Espora No. 8
Carta Editorial
Esta carta se escribe de forma raquítica mientras los editores en turno teclean los otros deberes de la vida diaria, y nuestros co-rrectores y diseñadores despuntan las próximas páginas que us-ted leerá aquí. Imagínese nada más, lector, (porque nosotros nos lo imaginamos a usted también sudando frente a una computa-dora) que todos vamos a manera de cuesta empinada. Esa cues-ta que después se propone bajar cien metros a trote apresurado. Todos esperamos que termine la jornada, quizá, con el mínimo de enfados en la oficina y con el debido humor oratorio, singu-lar, encerrado frecuentemente entre el capricho y lo excéntrico, lo desproporcionado y lo ridículo, la ironía y el rencor. Este número, así: frente al telón de lo urbano, el encuentro de lo cotidiano so-brepasa los límites tranquilizadores. Las extravagancias amazóni-cas, las relaciones indescifrables, los ojos que palpitan, la sonrisa asesina…, culminan en un conjunto sedicioso que se regodea en cada microteatro, cada rápida escenificación, cada exceso de per-formance literario que, como ritual, rinde tributo a la distorsión irrisoria. Ahora imagínese que está en medio de lo rimbombante del tráfico. El claxon depresivo frente a la mentada de madre y la poesía de la desesperación. Por momentos hay una caótica e in-congruente mezcla de hombres y vehículos, episodios lluviosos en la Ciudad de México, las entrañas de un túnel, lámparas fluorescentes y el encuentro constante de lo cotidiano que sobrepasa, con la ligereza, sus límites tranquilizadores.
Una bitácora sobre la presencia apenas detectable de lo her-mosamente maligno es un exceso bíblico en una zona con poca ac-tividad dramática, un canto atroz de la agonía. La cartografía per-manentemente del valor de las voces que, en su crítica, agonizan en su aplicación del humor y se destruyen a diario. La farsa sólo puede confrontarse a lo clásico gracias al continuum de símbolo y realidad, ese arriesgar la vida por nada, que propicia lo urbano, bien festivo, bien trágico. Todos somos el godinez que, aun destro-zado por la contingencia del peso devaluado, todavía tiene la sufi-ciente fuerza para abrir facebook y, con muchas gracias, el número ocho de esta revista. Lea y dése cuenta que todos estamos acá, en la filtración de humor, de lo urbano como versátil actor de reparto, y por supuesto, en todas estas insólitas coexistencias.
– Nicté Toxqui & María Fernanda García Reyes