Las pistas del emprendimiento
Seguramente algunos de los lectores se estarán preguntado – o así lo espero – qué tiene que ver el título con el emprendimiento. Permíteme explicarlo… Hace unos días, en una librería en uno de los exhibidores encontré un libro que atrajo mi atención: “Una librería en Berlín” de Francoise Frenkel (1), de inmediato me hizo recordar algunas películas: “El Lector” del director Stephen Daldry protagonizada por Kate Winslet y Ralph Fiennes, “La ladrona de libros” del director Brian Percival y que protagoniza Sophie Nélisse y “La Librería” de Isabel Coixet, en donde Florence (interpretada por Emily Mortimer), decide abrir una librería en una pequeña comunidad de Inglaterra por el año de 1959; con estos recuerdos tan gratos sobre el tema de los libros y las librerías llegué a la conclusión que seguramente gozaría la lectura, adquirí el libro y me dispuse a realizar el viaje por sus páginas.
La autora, Francoise, inicia el texto manifestando: “No sé muy bien a qué edad se remonta mi vocación de librera en realidad, ya desde muy niña me podía pasar las horas muertas hojeando un libro con imágenes o un gran volumen ilustrado.”
La vida la llevó a París a estudiar, trabajar y ésto le brindó la oportunidad de deambular por sus calles y descubrir las tiendas y puestos de libros en donde se exhibían volúmenes raros, cartas y documentos. El ambiente parisino la cautivó, gozaba del barullo y las conversaciones que se daban alrededor de los libros y de la lectura. La primera guerra mundial limitó el acceso y la movilidad, no obstante, mantuvo su peregrinar por la ciudad acudiendo a las diferentes tertulias literarias.
Al terminar la guerra viajó a Polonia de donde era originaria, permaneció una breve temporada con su familia, para posteriormente regresar a París e iniciar cursos en la Sorbona y prácticas en una librería. Fue en éste lugar en donde aprendió a conocer al cliente del libro. Textualmente menciona: “Me esforzaba por penetrar en sus deseos, por comprender sus gustos, sus opiniones y sus tendencias, por adivinar las razones de su admiración, de su entusiasmo, de su alegría o su descontento a propósito de tal o cual obra. Con discreción, me aventuraba a colocar, a mano del lector, el libro que yo consideraba el adecuado para él. Empezaba a tomarle afecto a la clientela. Acompañaba mentalmente a algunos visitantes hasta el final de su recorrido y me imaginaba su contacto con el libro que se llevaban; luego, esperaba con impaciencia que volvieran para saber cuáles habían sido sus reacciones. Fue así como acabé encontrando el complemento necesario de todo libro: “el lector”
Al terminar sus estudios y prácticas se dirigió a Polonia para pasar una breve temporada con su familia, para ese momento ya tenía claro su interés y su meta; abrir una librería en Polonia en donde ofreciera libros franceses. Viajó por varias ciudades y se percató de que varias librerías ya ofrecían el servicio, por lo que consideró que no era viable lo que intentaba ofrecer. De regreso a París hizo una breve parada en Berlín para saludar a unos amigos. Muy a su costumbre deambuló por Berlín -seguramente estimado lector, adivinaste- se detuvo ante los escaparates de las principales librerías, revisó e indagó llegando a la conclusión: no hay oferta de libros, periódicos y revistas franceses en Berlín.
Con éstas impresiones regresó a París y compartió sus hallazgos con su profesor, quién le dijo: —” ¿Y por qué no abre usted misma una librería en Alemania? ¡Es un centro clave! Tiente su suerte, no lo dude. —Una librería en Berlín… es casi una misión
Se pasó ocho días reflexionando y analizando la idea, al final de esa semana la decisión estaba tomada: en Berlín no había libros franceses, era una capital, una ciudad universitaria, era el momento preciso para que una librería francesa tuviera éxito.
Tuvo mil objeciones que sortear, al final lo logró. En 1921 abrió la primera librería francesa en Berlín. Al principio acudían clientas extranjeras en su mayoría, polacas, rusas, checas, turcas, noruegas, suecas y muchas austriacas, se interesaban por los periódicos y las revistas de moda. Con el tiempo acudieron alemanes y pudo constatar cuánto les interesaba la lengua francesa.
Todo fue viento en popa hasta 1935… Si te interesa conocer el final, te sugiero dar lectura al libro.
Espero haber relacionado por qué La librería de Berlín tiene mucho que ver con Las pistas del emprendimiento.
Una librería en Berlín. Francoise Frenkel. Seix Barral. 2015
Por: Eugenio Eduardo Yarce Alfaro
Egresado de la licenciatura en Psicología, UDLAP.