Jóvenes, pero también indígenas y universitarios
México es un país pluricultural, de eso no hay duda, pero ¿qué significa en la práctica cotidiana de todos los mexicanos y qué implicaciones tiene en nuestra vida social como nación? Esto nos resulta menos claro, pese a que el tema aparece muy frecuente en el discurso político. Tendríamos entonces que pensar por qué no podemos aún insertar, en nuestra apreciación, cotidiana el valor de la diversidad cultural con la que cuenta México. Apreciación carente que se sigue revelando en los procesos de discriminación a razón del uso de las lenguas indígenas, de la vestimenta o del lugar de origen.
Frente a ello, diversos son los esfuerzos que se realizan en el país y en toda América para poder valorar, en la práctica y no sólo en el discurso, la diversidad cultural. Un ejemplo de ello es el Programa de Liderazgo para Jóvenes Indígenas (PLJI) de la Universidad de las Américas Puebla que este año celebra su sexta emisión, recibiendo a 30 estudiantes nacionales y 4 extranjeros originarios de Bolivia, Ecuador y Panamá.
El programa resulta ser no sólo un espacio académico donde los jóvenes indígenas identifican una problemática local y proponen soluciones viables de mejora, sino un foro de reflexión que les da la voz, pues sus voces son las voces que han visto de cerca –a veces muy de cerca– la pobreza, no como índice, sino como una realidad que se vive y se siente. Sus voces son las de quienes han sido discriminados por hablar hasta dos lenguas indígenas. Pero también, sus voces son las de quienes luchan por un país más justo; donde la diversidad tenga cabida en la práctica; donde la educación de calidad no se confunda ni se entrampe con otros rezagos.
Ellos son jóvenes, y como tales, enfrentan las brechas generacionales; también son universitarios y se esfuerzan por mejorar su situación con la esperanza de que un título profesional les brinde las oportunidades que sus padres quizá no tuvieron. También son indígenas y se esmeran para que entendamos sus diferencias, y que, como sociedad, podamos trabajar por cerrar las brechas que existen entre los jóvenes indígenas y los no indígenas.
Sus voces nos dictan nuestro mandato como sociedad: hacer que la pluralidad cultural se vuelva un discurso lleno de significados y de acciones, que se fortalezca y nos permitan vivir en un país más respetuoso y tolerante; ser diferentes debe ser una fortaleza y una ventaja.
Acerca del autor: la Dra. Laura Elena Romero egresó de la licenciatura en etnohistoria en la Escuela Nacional de Antropología en 2001. En 2002 comenzó su trabajo de campo en la zona nahua de la Sierra Negra de Puebla donde realiza, desde entonces, sus investigaciones. En 2003 inició sus estudios de maestría en Estudios Mesoamericanos en la Facultad de Filosofía y Letras de la UNAM. En ese mismo año recibió el Premio Nacional Fray Bernardino de Sahagún que otorga el Instituto Nacional de Antropología e Historia junto con el CONACULTA a la mejor tesis de licenciatura en Antropología Social y Etnología. Dicho premio también le fue otorgado, por segunda vez, en 2007, por su tesis de maestría. En 2006 ingresó al doctorado en Antropología del Instituto de Investigaciones Antropológicas de la UNAM del cual egresó en 2011, mismo año que ingresó al Sistema Nacional de Investigadores. Recibió en 2014 la Beca para las Mujeres en las Ciencias Sociales y las Humanidades que otorga la Academia Mexicana de las Ciencias y el Consejo Consultivo de Ciencias de la Presidencia de la República. Actualmente se encuentra investigando, gracias a un financiamiento de CONACyT para Jóvenes Investigadores, la concepción indígena sobre el cuerpo discapacitado en las comunidades mazatecas y nahuas de la Sierra Negra de Puebla.
Por: Dra. Laura Elena Romero López
Directora Académica del Departamento de Antropología, UDLAP
laura.romero@udlap.mx