Trump y el populismo
El populismo ha sido definido por tres características, tres ideas: la distinción tajante entre «ellos» y «nosotros»; la representación del «nosotros» en un líder; y el rechazo a las mediaciones (instituciones políticas) entre el líder y el pueblo, el nosotros. Aunque bien podríamos añadir una cuarta: la falta de claridad entre los fines propuestos y los medios con los que se realizarán. El líder «sabe cómo hacerlo», no hay necesidad de que plantee políticas concretas para realizar sus objetivos.
La candidatura de Trump polarizó a la sociedad norteamericana. La distinción entre el «ellos» y el «nosotros» que se expresó en su campaña, resultó ser no tan nítida como la populista clásica (la «oligarquía» y el «pueblo»), o la nazi (los judíos y otros grupos frente a la «raza aria»), o la mexicana más reciente (la «mafia en el poder» y la «gente»). Aunque sí es claro que su discurso diluyó las complejas diferencias de la sociedad norteamericana para dejar por un lado a los supremacistas blancos y del otro a las minorías de ese país.
El liderazgo es asunto claro. La candidatura de Trump logró dar vida a un conjunto de ideas y emociones que estaban latentes en la sociedad norteamericana, que parecían marginales, después del triunfo de Obama. Una personalidad controvertida que representa muchos de los antivalores explícitos de la sociedad norteamericana logró obtener la mayoría electoral en la elección presidencial.
De las mediaciones entre el «líder» y el «pueblo» se ha dicho poco en el caso de Trump. El presidente electo no ha criticado, hasta donde sé, a las instituciones políticas de su país. No ha mandado al diablo a los partidos, al congreso, o al poder judicial. Lo único notable fue su cuestionamiento al proceso electoral, si y sólo si, por supuesto, él no ganaba la elección. Pero es un punto a observar, o «la cuestión a observar». Los disparates de Trump se verán limitados o imposibilitados, primero por la realidad misma: son imposibles de realizar. Pero también por el diseño de las instituciones de su país, que están hechas, como cualquier estudiante de Ciencia Política sabe, para evitar que un mal político haga demasiado daño.
La ausencia de una relación clara entre los fines que el candidato propuso y los medios por los que busca alcanzarlos, caracteriza sin duda a la candidatura republicana en 2016. Propone crear empleos y dinamizar la economía norteamericana. ¿Lo logrará expulsando migrantes, construyendo un muro en su frontera sur, obligando a las empresas de su país a regresar a su territorio original? No se ve la relación. Las consecuencias de estos medios serían más bien contrarias al fin buscado. El voto por Trump no da la impresión de haber sido racional (en el sentido de adecuación de los medios a los fines) sino emocional.
Parece claro que estamos frente a un caso de populismo.
Acerca del autor: Licenciado en Sociología por la UNAM, Maestro en Ciencias Sociales con Especialidad en Ciencia Política en la Facultad Latinoamericana de Ciencias Sociales, y Doctor en Ciencia Social con Especialidad en Sociología por el Colegio de México. Actualmente profesor de tiempo completo de la Universidad de las Américas, imparte las materias de Introducción a la Ciencia Política, políticas públicas, política mexicana contemporánea, Instituciones políticas y Democracia, Federalismo y Gobiernos locales, y Partidos y sistemas de partidos. Ha sido profesor y ha impartido cursos en doctorados, maestrías y licenciaturas en la UDLAP, así como en la Benemérita Universidad Autónoma de Puebla, La Universidad Autónoma de Tlaxcala, El Colegio de Sonora, La UNAM, Universidad Iberoamericana Golfo Centro, entre otras. Se ha dedicado a la investigación desde 1981 en distintas universidades, hasta hoy como profesor investigador de tiempo completo en la UDLAP. Ha publicado diversos artículos de revista y reseñas en el periódico Reforma, La Jornada, El Universal, entre otros. Tiene como premio a la mejor tesis doctoral de tesis sobre asuntos electorales en el IV certamen realizado por la Sociedad Mexicana de Estudios Electorales.
Por: Dr. Víctor Manuel Reynoso Angulo
Profesor De Tiempo Completo, Relaciones Internacionales y Ciencia Política, UDLAP.