Escribiendo la maternidad
Cualquiera pensaría que la literatura denominada tradicionalmente como “universal” enmarca todos y cada uno de los temas referentes a la existencia humana: guerras, viajes y conquistas, amor romántico y heterosexual, vocación literaria y madurez, paso del tiempo y mortalidad. ¿Más dónde queda la maternidad? ¿Acaso el nacimiento no es algo meramente universal? Como mujeres escritoras, hemos leído miles de poemas sobre el amor, miles sobre la muerte, pero poquísimos sobre el embarazo y el parto; y yo me pregunto ¿por qué? Podría ser porque, durante la mayor parte de la historia literaria, las mujeres han sido excluidas del canon hegemónico que eleva los temas referentes a la masculinidad. Podría ser que las mujeres escritoras, cuando no se escondían detrás del anonimato, reprodujeran por inercia los temas existentes en el mundo literario para encajar. Podría ser también que los temas que rodean a la maternidad fueran un tabú porque, como menciona Ostriker, los hombres “estaban celosos de nosotras, no sabían que lo estaban, y nosotras teníamos que protegerlos y evitar que se enteraran de ello” (2007). Incluso podría ser que, como menciona Adrienne Rich, “la antigua y constante envidia, temor y hasta terror del hombre para la capacidad que tiene la mujer de crear vida, ha tomado la forma de odio hacia cualquiera de los otros aspectos creativos de la mujer” (2019). Lo cierto es que, a lo largo de la historia, no solamente se ha reducido la maternidad a una mera trivialidad, sino que también se les ha advertido a las mujeres que para destacar en el ámbito literario tenían que “pensar como un hombre”, como si sus experiencias no fueran lo suficientemente dignas de ser escritas—lo suficientemente válidas para ser plasmadas.
A través de los años, las escritoras nos hemos acostumbrado a leer temas que no nos incluyen ni representan, con los que en definitiva no nos identificamos. Mientras tanto, los escritores no se han dado la oportunidad de leer vidas ajenas, de abrazar experiencias más allá de sus varoniles limitantes. Aún cuando de manera esporádica se han incluido personajes literarios de madres, la mayoría de estos han sido escritos por hombres, pensados por hijos que recuerdan su infancia—que recuerdan a su madre. Mas una madre vista desde fuera no equivale a la enmarañada experiencia maternal, aquella plegada de luces y sombras, temores y tormentos; aquella atravesada por el brutal contexto que la envuelve. Así es como la visión patriarcal ha presentado a las madres como objetos, como cuerpos al servicio de los otros, como recipientes del hombre, como organismos sin criterio que se arrastran en el desprestigiado reino animal. No es ningún secreto que, por siglos, los hombres han sido vinculados al mundo de la mente, la creación, la cultura y civilización; mientras que las mujeres han sido reducidas al mundo corpóreo de la procreación, de lo natural; un mundo deslindado de lo sublime—lo escritural.
Cuando una mujer artista se embaraza, se encuentra atrapada en un cuerpo que ya no le pertenece, en una existencia que ya no volverá a ser suya; atrapada —como dice Simone de Beauvoir— al servicio de la especie. ¿Más por qué no, en lugar de verlo como un final, se considera un interminable comienzo? A las mujeres artistas nos han enseñado que las tareas que conlleva la maternidad son nimiedades, tangenciales respecto a los aspectos principales de la vida, irrelevantes para los grandes temas de la literatura. A las mujeres artistas nos han educado en aquella misoginia que perpetua los sistemas de pensamientos que privilegian la muerte y las guerras, a la vida—al nacimiento. Mas tenemos una ventaja: la maternidad; la misma que nos conecta inmediata e inevitablemente con las fuentes de la existencia, la belleza, el crecimiento y la creación; que nos conecta con la ambivalencia, sufrimiento y realización. Más que escritoras, las mujeres somos capaces de plasmar en nuestras palabras la inexplorada experiencia de la maternidad.
Referencias:
[1] Ostriker, Alicia. “Una suposición atrevida: maternidad y poesía”. Maternidad y creación. Alba Editorial, 2007.
[2] Rich, Adrienne. Nacemos de mujer: La maternidad como experiencia e institución. Traficantes
de Sueños, 2019.
Acerca de la autora:
Michelle Gendreau Millet es licenciada en Literatura por la Universidad de las Américas Puebla y maestra en Estudios Interdisciplinares de Género por la Universidad Autónoma de Madrid (España), donde realizó estudios sobre la representación de la maternidad en la poesía mexicana escrita por mujeres, criticando su exclusión del canon hegemónico. Asimismo, cuenta con el diplomado de “Feminismos decoloniales” de la Escuela de Feminismos Alternativos Periféricas (España), y el diplomado de “Discriminación, violencia y crueldad como temas del presente” de la Universidad Internacional Menéndez Pelayo (España), impartido por la antropóloga feminista Rita Laura Segato. Actualmente se encuentra en proceso de inscripción del doctorado en Estudios Críticos de Género de la Universidad Iberoamericana de la Ciudad de México.
Por: Michelle Gendreau Millet
Egresada de la Licenciatura en Literatura de la UDLAP.