Cinematógrafo como extensión del pensamiento humano
Tesis digitales UDLAP
Introducción
“Que se cumpla lo previsto, que ellos den crédito y se rían de sus pasiones. Lo que ellos llaman pasiones realmente no es una energía anímica sino un roce entre el alma y el mundo exterior. Lo principal es que crean en sí. Y estén desamparados como niños, porque la debilidad es grande y la fuerza sutil. Cuando el hombre nace su cuerpo es débil y ligero. Cuando muere es fornido y duro. Cuando un árbol crece es tierno y mimbreño, pero cuando su tronco está seco y rígido, se está muriendo. La dureza y la fuerza son satélites de la muerte. La flexibilidad y la debilidad expresan la lozanía de la existencia. Por eso lo que se ha endurecido no vence”
Stalker1
Cuando era pequeño, mis padres solían llevarme al cine como a cualquier niño de clase media promedio que hubiese nacido en los noventas. Mentiría si empezara a detallar las emociones o impresiones que pasaban por mi cabeza cuando vi por primera vez películas como Toy Story (1995) y The Lion King (1994), películas que formaron parte de mis primeras experiencias cinematográficas. La verdad es que sólo puede afirmar inciertamente que me encantaba ver películas, repetir los mismos VHS’s una y otra vez, pero para mí las películas eran como juguetes, mero entretenimiento.
Mi noción de Cine no era más que la de un complejo o sitio donde se proyectaban películas, podías comer palomitas y había un corte a la mitad de la función para continuar consumiendo alimentos que enriquecieran la experiencia. Pero no la experiencia de entender qué pasaba en la pantalla, sino la de haber pasado un buen fin de semana, de haberse divertido. No había retroalimentación intelectual de ningún tipo, pero no me quejo, mis padres no tenían ninguna educación artística así que todo lo que sé respecto al arte lo he aprendido gracias a azares del destino y por cuenta propia.
Esto no es una autobiografía así que iré al punto: un día simplemente entendí. ¿Qué fue lo que entendí exactamente? Cuál era la función del cine. Debo admitir que las causas que me llevaron a este desenlace no son muy alentadoras, pero precisamente en este desaliento uno es capaz de conocer la verdad. Sabía que había en las películas algo más allá de lo que la pantalla mostraba, empezaba a verlo, al principio no sabía exactamente de qué se trataba así que ese fue el motivo de mi empresa por entenderlo mejor.
El término cinéfilo me causa conflicto debido a que tiene muchas variantes. Es decir, un cinéfilo puede ser alguien que consume una gran cantidad de películas o series, pero gran parte de lo que consume puede ser de contenido artístico muy pobre, o aquel que es indiferente a lo que conlleva la disciplina artística cinematográfica y sin embargo se jacta de ser una gran conocedor de cine. Quede claro que mi conflicto es con la idea y no con las personas, pero de cualquier modo sigue siendo una cuestión que debe plantearse. Entonces, uno de los objetivos que se busca con este trabajo es dividir las concepciones del cine y compararlas para así aclarar y determinar las diferencias a para los usos de la palabra Cine. Porque esta palabra se puede usar para referirse a un lugar, a una disciplina o incluso una ciencia o tecnología.
De niño tenía una relación muy especial con mis películas. No voy a decir que fuera precisamente amistosa o muy emocional, simplemente pienso en toda la práctica que había entre el cine en cuanto objeto y yo. O sea, en ese entonces no hacia conciencia de esto, pero la máquina reproductora (el VHS) era mi cómplice en algún sentido. Esa máquina era la que me regalaba momentos alegres que no apreciaba entonces como ahora y que a su vez me permite estarlos apreciando en la actualidad. La reproductora de uno u otro modo forma parte de mi conciencia y de lo que soy, porque muchas cosas que considero partes de mi ser las obtuve del cine –o de la tele, que dicho sea de paso también es un tipo de Cine, pero ese tema no lo trataré aquí. El capítulo segundo, sobre las extensiones del ser, trazará el panorama físico de la relación hombre-cine, donde el hombre está en contacto directo y real con el cine y pacta con él la realización de sus sueños, volviéndose así el cine una especie de prótesis.
Yo considero que los más grandes directores en la historia del cine estaban enamorados. Esta palabra no la estoy usando a la ligera, no se trata del vulgar enamoramiento en el que supuestamente todos dicen creer, se trata de uno que resulta muy bello y perverso a la vez. Aquellos hombres estaban enamorados de una máquina: del cinematógrafo. En esta vieron una clase de contenedor de sueños, un transmisor visual de ideas que podía dibujarles mapas psíquicos para descubrirse. Pero también para que las personas se descubrieran, era la ventana que le abrían a un público desconocido esperando pactar un acuerdo mediante el entendimiento íntimo e ir destruyendo poco a poco la censura y permitir así la libertad.
Les amantes du cinema eran los herederos directos de los románticos del siglo XIX y para estar a la altura de sus antecesores tenían que recurrir al medio que le regaló la era eléctrica, tenían que moverse tan rápido como esta o si no muy probablemente el arte se hubiera extinto. Desafortunadamente, como todo medio artístico, está en libertad de cualquiera, y esto es lo que ha permitido la ignorancia entre lo que puede considerarse bien hecho y lo que no.
Andrei Tarkovsky tenía una forma muy particular de mostrar el mundo a la gente. Su filmografía, aunque también puede asociarse demasiado con los sueños y las fantasías tiene algo más que nos produce la sensación de percibir vida. Su genio cinematográfico está precisamente en que se concentraba mucho en representar el tiempo de la manera más fiel posible al real. Las suyas no eran simples cintas lúdicas para que uno pudiera juguetear con la fantasía, pese a que sí empleaba esta como temática en sus filmes. La cuestión es ¿cómo puedes representar fielmente el tiempo si el tiempo se supone no existe físicamente? Hay todo un debate al respecto, pero Tarkovsky dice que, aunque no puedes materializar el infinito, puedes transmitir una sensación de este, entonces cuando ves una de sus películas y percibes ese factor nouménico2, sabes que el director está siendo sincero contigo, te está diciendo la verdad incluso aunque no sea una del todo obvia.
Y es que esa es la importancia del cine. Por eso dediqué tiempo, e hice el mejor de mis esfuerzos por tratar de entenderlo un poco mejor. Porque probablemente sea el único medio donde podemos encontrar la verdad, ya que nos permite una mirada microscópica del mundo que creemos muchas veces se acaba a la vuelta de la esquina, pero no es así, hablamos de un universo al que jamás vamos a poder entender en su totalidad. Quizá la labor del cine sea ser participe en la evolución del hombre y su búsqueda del ser completo. O puede ser algo mejor, al menos desde la lección de Tarkovsky: que debemos dejar de pretender ser Dios y darnos cuenta de nuestra inferioridad ante el titánico universo, y que podemos obtener todo el entendimiento del mundo con una simple, pero sincera, mirada micro-cósmica de su belleza.
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1 Stalker. Dir. Andrei Tarkovsky, 1979. Fílmico.
2 Sobre el término noúmeno de Immanuel Kant, que hace referencia a la cosa en sí o algo que no necesita ser explicado porque es prácticamente imposible hacerlo. Sin embargo, se puede entender aceptando su pureza independiente a los fenómenos que la hayan puesto donde está.
Tesina presentada por
Licenciatura en Ciencias de la Comunicación con especialidad en Producción Audiovisual y Periodismo.
Departamento de Ciencias de la Comunicación. Escuela de Ciencias Sociales, Universidad de las Américas Puebla.
Evaluador
Director: Dr. Juan Carlos Reyes Vázquez