Un hombre

Un hombre

Las circunstancias hacen el hombre,

no el hombre a las circunstancias.

Mark Twain (1835-1910)

Diógenes de Sinope, conocido como Diógenes el cínico, es famoso por lo menos por dos relatos. El primero ocurrió en Corinto, cuando Alejandro Magno quiso conocer al gran filosofo que vivía en un tonel como un perro (Kyon, kynós que en griego significa perro, de allí cínico). Al preguntarle que le pidiera lo que fuese, Diógenes contesto: «Quítate de donde estás que me tapas el sol». Se hizo un silencio glacial en todos los presentes ante una petición ridícula frente al amo del mundo. Alejandro dijo: «¿Sabéis qué os digo a todos? Que, si no fuera Alejandro, me gustaría ser Diógenes». En otra ocasión en Atenas solía salir caminando de día con una linterna y cuando le preguntaban qué estaba haciendo, contestaba con resolución: “estoy buscando un Hombre”. Morris West, en su famosa novela, “El Hombre”, lo encontró en la personificación del primer presidente negro de Estados Unidos, en los lejanos 1964 y la obra fue llevada al cine, en 1972. Hace dos siglos, el 2 de octubre de 1808, Johann Wolfgang Goethe es recibido en audiencia por Napoleón en Erfurt, y la reunión dejó en ambos un recuerdo imborrable. “No deja de llevar la cruz de la Legión napoleónica”, cuenta de él, Wilhelm von Humboldt a su esposa, un mes después del fatídico encuentro, “y tomó la costumbre de llamar a Napoleón “mi emperador”. Cuando el poeta encuentra al gran corso, la chispa entre los dos genios es inmediatamente evidente, y da vida a un profundo diálogo, el cual espíritu es contenido de forma emblemática, en la famosa expresión: “Vous etes un homme”, “Usted es un Hombre”, con la cual Napoleón recibió a Goethe.

Esto es lo que probé ayer cuando leí del deceso del senador estadunidense, John McCainIII, conocido como “El León del Senado”, a casi los 82 años, después de padecer de un agresivo tumor cerebral. Clase 1936, hijo y nieto de dos héroes de guerra: el abuelo comandante de las fuerzas de la aeronáutica naval en la batalla de Okinawa y el padre comandante de las fuerzas USA en Vietnam, los dos obtuvieron el grado de almirantes y fueron condecorados como héroes de guerra. Educado desde la casa en los valores y disciplina militar, fue piloto en la guerra de Vietnam y, primero estuvo a punto de morir en un incendio en el portaviones Forestal, y luego, en una misión sobre Hanói, en 1967, fue derribado y se salvó por milagro, rompiéndose ambas piernas y un brazo en el impacto. Pasó mas de cinco años en una cárcel militar vietcong, eufemísticamente llamada “Hanói Hilton”, dos de ellos en aislamiento, sufriendo atroces torturas, que llevará las consecuencias en su cuerpo durante el resto de su vida. Nunca confesó. Probablemente influyó el hecho de ser hijo de un almirante, cuando los vietcong ofrecieron liberal a los oficiales: él se negó a ser soltado mientras otros soldados simples quedasen presos, en las manos de los enemigos. Juvenal, poeta romano del primer siglo, que aconsejaba a sus lectores: “considera el mayor crimen preferir la propia sobrevivencia al honor, y perder, por salvar la vida, la razón de vivir”, habría aplaudido asombrado viendo el comportamiento del joven oficial.

Regresó a su país, en el 73, con todo el cabello blanco, recibiendo las más altas condecoraciones: la Purple Heart y Silver Star, está última se entrega solamente a militares por “Valentía en acción contra un enemigo de los Estados Unidos”.

El jueves, su esposa Cindy informó que “con la fuerza de voluntad que siempre lo caracterizó, decidió suspender todas las terapias”, así reconociendo que la vida de su esposo estaba entrando en la fase final.

Fue derrotado por Barack Obama que siempre atacó con fuerza, pero con honestidad y honradez, jamás apoyó a los que sostenían que el senador por Illinois era en realidad un musulmán que no había nacido en Hawái, sino en Arabia. Es famosa la escena en que no permitió que una de sus simpatizantes definiera a Obama como “árabe musulmán”; es más, enérgicamente afirmó: “Usted se equivoca, señora. Mi adversario es un padre de familia y un buen hombre”. Magnánimo.

Muchos del partido republicano, no le perdonaron la intervención. Especialmente el actual inquilino de la Casa Blanca, que además al no recibir el apoyo del senador por Arizona hacia su candidatura para la presidencia, dirá con ira: “Cuál héroe. Los héroes son aquellos que no se dejan apresar”.

Los funerales serán el domingo, y la bandera seguía izada a media asta sobre el Capitolio, mientras que, en la Casa Blanca, duró solo un día, luego regresó a su nivel normal. Pero, el comportamiento “pusilánime” nunca paga, fue tanta la protesta en el país, que el vocero de la presidencia reafirmó que la bandera se izará a media asta, hasta después de las exequias del fin de semana. McCain, ya enfermo y con la visible cicatriz que le atravesaba la frente, cerca al ojo, del lado izquierdo de la cabeza, no dejó nunca de criticar a Trump y su relación con Putin.

Pidió que el actual presidente no participara en su funeral, pero esperaba con afecto los discursos de sus adversarios, que lo derrotaran, Barack Obama y George W. Bush. Ambos ya se hicieron sentir, el expresidente Bush afirmó: “era un hombre de profundas convicciones y un patriota de altísimo valor. Algunas vidas son tan vívidas que es difícil imaginar que puedan terminar. Algunas voces son tan vibrantes que es doloroso pensar que se apagaron”.

Hasta su carcelero, Tran Trong Duyet, lo recuerda con respeto: “amaba su terquedad su forma de tomar partido” y se declara triste, muy triste, al ser informado del deceso de su ex enemigo.

“No tengo remordimientos: ha sido una hermosa carrera. Viví grandes pasiones, vi cosas increíbles, hice la guerra y ayudé a restablecer la paz. He vivido con el más grande lujo y sin ningún confort por años. He estado años en aislamiento, pero pude también gozar la compañía de verdaderos héroes. He conocido la desesperación más profunda y la felicidad más plena. Espero que quién llorará mi muerte y también quien no lo hará, puedan celebrar la vida como un servicio imperfecto a una tierra hecha de ideales.

Espero y auguro a todos de ser tan afortunados como yo lo fui”.

Gracias Senador McCain, no solo recordado como “El León del Senado” sino, también, como El Senador “Caballero”, ojalá su augurio se cumpla para la fortuna de todos nosotros.

Verba docent, exempla trahunt.

(Las palabras enseñan, los hechos inspiran).

“Un Hombre”

Acerca del autor: Mario de Marchis Pareschi, es Doctor en Administración por el ITESM, Campus Ciudad de México y la Universidad de Texas en Austin, Maestro en Computación por la misma universidad y Licenciado en Ingeniería Química por la UAEM. Es profesor del ITESM desde 1985. Ha sido Profesor invitado en la Maestría de Administración de la Rectoría de la Universidad Virtual, de la EGADE del Campus Monterrey y del Programa de Graduados del Campus Ciudad de México, Cuernavaca, San Luís Potosí y Morelia. Ha sido expositor en diferentes programas de Educación Continua, tanto presenciales como virtuales (Programa AVE) en diferentes Campus del Sistema ITESM, y en variadas regiones de la República y de América Latina (Perú, Colombia, Ecuador, Costa Rica, Panamá). Fue profesor de los “Paquetes educativos” del Sistema ITESM, impartiendo la materia de “Seminario de Análisis Económico, Político y Social” y el “Seminario de Filosofía Empresarial” en posgrado, tanto en maestría como en doctorado. Ha recibido en varias ocasiones la distinción de profesor mejor evaluado en el Campus Morelos, Ciudad de México, Monterrey y Santa Fe y en la Universidad Pontificia Bolivariana en Medellín, Colombia. Es fundador del Campus Santa Fe, donde fungió como director de la División de Negocios y Posgrado. Ha sido consultor en diferentes Instituciones, tanto públicas como privadas, tales como IMTA, GFT, la ONUMéx, Línea Bancomer, Confitalia, Canacintra, Coparmex, Inophos e Infonavit, entre otras. Hasta el 2015 fue profesor de la EGADE Business School y del Executive MBA de la Universidad de Texas en Austin, donde impartió la materia de “Global Management”. Es autor del libro “Yo, el Director” de Editorial Océano y fue reconocido por la revista “América Economía” como el segundo mejor libro de gerencia en español del 2010 y primero en Latinoámerica. Próximamente saldrá con la misma editorial la publicación del libro “Santo Tomás, CEO. Liderazgo Basado en Virtudes, (Virtues Based Leadership, VBL)”. Actualmente es profesor de tiempo completo del Departamento de Administración en la Universidad de las Américas Puebla e imparte las materias de: Administración de cambio, Administración de conocimiento, Temas selectos y en la maestría Modelo de dirección

Por: Dr. Mario De Marchis Pareschi.

Profesor De Tiempo Completo Administración De Empresas, UDLAP.

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