La percepción del fracaso
Iniciando este nuevo año, es común pensar en los típicos propósitos no cumplidos del año pasado y los nuevos para este año. Pueden venir entonces pensamientos sobre las razones del por qué no pude cumplir todo aquello que me propuse: sensación de fracaso, decepción conmigo misma, ansiedad o incluso estrés por la ausencia de logros.
Todo esto puede ocasionarnos también desbalance de nuestro sistema nervioso, formado por el cerebro, la médula espinal y los nervios de la columna.
Partes del sistema nervioso:
- Sistema nervioso central gobernado por la mente que nos ayuda a realizar cualquier tarea, como mover nuestros brazos, piernas, etc.
- Sistema nervioso autónomo controlado por el subconsciente que dirige todos los movimientos involuntarios de nuestro cuerpo, como los latidos de nuestro corazón o parpadear.
Ramas del sistema nervioso autónomo:
- Sistema nervioso simpático que es el responsable de la reacción de lucha o huida (y que llamaremos “zona roja”).
- Sistema nervioso parasimpático que es el responsable del descanso, la digestión y la reparación de cualquier daño (lo llamaremos “zona verde”).
Seguramente te ha pasado que alguien te cuenta alguna situación negativa por la que está atravesando y tú piensas “esto no es nada, comparado con lo que yo estoy viviendo”. Hoy en día todo nos presiona, los correos por leer o enviar, juntas y citas en exceso, (todo por elección propia), pareciera que nos gusta vivir bajo presión.
Toda esta presión es una percepción de lo que nos está sucediendo (no es un peligro real, no estamos bajo una situación de peligro evidente) y nos hace estar constantemente en la “zona roja”. Si a todo esto le sumamos el constante consumo de cafeína, en una posición sedentaria frente a la computadora, ocasionamos que la adrenalina suba cada vez más y nuestro cuerpo tenga que adaptarse a recibir estos mensajes de “peligro y huida” y no se mueva de esta zona.
Es natural estar en la “zona roja” cuando realmente estamos en riesgo, por ejemplo, al cruzar la calle y un coche parece atropellarnos, nuestro cuerpo va a reaccionar de tal forma que podamos evadir esta situación de peligro, y una vez que termina regresamos a la “zona verde” donde nuestro cuerpo vuelve a estar tranquilo y relajado.
Cuando acostumbramos a nuestro cuerpo a estar en la “zona roja” todo el día, debido a la presión constante que tenemos, ocasionamos distintas reacciones en nuestro cuerpo como:
- Respirar constantemente con el pecho (dispara la producción de adrenalina).
- Quemar el combustible que está más disponible en el cuerpo que es la glucosa y acumular grasa.
- Mala calidad de sueño porque el cuerpo cree que debe quedarse en alerta por si el peligro reaparece.
- El cuerpo le da prioridad a utilizar todos los nutrientes, almacenamiento de sangre, distribución de oxígeno y energías para “salvar la vida” y descuida otras funciones como: agilizar la digestión, fortalecer el sistema inmune, reparar la piel y nutrir el cabello entre otras.
- Afecta nuestro comportamiento alrededor de la comida; tomamos malas decisiones sobre qué y cuánto comer.
Por lo tanto, es vital regresar a la “zona verde” para que se puedan utilizar estos nutrientes y nuestro cuerpo pueda recuperar sus funciones principales al saber que está fuera de “peligro”.
¿Cómo regresar a la “zona verde”?
- Esta zona se activa con respiraciones profundas o diafragmáticas (con el estómago). Mientras más larga es la exhalación, mejor funciona el sistema parasimpático.
- La respiración con diafragma comunica a todas nuestras células que estamos a salvo y nuestra salud es óptima.
- Bajar el consumo de cafeína.
- Agendar en el calendario de la computadora una “cita conmigo” para dedicar 5 minutos al día a realizar estas respiraciones con diafragma.
Una vez que ayudamos a nuestro cuerpo a estar en calma, podemos entonces trabajar con nuestras creencias y pensamientos relacionados con el fracaso. Normalmente lo percibimos como algo negativo, como un obstáculo o como una señal de que estamos haciendo las cosas mal o equivocadas. Cuando en realidad es todo lo contrario, cuando emprendemos algún proyecto nuevo, los fracasos, errores y contratiempos están destinados a ocurrir. Si no hay fracasos, es que no lo estás intentando de verdad. El éxito y el fracaso NO son dos caminos distintos; al contrario, forman parte del mismo recorrido… el éxito está más adelante en este trayecto.
¿Cuál es la diferencia más importante entre la gente exitosa y la no exitosa? Es que los exitosos nunca perciben el fracaso como el punto final del asunto; sino más bien es una señal de que el éxito se acerca cada vez más. La forma en como percibimos estas situaciones es lo que nos hace poder manejar los fracasos. Cuando los errores salen a la luz es cuando se notan, y los vemos como algo malo; sin embargo, los errores son una oportunidad para crecer, es una forma de hacerte ver lo que debes cambiar para ser mejor.
Aprender a percibir los fracasos de esta forma, hará que el coraje y la confianza que necesitas para avanzar, sean más fáciles de encontrar… recuerda que:
“Tus creencias se convierten en tus pensamientos, tus pensamientos se convierten en tus palabras, tus palabras se convierten en tus acciones, tus acciones se convierten en tus hábitos, tus hábitos se convierten en tus valores, tus valores en tu DESTINO”.
Mahatma Gandhi.
Acerca del autor: Mtra. Rocío Álvarez Bauza, 15 años orientada a la consultoría organizacional y dedicada a ayudar a las mujeres a transformarse en la mejor versión de sí mismas. Fundadora de “R|A Woman Training & Health”. Se desempeñó como Directora Regional de Great Place to Work® Institute México por 11 años. Maestra en Psicología Organizacional, Licenciada en Comunicación y Licenciada en Teatro, por la Universidad de las Américas Puebla. Health Coach Certificado por “Institute for Integrative Nutrition”.
Por: Mtra. Rocío Álvarez Bauza
Health Coach, egresada UDLAP.