La desconsexualidad de nuestros tiempos
“Vivimos tiempos difíciles” … no importa cuándo se haya dicho esto, vivimos tiempos difíciles desde siempre… en nuestro pensamiento existe la creencia perene de que “antes estábamos mejor” y tal vez fue así, la semana pasada, el año anterior, a principios del milenio, en el siglo XX; el tiempo presente duele, cala, el aquí y ahora en ocasiones resulta insufrible, nuestra percepción decreta que estamos mal, que estuvimos bien y que estaríamos mejor en el subjuntivo de nuestra imaginación y dicha percepción se llena de verdad cuando la contrastamos con hechos y estadísticas reales, entonces el imaginario colectivo adopta una postura jurídica que señala y condena nuestro presente y ratifica nuestros argumentos.
Nos encontramos fuera de contexto, hoy más que nunca no sabemos quiénes somos, de dónde venimos ni a dónde vamos, estamos en un vértice de nuestra historia antisocial en el que dejamos de lado valores, ética y moral para responder con odio a los efectos de nuestros propios actos. Nos hemos vuelto intolerantes, impacientes e inmaduros, lanzamos la piedra en redes sociales y escondemos la mano, trasgredimos los derechos del otro sobreponiendo nuestros propios intereses atacando sin remordimiento.
Aunque la raza humana se ha caracterizado por enfrentamientos incesantes, conquistas, colonizaciones, imperialismos, independencias, revoluciones, manifestaciones colectivas de toda índole ante problemas étnicos, nacionales e internacionales, de manera reciente hemos hecho de la violencia nuestra respuesta inmediata bajo el estandarte de la anarquía, trayendo consigo una polarización de género. Ya no solo somos Chairos contra Fifís, Mirreyes contra Godinez, ahora somos hombre contra mujeres que, constreñidos en la contienda por la equidad, hemos caído en la pragmática premisa de “si no piensas como yo, estás en mi contra”.
Desde hace 40 años en México existe una lucha en movimiento que ataca al machismo y busca el respeto por la vida sexual libre, seres humanos saliendo de su piel crisálida, hombres quieren ser mujeres, mujeres atrapadas en cuerpos de hombres: homosexualidad, bisexualidad, transexualidad, intersexualidad, cambiar cromosomas, romper estereotipos, aunado ahora a la defensa de la mujer, simplemente por ser mujer… y es verdad que la culpa no era suya… es de todos… es culpa de nuestra historia porque lo que somos ahora no es el resultado de un año de incertidumbre política.
De momento no se buscan soluciones sino a quién culpar de tantos siglos de abusos, permisiones, violaciones y laceraciones del hombre hacia la mujer. Tal vez este conflicto se origine en la ruptura del núcleo familiar concebido como la unión del hombre y la mujer en una relación heterosexual monógama para formar un hogar sólido y próspero; es probable que esté directamente relacionado con la abrupta caída de las ideologías religiosas que controlaron por dos mil años las creencias teológicas del mundo, limitando el papel de la mujer a concebir y servir de manera sumisa, estigmatizando la homosexualidad y declarando al acto sexual como pecado piedra angular de todos los tabúes; quizá también tenga mucha responsabilidad la falta de una estructura cultural-educativa sólida y con un sistema judicial que le da más derechos a un criminal que al afectado.
Particularmente en los países latinoamericanos estos factores han sido mucho más notorios y no por culpa del tipo de régimen de gobierno o ubicación geopolítica, mucho ha tenido que ver la estructura cultural y social del latino, la falta de compromiso en el fomento de una educación integral, más allá de la escuela, la casa o el trabajo, poco han hecho los medios de comunicación y las redes sociales para impedir la viralización de contenidos violentos e inhumanos, como espectadores nos mantenemos al margen y solo juzgamos cuando consideramos necesario, pero no aportamos soluciones para resolver nuestros propios problemas.
La descontextualidad del ser humano o desconsexualidad, como la he pretendido llamar, es este estado en el que hemos perdido el eje de nuestra ideología sexual conjunta, no hay parámetros, no hay pautas, no hay reglas; debemos analizar la deconstrucción social desde todos sus ángulos, solo así podremos puntualizar dónde se ha deteriorado nuestra calidad humana, la falta de educación, libertades, libertinajes, carencia de barreras y límites que nos están encaminando a enfrentamientos aún mayores y más agresivos, a perder el control y la armonía colectiva.
Un ser humano no nace violento, no tiene pretensiones de atacar sexualmente o lastimar a sus semejantes, es su formación la que fundamenta sus criterios de interrelación y comunicación con el entorno. Es necesario hacer una pausa para reflexionar y tomar consciencia para frenar de tajo la violencia y encaminar juntos nuestro rumbo hacia la reconstrucción de las estructuras sociales, ser capaces de adaptarnos al mundo que hemos construido y que pretendemos dejar, nuevas instituciones familiares, cualquiera que sea su estructura, una función pública mucho más empática hacia las necesidades comunes, fomentar el amor al prójimo y el respeto al derecho ajeno, no como frases motivacionales sino como forma de vida.
Esta época del año en particular, es ideal para reflexionar sobres nuestra propia vida, sobre lo que estamos haciendo de forma individual antes de exigir un cambio colectivo, dejemos de lado el tiempo pasado o futuro y enfoquémonos en cambiar activamente nuestro presente.
Por: Mtro. Omar Saldaña Medrano
Egresado de la Licenciatura en Comunicación, Especialidad en Gestión Internacional y Maestría en Gobernanza y Globalización de la UDLAP