Dulce Olvido!
Las Haciendas Cañeras, espacios de reutilización para el fomento de la educación y las Artes, el caso de Potrero Viejo, Veracruz.
Nadie nota la ausencia de lo desconocido
“Gilles Deleuze”
El complejo de edificios que conformaron algunas de las haciendas cañeras de la región central de Córdoba en el Estado de Veracruz en México, hoy en día son espacios en desuso. Todo el complejo excepto sus capillas con retablos barrocos, que siguen funcionando como emisores de identidad. Lo anterior es no sólo porque responden al culto religioso, sino también porque representan parte de la memoria histórica que guarda la hacienda y sobre todo porque como obra artística, el retablo barroco genera espacios relacionales y de experiencias interhumanas.
En este sentido, este conjunto de construcciones (casco de la hacienda) podrían reutilizarse para reforzar y ampliar las expresiones culturales locales, de tal forma que la edificación no sólo tenga la función de emisor para la comunidad, sino que exista un proceso de apropiación físico por parte de la misma. Esto con la finalidad de generar puntos de encuentro que van más allá de las festividades religiosas en honor a las advocaciones Marianas, creando posibilidades para la restitución del tejido social.
Retablo Barroco en la capilla de la Hacienda Potrero Viejo, Córdoba Veracruz Fotografía MNA
Es relevante mencionar que esta zona es un punto de mestizaje suigeneris, pues en ella se extendió con mayor o menor grado la configuración del afromestizaje. Dicha aportación es proveniente de la tercera raíz, la afro. Ésta se estableció en algunos Estados de la República Mexicana gracias al tipo de desarrollo económico regional que existía en la época colonial, pero sobre todo gracias al uso de mano de obra esclavista de africanos que estuvo ligado a la producción azucarera en el trabajo de estiba que tenían sede en haciendas cañeras. En el caso del estado de Veracruz, se encontraba principalmente en Xalapa, Orizaba y Córdoba, esta última región a la cual pertenece la ubicación de nuestro siguiente trabajo de investigación. Por tal razón, las haciendas cañeras son como bien decía el autor Neo Marxista Frederic Jameson: “Lugares que permiten observar los modos más espectaculares de modificaciones de la producción estética, y donde más importantes han sido el surgimiento y la articulación de los problemas teóricos”. Entre los problemas mencionados se encuentra el entendimiento de una identidad afromestiza. México es un país que cuenta con una población que se compone de distintos grupos étnicos que conforman nuestra peculiar cultura nacional, la base indígena. La presencia occidental desde el siglo XVI junto con los hombres y mujeres africanos hacen de este un territorio sin igual. La presencia de las comunidades con la llamada tercera raíz, la africana, en lugares específicos del territorio mexicano y establecimiento en las zonas cañeras son espacios que pueden proveer invaluables aportes al entendimiento de nuestra identidad.
Sin embargo, los estudios realizados en el trabajo de campo con los grupos étnicos descendientes de la negritud han tenido que esperar mucho más para ser parte del campo de estudio de investigación de los mexicanos. Esto resulta en un dulce olvido que solo recuerda la producción de azúcar y una mano de obra invisible sin identidad. Una de las razones que existen para esta espera es la invisibilidad de los grupos afromestizos al estar concentrados en una región del país y diluirse en el mestizaje. Se encuentra evidencia en la introducción del libro Cuijla. Esbozo etnográfico de un pueblo negro, el Dr. Gonzalo Aguirre Beltrán menciona:
“En aquellos países donde el negro es un fenómeno de viva actualidad, el afroamericanista, al realizar sus investigaciones puede conformarse con lo instrumentos comunes que le ofrece el método y las técnicas antropológicas, sin buscar mayor profundidad que la que suministra la información de las gentes que tiene bajo su directa observación; más en esos otros países, como México, donde no existe ya el negro como grupo diferenciado, sólo la perspectiva histórica es capaz de proporcionar el panorama exacto e integral” (7).
Por tal razón, Aguirre Beltran explica que la investigación se dio con base en fuentes históricas para demostrar tres puntos fundamentales para acercarnos a la comprensión de nuestra tercera raíz: la presencia de la negritud1 en México, la importancia de su presencia en el proceso de aculturación y la supervivencia en rasgos complejos que hasta entonces se tenían sólo en el marco de lo indígena y lo español. (1). Hoy en día se reconocen en la Constitución Política del estado de Oaxaca (artículo 16) los derechos de los pueblos afrodescendientes, y se acepta que una ley reglamentaria protegerá a las comunidades afromexicanas. No obstante, a la fecha no ha sido elaborada esta ley reglamentaria debido, entre otras razones, a la escasa voluntad política por parte de las instituciones para proveer recursos que permitan la investigación sobre estos pueblos y, aún más importante, atender las demandas de la propia comunidad.
En este sentido, Olivia Gall en su libro Racismo, Mestizaje y Modernidad, expresa el tipo de pensamiento que habría que llevar a cabo para entender la identidad y todos los conceptos que nos alejan del trabajo genuino de comprender y generar conocimiento:
“Nuestra perspectiva es más teórica y se orienta a analizar los mecanismos psicosociales básicos que subyacen a los procesos de discriminación social, a la luz de una teoría de las identidades sociales o, más precisamente, de una teoría de la producción y atribución de identidades sociales a través de operaciones recíprocas de reconocimientos” (38).
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1’Diccionario de Filosofía Latinoamericana Definida por diversos autores como un proceso de desalienación, como una esencia, como un modo de ser negro, un estilo estético, como una toma de conciencia o una rebelión, la negritud grosso modo es un movimiento intelectual de rehabilitación, autoafirmación y reivindicación de las culturas negroafricanas y negroamericanas. La mayoría de los estudios señala a Aimé Césaire como el creador de la palabra; sin embargo, el mismo poeta precisa las dificultades de admitir dicha paternidad: «Tengo la impresión que este concepto es un poco una creación colectiva. Yo empleé la palabra por primera vez, es cierto. Pero es probable que en nuestro círculo todos habláramos de ese término’ Cuidadoso de no teorizar en esos primeros años sobre el concepto de negritud, la mejor definición que nos legó Césaire la encontramos en su primer libro de poesía que data de 1938 Cahier d’un retour au pays natal.
Por ello, la importancia de seguir investigando con mayor aproximación a las comunidades afromestizas y registrar de manera contextualizada cada una de éstas regiones en palabras del autor Aguirre Beltrán:
“El énfasis que hemos puesto en la importancia del estudio del negro y la necesidad de su aproximación etnohistórica, tiene una motivación de orden práctico de gran trascendencia a nuestro juicio, a saber: la necesidad de tener al negro siempre presente donde quiera que se pretenda realizar un estudio exhaustivo e integral de la cultura nacional o de las culturas regionales. De no hacerlo, seguiremos dejando, una laguna de grandes proporciones” (11)
Lo anterior justifica la relevancia de estudiar a través de los espacios arquitectónicos (como las haciendas cañeras) la configuración de la identidad nacional, pero sobre todo de revalorar la historia y la memoria colectiva que se resume en espacios como éstos que han sido discriminados no solo en el olvido de sus edificaciones sino en la invisibilidad de las demandas de la propia comunidad. En este sentido, nuestra investigación es un registro base que puede ayudar a proporcionar determinado conocimiento acerca de la cultura del afromestizo en la región de Córdoba, Veracruz, el cual intenta hacer énfasis en reflexiones procurando evitar caer en estereotipos, conceptos cerrados, ideas preestablecidas e imposiciones ideológicas que pueden alejarnos de conocer y generar perspectivas nuevas acerca del mundo. De manera específica, con esta comunidad suigeneris que mucho tiene que aportar, pero que de seguir discriminándola no sólo materialmente sino por medio del lenguaje, el propio ejercicio del pensamiento y la construcción de identidad que se le impone, pierde su potencial para detonar nuevas perspectivas que generen conocimiento. Al respecto, Olivia Gall menciona:
“Toda discriminación social comporta un intercambio recíproco pero desigual de reconocimientos evaluativos entre actores sociales que ocupan posiciones disimétricas en el espacio social. En virtud de este intercambio, los actores que ocupan posiciones dominantes tienden a imponer una definición sobrevaluada (y por lo tanto etnocéntrica) de sí mismos, a la vez que atribuyen unilateralmente identidades minorizadas, devaluadas y frecuentemente estigmatizadas a los dominados. De aquí resulta un intercambio desigual de valores (cualitativos) que tiende a generar un tipo particular de conflictos llamados «conflictos de reconocimiento», analíticamente distintos de los conflictos de interés y de los ideológicos” (38).
Se podría decir que existe una tendencia a ver, percibir y juzgar al otro desde la perspectiva de las reglas y estándares culturales de nuestros grupos de pertenencia, y esta tendencia definitivamente obstaculiza la investigación, ya que no permite ir más allá del discurso hegemónico y sus categorías.
Fachada de capilla de la Hacienda Potrero Viejo, Veracruz.
Conclusiones
Las haciendas cañeras son testimonio material de la memoria histórica de la comunidad, donde se resumió no sólo la principal actividad económica, sino el peculiar mestizaje que en ella tuvo lugar.
La investigación de sus capillas con retablos barrocos puede aportar información relacionada al entendimiento de la configuración de la cultura local y nacional, ya que es a partir de sus capillas y sus retablos barrocos que las haciendas siguen funcionando como emisores de identidad local para las comunidades que las circundan. La cercanía con su entorno y la vida cultural de esta parte de la región central de Córdoba, Veracruz, detonaron en mí la inquietud por saber un poco más de nuestra tercera raíz, no sólo a través de la investigación y arquitectura, sino reconociendo en los habitantes las demandas hacia el interés por incentivar actividades culturales y artísticas. Estas actividades que, si bien son parte fundamental de cualquier sociedad, resultan imprescindibles en este tipo de comunidades, ya que tienen una estética y forma de expresión única, al descender de grupos étnicos afromestizos.
Las haciendas cañeras, capillas y sus retablos barrocos son espacios dignos de investigación no solo por su valor histórico, artístico y arquitectónico, sino porque conforman puntos de oportunidad que pueden devenir en una reutilización de la edificación (casco de la hacienda) para abrir nuevos espacios que promuevan la cultura y el conocimiento.
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Castañeda, García, Rafael, La devoción a Santa Ifigenia entre los negros y mulatos de Nueva España, siglos XVII Y XVIII, en Aurelia Martín Casares (ed.), Esclavitud mestizaje y abolicionismo en los mundos hispánicos, Granada, Universi
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Jiménez Madera, Luis Manuel, La documentación Histórica en la arquitectura. La capilla de la antigua hacienda nuestra señora de los remedios, Universidad Veracruzana, Xalapa 2009
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Moreno Fraginals, Manuel. La historia como arma y otros estudios sobre esclavos, ingenios y plantaciones. Editorial Crítica, Barcelona, 1983
Por: Lic. Mariana Alcántara Lozano
Egresada de la Licenciatura en Humanidades, UDLAP.