El impacto del conflicto Rusia-Ucrania sobre México
Hace unas semanas, el encabezado de un diario aseguraba que el precio de la tortilla no se incrementaría en Chiapas si estallaba una guerra entre Rusia y Ucrania. Aunque el encabezado causó hilaridad entre los lectores, encerraba una gran verdad. El acelerado proceso de globalización de las últimas dos décadas, que el escritor Thomas Friedman denominó Globalización 3.0, ha “aplanado” el planeta. No hay punto del orbe, por atrasado o aislado que esté, que no reciba de alguna manera el impacto de un acontecimiento relevante.
México, la quinceava economía del mundo y una de las más abiertas, dada su amplia red de tratados comerciales, está atado como pocos países a las consecuencias de una invasión rusa a Ucrania. Somos la mayor potencia exportadora de América Latina, incluso por encima de Brasil, y el peso mexicano se encuentra entre las divisas más negociadas en el mundo. Nuestro país, junto con Canadá, es el más dependiente de los vaivenes de la economía de Estados Unidos, economía que recibirá un impacto directo de una crisis militar en Ucrania. Por lo tanto, México sufrirá consecuencias tan tangibles que no solo incidirán en los indicadores económicos, sino también en la vida diaria de los mexicanos.
Enlistar los numerosos efectos que una invasión rusa tendría sobre México sería fútil y hasta aburrido. Cabe concentrarnos en las tres consecuencias más significativas. La primera sería un obvio aumento en los precios del petróleo y el oro. Ambos productos han sido el termómetro de las crisis globales de seguridad. Siempre que la economía mundial se siente amenazada como consecuencia de colisiones geopolíticas, los precios del oro y del petróleo se incrementan. México produce ambos en grandes cantidades. En particular el petróleo es uno de los sustentos de las finanzas públicas mexicanas. Esto puede parecer una buena noticia, pues los ingresos a las arcas públicas se incrementarían. Es solo un peligroso espejismo. Lo que se podría obtener en ingresos adicionales se perdería debido a dos graves efectos que no solo anulan, sino que rebasan con creces, los beneficios ilusorios del aumento en el precio del petróleo.
Estos dos efectos serían una pesadilla para México. Lo delicado del asunto es que el primero se empezará a sentir con fuerza en algunos meses, incluso sin necesidad de que estalle una guerra. Este primer efecto es el inminente aumento en el precio del gas, que México importa en grandes cantidades desde Estados Unidos. ¿Por qué? La crisis en Ucrania ha mostrado la gran fragilidad de Europa Occidental, que cubre más del 35% de su consumo de gas con importaciones rusas. Mientras Europa dependa del gas ruso, su posición frente al agresivo dictador Vladimir Putin será débil. Por lo tanto, el gobierno estadounidense trabaja en un plan de emergencia para abastecer a Europa con gas estadounidense y así sustituir las importaciones europeas de gas ruso. Este aumento en la demanda incrementará el precio del gas estadounidense, con una afectación notoria sobre las finanzas de México, que tendrá que desembolsar mayores cantidades para asegurar su propia provisión de gas.
El segundo efecto negativo es el más temible y motivo de gran preocupación, no solo en México, sino también en Estados Unidos. La pandemia y sus efectos han llevado el índice inflacionario a niveles no vistos desde hace décadas. En febrero de 2022, la inflación mexicana fue la mayor desde 2001. La situación en Estados Unidos provoca aún más alarma entre los economistas, pues se trata de la inflación más alta desde 1982. ¿Qué significa esto? Los precios de numerosos productos y servicios suben como no se recuerda en una generación. Nada afecta más a la población, ni a la percepción sobre el gobierno y el futuro, como la escalada de precios. Tanto Washington como la Ciudad de México realizan esfuerzos desesperados por contener la inflación. Por el momento, se han concentrado en el aumento de las tasas de interés, pero esta medida no siempre surte efecto contra la inflación cuando hay escenarios de riesgo. Una invasión rusa a Ucrania desbocaría la inflación, por la acción de múltiples factores que van desde las sanciones económicas hasta la incertidumbre. El ciudadano común y corriente en México pagaría directamente los efectos de la megalomanía de Putin.
Hay una gran distancia física entre México y el escenario geopolítico presente en la frontera entre Ucrania y Rusia. No obstante, en la compleja economía global, en la que prácticamente todo proceso financiero, productivo o comercial se encuentra interconectado, casi nadie sale indemne de lo que ocurre. Mucho menos un país con la importancia y el protagonismo de México.
Sobre el autor:
Raúl Bringas Nostti. Doctor en Historia Socioeconómica por la Benemérita Universidad Autónoma de Puebla. Posdoctorado en Relaciones México – Estados Unidos por la Universidad de Harvard. Maestro en Estudios sobre Estados Unidos de Norteamérica por la Universidad de las Américas Puebla.