“Globalización per se”
Hace 15 años me encontraba de visita en una casa en Múnich, Alemania; comiendo tapas de un jamón serrano ibérico, bebiendo vino sudafricano y escuchando música italiana como fondo de un monólogo con el que buscaba explicar las connotaciones del idioma español mexicano y sus diferencias con el castellano. Entonces, en alguna pausa mental una voz me dijo “esto debe ser lo más parecido a la globalización”.
Para Ulrich Beck (1998), la globalización es “la intensificación de los espacios, sucesos, problemas, conflictos y biografías transnacionales”, es decir un acercamiento a aquello que se encontraba lejos de nuestro alcance y que ahora podemos acceder con plena facilidad. Todo eso que antes solo se conocía por palabras cobra vida en imágenes, aquello que solo se podía ver en imágenes ahora se puede tocar y aquello que solo podía tocar ahora tiene una utilidad, es pues, tener al mundo en la palma de la mano.
Lo que para los Millenials resulta común en su día a día, para la Generación X fue un proceso de adaptación y apertura que, en el intervalo de los siglos XX y XXI, se sintió muy parecido a desplazarse en un roller coaster ride que en su pendiente más pronunciada nos llevó a través de un vertiginoso desarrollo tecnológico.
El crecimiento de los últimos 40 años sin duda ha estrechado significativamente las distancias entre los Estados, las empresas y las personas. Las relaciones económicas entre múltiples actores, han entrelazado un tejido mundial de los sectores públicos y privados, dando como resultado, la creación de “Escenarios globales”, en los que interactúan la transformación económica, política y social. En otras palabras, la aldea global de Marshall McLuhan (1962) no solo es real, sino amplificada, codificada y reinventada por una comunidad que interactúa de tiempo completo en el espacio virtual del acceso a la información.
En el contexto económico, la globalización se consolidó con la creación del Banco Mundial y el Fondo Monetario Internacional, el imperialismo y el dominio de las grandes potencias nos hicieron pensar que el liberalismo sería universal. El propio Francis Fukuyama (1989) afirmó que se trataba del fin de la historia, la utopía del comunismo, los males nacionalistas, el autoritarismo, el racismo, incluso el miedo, ya no se vislumbraban más en el panorama global… era el billboard ideal de una campaña exitosa de United Colors of Benetton… pero la historia no acabó ahí, ni siquiera el mundo se acabó en el 2000.
Surgieron nuevos “Encuentros globales” donde los contrapesos de la globalización cobraron fuerza, los verdaderos globalifóbicos no fueron aquellos que rechazaban la apertura de un McDonald´s en el zócalo de un pueblo mágico, sino los Estados que asumieron su papel antagónico frente al fenómeno, contra la liberación comercial y los flujos de capitales. Justo cuando los estadounidenses bajaban la guardia por falta de detractores, llega el atentado del 9/11 y le presenta a su nueva némesis: el Estado Islámico, aunado a potencias como China, en su carácter softpower y Corea del Norte en abierto hardpower, quienes dan muestra de que las tensiones económicas y nucleares respectivamente continúan.
Por si fuera poco, el mundo entero se enfrenta a nuevos “Fenómenos globales”, quizá el de mayor expansión sea el populismo que afecta directamente a una ya desgastada democracia liberal. Además del renacimiento de nacionalismo, que ha tenido ya sus primeras repercusiones, como la salida del Reino Unido de la Unión Europea y la apabullante victoria de Donald Trump en las elecciones de los Estados Unidos. Estos fenómenos traen consigo la implementación de acciones que reviran las características de un mundo globalizado: donde el comercio era libre muy pronto se cobrarán aranceles; donde ya no existían fronteras ahora se pretenden construir muros; donde ya no era necesaria la acreditación con pasaporte ahora se niega la entrada a refugiados y donde la información universal se encontraba al alcance de un click ahora se restringe o prohíbe en su totalidad el acceso a la red.
La globalización per se es un fenómeno añejo e inevitable para la historia de la humanidad, que aparece desde aquel humano sedentario que decide desplazarse en busca de nuevos espacios habitables, desde que decidió intercambiar algo (lo que sea) con el otro para su propio beneficio y desde que adquiere nuevos conocimientos aplicados por alguien más o adopta algún rasgo cultural para volverlo de su propia costumbre.
La respuesta emergente (no creo que del todo inteligente) ante las grandes desventajas de lo global se fundamenta en el pensamiento local, el regreso al origen, la introspección social hacia su propio entorno, la regeneración económica encaminada al consumo de lo que se produce en la región y la búsqueda de un desarrollo consensado y equilibrado.
¿Y tú? ¿Qué tan globalizado eres? ¿Qué marcas llevas puestas? ¿Qué consumes? ¿De dónde son los productos que hay en tu alacena o refrigerador? ¿De qué temas hablas? ¿Qué lugares quieres visitar? Tal vez justo ahora estés viviendo algo que sea lo más parecido a la globalización…
Por: Mtro. Omar Saldaña Medrano
Egresado de la Licenciatura en Comunicación, Especialidad en Gestión Internacional y Maestría en Gobernanza y Globalización, UDLAP.