La necedad que salvó a millones
Paul Offit es un médico con especialidad en pediatría, director del centro de educación de vacunas en el hospital infantil de Filadelfia y profesor de la escuela de medicina en de la universidad de Pensilvania. En lo personal, nunca había escuchado de él, hasta que los momentos que vivimos me hicieron encontrar un libro de su autoría titulado en el idioma inglés Vaccinated: One Man’s Quest to Defeat the World’s Deadliest Diseases.
En su libro, entre otras interesantes historias, Offit narra la historia de Maurice Hilleman, quien en 1957 detectó un nuevo tipo de enfermedad respiratoria que se estaba reportando desde Asia y que en algunos casos tenía consecuencias letales. Hoy, en medio de la pandemia de COVID-19 que vivimos, el relato y la historia toma una forma de lección probablemente no del todo aprendida.
Cuando Hilleman se da cuenta en su laboratorio en Washington D.C. que los hospitales asiáticos reportaban una influenza diferente, consiguió que barcos de la armada americana trajeran muestras del patógeno desde Hong Kong. Durante semanas Hilleman estuvo haciendo pruebas en su laboratorio para llegar a una conclusión que para él encendería las alarmas: El nuevo virus H2N2 era diferente a cualquier tipo de virus a los que la sociedad de los Estados Unidos había estado expuesta. En otras palabras, en el momento en el que el virus llegara a suelo americano ningún ciudadano tendría inmunidad ante este nuevo patógeno.
Al darse cuenta de esta situación, Hilleman alertó del peligro al departamento de salud de los Estados Unidos, quien decidió no solamente ignorarlo, sino hasta decirle que estaba loco. Aún después de recibir tal respuesta, Hilleman compartió la información con compañías farmacéuticas urgiéndoles para que se prepararan con el desarrollo de una vacuna. Estas empresas no se mofaron de la advertencia, sabían de la capacidad de Hilleman y le hicieron caso.
El virus causó entre los años de 1957 y 1958 más de un millón de muertes en el mundo y más de 100 mil muertes en los Estados Unidos. Las compañías farmacéuticas que hicieron caso a Hilleman distribuyeron entre 30 y 40 millones de dosis salvando muchas vidas. Al final, Hilleman dejó su trabajo en el laboratorio vinculado a la armada americana para colaborar con la compañía farmacéutica Merck, donde desarrollaría más de 40 vacunas para diferentes enfermedades.
Así como Hilleman logró desaparecer parte del peligro causado por varias enfermedades, lo mismo hizo con su nombre y su legado, que de no haber sido por el libro de Offit, por lo menos un servidor muy probablemente nunca habría escuchado. Hoy científicos como la Dra. Sarah Gilbert en Oxford trabajan en soluciones para la actual pandemia que sufrimos como planeta. Esperemos que, en esta ocasión, los expertos reciban el reconocimiento histórico que se merecen.
Acerca del autor:
Dr. Luis Alberto Barroso es Profesor asociado senior de la Escuela de Negocios de la Universidad de las Américas Puebla desde el 2016 y Director de posgrados desde 2017. Actualmente también colabora con el Centro de Estudios para América Latina de la Universidad de Cornell. Ingeniero en Sistemas Computacionales por la Universidad de las Américas en el 2000, y la Maestría y Doctorado en Ingeniería y Administración de Sistemas por Texas Tech University. De 2007 hasta el 2016 fue Director de posgrado y Director de Ingeniería para el Tecnológico de Monterrey en los Campus de San Luis Potosí y Veracruz.
Por: Dr. Luis Alberto Barroso.
Director Académico de Posgrado de la escuela de Negocios y Economía