El cine documental en México: ¿intermitencia o permanencia de la imagen?
Según el historiador Aurelio de los Reyes, la época de oro del cine mexicano no ocurrió en los cuarenta, sino durante los años de la Revolución Mexicana. Si esta valoración suena controversial, no es solo porque de los Reyes pone su mirada en una producción cinematográfica de principios de siglo, sino porque además destaca que es a través del género documental que la cinematografía nacional alcanza su punto más alto. Sin embargo, desde aquellos años de la revolución hasta la actualidad, la presencia del documental en la cinematografía nacional ha sido intermitente, con ausencias contrastadas con altos puntos de visibilidad. El balance final resulta complejo de definir. Hoy en día, la producción documental en México muestra trabajos sobresalientes donde se apuesta por nuevas estrategias cinematográficas que intentan rebasar etiquetas y estigmas. Actualmente hay esfuerzos por hacer estos documentales más visibles, pero también existen prácticas en la distribución cinematográfica que marginan al género. Aunque el mayor riesgo es la censura.
Entre los esfuerzos hacia la visibilidad del documental se cuentan los festivales de cine. Ya en el año 2000 aparece Contra el Silencio Todas las Voces que se avoca al documental social. En 2006, se organiza DocsDF en la ciudad de México, el cual retoma el premio José Rovirosa. Los festivales más importantes del país, como los internacionales de Guadalajara (FICG) y de Morelia (FICM), han reconocido la calidad del documental mexicano. El FICG en 2003 da su premio Mayahuel a mejor película a dos documentales: Recuerdos, de Marcela Arteaga y La pasión de María Elena, de Mercedes Moncada.
Uno de los obstáculos que marginan al documental es el dominio de las distribuidoras de Hollywood y las cadenas de exhibición en México. Recientemente, la multipremiada Cuates de Australia (González, 2011), tuvo una programación muy limitada en cines comerciales. Otros documentales ni siquiera llegan a exhibirse. Por ello, en los últimos años se ha formado la red de documentalistas DOCRED, con capítulos en cada estado. La red tiene entre sus objetivos darle una mayor visibilidad al género.
Sirva el caso de Presunto culpable (Hernández y Smith, 2011) para ejemplificar la calidad del documental en México y lo que enfrenta. Con una estructura narrativa efectiva y una edición ágil, la cinta captura al espectador. Sin embargo, a pesar de su éxito en los cines, tuvo que salir de la programación, víctima de la censura. Hoy, sus productores están en riesgo de llegar a la cárcel por atreverse a mostrar, solo como un documental puede hacerlo, un sistema judicial corrupto.
Así, se puede afirmar que el documental en México está sano en su producción, pero su visibilidad aún requiere superar obstáculos en la distribución y exhibición. Pero, sobre todo, debe enfrentar los riesgos de una censura, a veces implacable.
Por: Dr. Manuel Antonio Pérez Tejada Domínguez
Ex profesor, UDLAP.