas cifras, contrapuestas a las de países como México, en donde, si bien se expiden certificados de vacunación, su uso en actividades no esenciales es más bien una fantasía, y en donde el gobierno mismo ha contribuido a la politización de la vacuna, fomentando el escepticismo y la aversión hacia ella por parte de ciertos grupos sociales, demuestran la importancia de un liderazgo responsable y firme, en donde las medidas sanitarias sean implementadas con una visión de seguridad sanitaria, tanto para el corto como para el largo plazo. Más específicamente, en México, aproximadamente el 49.1% de la población ha sido vacunada en su totalidad, es decir, con un mínimo de dos dosis, hasta noviembre de 2021 (Our World in Data, 2021). Si bien es cierto que, en ocasiones, un comparativo entre países es poco objetivo por sus diferencias demográficas, principalmente, el tamaño de su población, el margen entre ambos (en este caso, de casi el 30%), muestra una diferencia abismal en términos, no solo de la visión detrás de sus campañas de vacunación, sino de su verdadero alcance. El éxito, no solo de la teoría, sino de la realidad.

A finales de septiembre de este año, es decir, incluso antes del anuncio antes mencionado, el Primer Ministro de Italia, Mario Draghi, economista de profesión, aseguraría que la campaña de vacunación en ese país ha permitido su recuperación económica frente a la pandemia. Sostendría que las vacunas contra el COVID-19 son ‘’un ingrediente que favorece la recuperación de la economía italiana,’’ proyectando un crecimiento del 6%, superior a las previsiones iniciales del 4.5%, para este año (Barry, 2021). El incremento en las exportaciones, el impacto de las medidas gubernamentales de apoyo a la economía, un aumento de la confianza de los consumidores y las empresas, y una importante reducción de los casos de coronavirus, todos facilitados, en gran medida, por la solidez de los esfuerzos de inmunización, han hecho posible este incremento en el pronóstico, el cual, se espera, se mantenga optimista para el 2022 (Barry, 2021).

La crisis económica, producto de la pandemia, tiene distintos ejes. Es un fenómeno que, si bien tiene un origen claro, no tiene una sola solución. El diseño de planes ambiciosos, pero viables, por parte de los distintos gobiernos es fundamental para abordar las situaciones particulares de cada país. En la eficiencia de su ejecución está la clave para una recuperación sostenida y coordinada alrededor del mundo. La vacunación, específicamente, es una de las estrategias más prometedoras, tanto en términos económicos como sanitarios, puesto que posibilita la emisión y posesión de pases sanitarios, los cuales permiten y fomentan la participación de la ciudadanía en las distintas actividades de cada país, resultando en su recuperación económica.

En términos microeconómicos, es decir, a nivel de los consumidores y las empresas, esta estrategia tiene beneficios para ambos, reactivando, de manera simultánea, la demanda y la oferta. En términos macroeconómicos, la vacunación permite la interacción entre países, no solo a través de movimientos transfronterizos, los cuales contribuyen al turismo y la actividad económica entre países, sino a partir de la importación y exportación de bienes y servicios. De esta manera, la inmunización, y por ende, los pases sanitarios, además de ser estrategia ambiciosa, tangibilizan una aspiración casi universal: la recuperación del mundo. La superación de la adversidad y la incertidumbre. El regreso a la tan llamada normalidad o, al menos, una versión renovada, pero reconocible, de ella.

Conclusión

Desde sus inicios, la pandemia del coronavirus se ha caracterizado por su complejidad. Es un fenómeno sin precedentes en la historia moderna, que ha obligado a individuos, comunidades, gobiernos y países enteros a actuar a partir de la incertidumbre. Sin embargo, tras más de año y medio de emergencia sanitaria, la humanidad, si bien aún no es experta en el antígeno, ha aprendido de él. Lo conoce, lo ha explorado con detenimiento, y ha desarrollado una necesidad casi desesperada por terminar con su existencia. Estos hallazgos, además de brindar un sentido de certidumbre (mínimo, quizás, pero significativo), se transforman en esfuerzos cuyo objetivo es diseñar estrategias proactivas, no solo reactivas, que marquen una diferencia entre el antes y el ahora de la pandemia. El pasado y el presente. La vulnerabilidad y la fortaleza.

La pandemia es una crisis universal, que compete y afecta a la humanidad entera, de manera simultánea. Sitúa al mundo en una misma realidad, dejando al descubierto su interdependencia e interconexión. Deja en claro la importancia de actuar de manera coordinada, en un esfuerzo conjunto, para controlar al virus, inhibirlo, y, eventualmente, eliminarlo.

Uno de los aspectos más extraordinarios de este fenómeno, o la universalidad del mismo, es la rapidez con la que la humanidad explotaría sus ideas, su intelecto y su creatividad, con el propósito de encontrar una solución, lo más inmediata posible, a los contagios, desmedidos y, en muchos casos, mortíferos, alrededor del mundo. Un descubrimiento que, generalmente, requiere años de investigación y desarrollo, pero que, en medio de la pandemia, pudiera lograrse en cuestión de meses. Una estrategia de inmunización. Una vacuna contra el COVID-19.

Son esos esfuerzos, globales y entusiastas, los que han permitido que ahora existan diversas vacunas contra el coronavirus, listas para su comercialización por parte de los gobiernos y su distribución entre la ciudadanía. Sin embargo, las campañas de inoculación han desatado, a su vez, un debate alrededor del mundo, resultando en opiniones divididas y, en muchos casos, en la hiperpolarización de la sociedad, con respecto a la imposición de la vacuna. Este debate surge de un escepticismo por parte de individuos y comunidades, quienes argumentan que la vacuna fue producida y aprobada de manera precipitada, con el fin de encontrar una solución inmediata, pero potencialmente peligrosa, a la pandemia, por lo que su seguridad no está garantizada. Cuestionan sus posibles efectos, juzgando y calificando como irresponsables a quienes fomentan su aplicación. Si bien es una consternación comprensible y justificada, el verdadero conflicto surge cuando ciertas voces, específicamente, aquellas pertenecientes del movimiento antivacunas, fundamentan su escepticismo en teorías conspirativas, ideas demagógicas, y una manipulación de la realidad que busca sembrar terror en la audiencia, convenciéndola de evitar la vacuna a toda costa.

Es así como la implementación de pases sanitarios, documentos que certifican la vacunación del individuo contra el COVID-19, los cuales han adquirido popularidad alrededor del mundo como una estrategia de reactivación económica, resultan tan controversiales. Y es que, si bien, en la mayoría de los casos, estos certificados no obligan a la ciudadanía a recibir la vacuna, reducen las oportunidades de recreación y entretenimiento para aquellos que se resisten a inocularse por decisión propia. Bajo este criterio, los pases sanitarios suelen percibirse como una medida arbitraria y, sobre todo, autoritaria, que viola los derechos humanos y la libertad de decisión, siendo calificados por sus más fervientes críticos como el primer paso hacia el totalitarismo.

A lo largo de este artículo académico, se exploró dicha premisa, concluyendo que la implementación de los pases sanitarios es, más bien, producto de un liderazgo firme y responsable, mas no autoritario. La habilidad más importante del ser humano, aquella que la distingue y la califica como un intelectual, es la de cuestionar. Pensar y cuestionar libremente no son solo derechos democráticos, sino que constituyen las capacidades más cruciales y, al mismo tiempo, más frágiles, que posee esta especie. Sin embargo, la libertad no es sinónimo de egoísmo y, por ende, no es una justificación absoluta para un comportamiento que antepone los intereses personales, mientras que compromete los colectivos. En medio de la pandemia del coronavirus, esta realidad se ha hecho aún más relevante, siendo la implementación de pases sanitarios el escenario ideal para experimentar ambas posturas. Estos pases no buscan antagonizar las campañas de vacunación, dejando a un lado los derechos y las libertades. Por el contrario, su propósito es lograr que coexistan, la vacuna y la libertad, protegiendo aquello que da origen a ambas: la vida.

Bajo ese criterio, esta investigación profundizó en dos aspectos fundamentales de los pases sanitarios: los motivos para su implementación y la respuesta de la ciudadanía, y su impacto en los esfuerzos de reactivación económica y los índices de vacunación de los países que han optado por su uso. El artículo concluye que, si bien las particularidades de los pases sanitarios varían según la entidad que los implementa, el objetivo común es lograr la reincorporación de la sociedad a la actividad económica de manera segura y ordenada. Además, destaca los casos específicos de dos países, Francia e Italia, en donde los pases sanitarios no solo han contribuido a los esfuerzos de inmunización, incrementando los índices de vacunación, sino que han aumentado las estimaciones de crecimiento de ambas economías, creando un escenario de optimismo y confianza.

Con base en estos resultados, surge una nueva pregunta: ¿cómo lograr ese mismo impacto alrededor del mundo? La gran mayoría de los territorios que, hasta este momento, han implementado los pases sanitarios, son países desarrollados o en desarrollo. Sin embargo, su aplicación se dificulta en países de bajos ingresos, los cuales dependen, significativamente o en su totalidad, de donaciones o ayuda externa. Es por eso que, además de asegurar la producción y aplicación de la vacuna, los esfuerzos deben enfocarse en la distribución equitativa de la misma alrededor del mundo. Una vez más, para lograrlo, se requiere de coordinación, cooperación y solidaridad.

Las necesidades particulares de cada país son importantes y deben abordarse con la debida responsabilidad. Sin embargo, la pandemia solo será superada cuando la humanidad entera esté protegida. Cuando los intereses de uno se perciban como los intereses de todos. Cuando el mundo esté unido, finalmente, en un mismo esfuerzo. Cuando exista una sola realidad.

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