La tentación financiera
Hay decisiones que pueden proporcionar una inmediata satisfacción pero, cuando son tomadas sin una oportuna reflexión, pueden llevarnos a un verdadero y tremendo calvario. Muchas personas se enfocan en el bienestar inmediato, pero carecen de un horizonte de planeación. Casi todos sabemos cuánto ganamos cada quincena, pero no sabemos cuánto gastaremos en la próxima. La falta de planeación financiera puede provocar problemas muy severos, no solo a nivel económico, sino también familiar. A lo mejor usted sabe cuánto gana y cuánto gasta, cuenta con algunos ahorros y el trabajo es seguro (… ¿de veras lo es? De acuerdo, damos por concedido que así sea), por lo cual el televisor, la mesita y todo lo demás no constituyen un problema. Ahora bien, el 30 de este mes se pagará la primera mensualidad de la nueva tarjeta de crédito.
Después de algunas semanas, puntualísimo, llega al domicilio el primer pago. ¿Te acordabas? ¿Lo tenías previsto? En fin que el sueldo es probablemente todavía el mismo, pero los gastos han aumentado. ¿Qué pasa si el aumento todavía no llega, si la plaza se la dieron a Juan y si el amigo del compadre ya no se comunicó? Simple, deberás utilizar tus ahorros para poder pagar lo que debes, ir al banco (pero el horario coincide con el de tu trabajo… deberás pedirle a tu esposa que vaya o darte una escapada), formarte, esperar unos 30-40 minutos (¡es quincena!) y realizar el pago. ¡Qué lata! La esposa trabaja y no tiene tiempo; justo hoy no puedes salir ni un momento del trabajo porque te dejaron encargada el área. No hay forma de ir hasta el banco que está a un par de cuadras; ni modo, alguien irá mañana.
Al día siguiente te apuras, llegas temprano al banco, te formas, esperas, esperas, te preguntas: si hay tres personas, ¿por qué se tardan tanto?; finalmente, das tu ficha al cajero y te encuentras con la sorpresa de que hoy debes pagar más de lo que habrías pagado ayer. ¿Por qué? Porque la fecha última de pago era ayer y ahora debes pagar intereses moratorios. Suerte que tienes algo de dinero a la mano, pero era lo que estaba previsto para pagar tu comida. A ver quién te presta para no regresar hasta la tarde con sólo el desayuno en el estómago. Y todo eso, inicialmente, por un televisor con el 10% de descuento.
¿Qué se desprende de todo esto?: la planeación financiera es una herramienta útil para la toma de decisiones.
La planeación financiera consiste, considerando los ingresos de los cuales se dispone, tener bajo control los gastos. Gastar menos de lo que se gana es sano, pero no es suficiente. Hay rubros de gasto que pueden ser previstos y otros que no; lo mismo ocurre en relación a los montos. Pero de todas formas este no es un pretexto válido para no planear. Hay gastos que sabemos se realizan con regularidad semanal (comida, gasolina), mensual (teléfono, renta o pago de hipoteca, escuela de los hijos), bimestral (luz, agua) y anual (inscripción, útiles y uniformes escolares, vacaciones, fiestas y regalos de navidad). Es claro que no todos los meses gastamos lo mismo, pero saber cuánto se gastará en este mes y en el próximo permite anticipar los egresos y saber con cuánto dinero disponible se cuenta mes con mes. Anticipar es resolver posibles problemas antes de que éstos nos caigan de sorpresa y nos encuentren poco preparados para resolverlos.
El ingreso debe alcanzar para cubrir todos los gastos, y parte de éste debe ser destinado al ahorro (al menos el 20% del ingreso). Es importante analizar cuáles son las necesidades imprescindibles del hogar (comida, renta, etc…), aquellas que serían necesarias, pero no indispensables (las vacaciones a la playa o comprar un carro) y las de las cuales se puede prescindir (inmensas fiestas de XV años). Si algunos lectores, a pesar de no tener ingresos suficientes consideran que invitar a 150 personas para la fiesta de XV años constituye un gasto necesario, será mejor que cuenten con una buena cantidad de ahorros resultado de una planeación financiera anterior o buscar incrementar los ingresos. De otra forma, la única alternativa sería endeudarse. Independientemente de la fuente de financiamiento, excederse en el gasto el día de hoy implica reducir el gasto en los próximos meses. La forma en la cual se manejan las finanzas familiares tiene un impacto muy importante, tanto para bien (se mejora el nivel de vida a través de más y mejores productos) como para mal (el dinero no alcanza para otras cosas o se reciben llamadas telefónicas solicitando algún pago atrasado).
Saber con cuánto dinero se cuenta y si una compra no prevista implica no tener lo suficiente como para pagar la renta del mes (pensando: “primero compro y después a ver cómo le hacemos”), si reduce los ahorros que estaban destinados para la inscripción de los hijos a la escuela (pensando: “todavía faltan varios meses”) o si no tiene efecto alguno porque “alcanza”, en todos los casos, hace reflexionar sobre la real necesidad de uno u otro objeto que estamos por adquirir.
Somos seres conscientes, a veces un poco distraídos, pero sabemos cuáles son nuestros límites económicos. Sin embargo, hay momentos en los que somos más emocionales y el entorno o la situación nos hace poner poca atención a las consecuencias de nuestras acciones. El pensar o el esperar que la situación económica mejore no significa que así será, aunque nos lo merezcamos. Mejor que primero nos den el aumento de sueldo o la plaza y después comprar. El “Buen fin” acaba de pasar. ¿Has comprado lo que efectivamente necesitaba y tenías planeado? Si así fue, muy bien. Ahora la pregunta incómoda: ¿gastaste de más de lo que tenías planeado?
Nos enfocamos en lo que ahorramos (descuentos) pero no siempre en lo que gastamos. Por esto es importante considerar las consecuencias de la compra y sopesar de manera oportuna si el objeto se necesita hoy y ahora, y si comprarlo implica reducir el consumo de otro(s) que podría(n) ser más importante(s).
Cada año antes de realizar compras navideñas, hagamos una lista de las personas a las cuales queremos obsequiar un presente y preparemos nuestro presupuesto. Con tiempo podemos elegir los regalos de una forma más acertada (no hay tanta gente en las tiendas y no nos tardamos menos, hay más para escoger y salen más baratos). Así que veamos de cuánto disponemos, tomamos en cuenta cuánto queremos gastar en la cena, en regalos y consideremos las deudas que tenemos que pagar; no vaya a ser que nos corten la luz el 24 de Diciembre.
Por: Dr. Kristiano Racanello