El algo que se nos viene: ansiedad nacional
Espacio en el que ha aparecido el artículo y fecha en que ha sido publicado: e-consulta (25-05-2018).
En estos momentos de campaña parece existir un suspenso sobre el futuro que tomaremos como nación en las estas elecciones. Sin importar la decisión o indecisión de cada uno de nosotros, vive hacia nuestros adentros una sensación de que “algo se nos viene.” Esa increpante angustia se ve constantemente alimentada con una creciente e incisiva ola de opiniones, distractores, intereses y lluvia de comentarios con la que nos vemos bombardeados a todo momento.
Independientemente de la naturaleza de “ese algo que se nos viene,” de quien gane, o de la preferencia del lector por un candidato u otro, me he tomado la libertad de clasificar el resultado en tres posibles escenarios. Con esto, y dada mi naturaleza ansiosa, me es posible prepararme para cualquiera de los resultados sin caer en una histeria.
El primer escenario es para un servidor el que cuenta con mayores probabilidades de ocurrir. Es decir, independientemente del candidato que gane, todo sigue generalmente igual sin impactar significativamente la vida del ciudadano común y corriente. Cambiarán los nombres de las personas o de las instituciones, pero el resultado en general será el mismo. En otras palabras, lo podría poner como mismo pueblo y mismo gobierno (solo que este último con diferente color).
Un segundo escenario con menores probabilidades es ver un cambio positivo en México palpable. Un crecimiento acelerado de la economía que se vea reflejado en la mayoría de los bolsillos de los mexicanos. Un estado derecho que brinde confianza y justicia basado en leyes que se respetan. En fin, tendríamos que ver una estrategia como la han seguido otros países (Corea del Sur, por ejemplo) aplicarla y conseguir las metas planteadas. Cabe la pena mencionar que, por definición, este escenario podría representar el tercer escenario para algunos.
Mi tercer y último escenario, desde mi perspectiva también con pocas probabilidades de ocurrir, es el catastrófico: una crisis generalizada. Se cae la economía, se van las inversiones, el estado derecho se vuelve autoritario, y conseguir aquello que hoy se tiene para vivir en cada uno de los hogares se convierte en un viacrucis. Las cúpulas por supuesto siguen existiendo, pero se reduce el acceso a las mismas, ni corrompiendo a las autoridades se obtiene justicia. Al igual que el caso anterior, existe la posibilidad de que estas nuevas cúpulas vean este escenario por beneficio propio como el segundo.
Habrá quien justificadamente pueda argumentar (un servidor entre ellos) que para conseguir el deseado primer escenario es necesaria una dosis del tercero. No se puede dar el primer escenario sin sacrificar algo, sin apostar a una estrategia decidir un rumbo, objetivos y prioridades. ¿Queremos hacer ese ejercicio como nación? ¿o nos puede ser esta una medicina más dolorosa que la enfermedad?
Kahneman, psicólogo que ganó el premio nobel de economía, argumentaría que a menos que dicha medicina represente significativamente mejoras en comparación a las desventajas de tener que tomarla, preferiríamos no tomarla. Entonces vuelvo a preguntar ¿qué tan enfermos estamos como país? ¿Somos un enfermo terminal o simplemente tenemos un resfriado? y al mismo tiempo ¿es esta medicina un jarabe de mal sabor o una cirugía mayor?
La escritora inglesa Virgina Woolf decía que tomar con ansiedad es comparable a ser un niño perdido que no sabe a dónde ir. Espero que este pequeño texto sirva a todos aquellos que, como yo, vemos un vasto número de imperantes áreas de oportunidad en nuestro país, pero que al mismo tiempo damos gracias por las oportunidades que tenemos aquí mismo.
Acerca del autor:
Profesor asociado senior de la Escuela de Negocios de la Universidad de las Américas Puebla desde el 2016 y Director de posgrados desde 2017. Actualmente también colabora con el Centro de Estudios para América Latina de la Universidad de Cornell. Ingeniero en Sistemas Computacionales por la Universidad de las Américas en el 2000, y la Maestría y Doctorado en Ingeniería y Administración de Sistemas por Texas Tech University. De 2007 hasta el 2016 fue Director de posgrado y Director de Ingeniería para el Tecnológico de Monterrey en los Campus de San Luis Potosí y Veracruz. Su área de interés en investigación se centra en el entendimiento y análisis de sistemas productivos para su mejora, con un énfasis en emprendimiento, pequeñas empresas e impacto social. Colaborador a nivel de desarrollo y vinculación académica de Nestlé y Wal-Mart de México. El Dr. Barroso es miembro del IIE y ASEE además de ser Alpha Pi Mu y Tau Beta Pi por Texas Tech.
Por: Dr. Luis Alberto Barroso Moreno
Profesor del Departamento de Administración de Empresas, UDLAP
luis.barroso@udlap.mx