Enfermedad renal crónica como epidemia mundial
Actualmente la enfermedad renal crónica (ERC) se considera un problema mundial de salud pública que amenaza con convertirse en una epidemia en las próximas décadas debido al aumento de la prevalencia sobre todo en adultos mayores, alcanzando cifras que indican que 4 de cada 10 sujetos tenían algún grado de daño renal. En 2010, el Instituto Mexicano del Seguro Social (IMSS) estableció la prevalencia de enfermedad renal crónica en México, colocando a la diabetes mellitus II como la principal causa; la hipertensión arterial sistémica en segundo lugar y las glomerulonefritis en tercero.
Es importante resaltar que al día de hoy la prevalencia de hipertensión arterial y enfermedad renal crónica casi duplica la prevalencia proporcionada por el IMSS en 2010, por lo que es sumamente preocupante identificar las posibles causas de esta elevación en la prevalencia e implementar medidas preventivas o correctivas. La Insuficiencia Renal Crónica (IRC) consiste en el deterioro progresivo e irreversible de la función renal. Es decir, los riñones pierden lentamente su capacidad para eliminar toxinas y controlar el volumen de agua del organismo. En el momento en que los riñones pierden su función, también dejan de producir una serie de hormonas que ayudan a regular la tensión arterial y estimular la producción de glóbulos rojos (eritropoyetina) o la absorción de calcio de los alimentos para mantener los huesos saludables (vitamina D).
En la mayoría de casos, se llega a la situación de enfermedad renal crónica, tras un período de tiempo variable, así que pueden pasar años desde el inicio del diagnóstico inicial hasta llegar a la fase crónica e irreversible. La enfermedad renal crónica se diagnostica mediante la medida en una muestra de sangre de los niveles de creatinina, urea o BUN, que son las principales toxinas que eliminan nuestros riñones. Además, se realizan analíticas de la orina para conocer exactamente la cantidad y la calidad de orina que se elimina. Sin duda su interpretación debe ser realizada únicamente por Médicos Especialistas en Nefrología puesto que el tratamiento debe ser integral y de alta especialidad, con el objetivo de evitar complicaciones graves como es la enfermedad cardiovascular en forma de infarto al miocardio que puede presentarse en etapas tempranas del daño renal así como poder retrasar o prescindir de terapias como la diálisis o hemodiálisis, lo cual afecta ampliamente la calidad de vida de las personas.
Acerca del autor: Médico Cirujano, titulado por Cum Laude, Benemérita Universidad de Puebla.
Especialista en Nefrología CED. ESP 11501570. Egresado del Hospital Clínic de Barcelona. Profesor de tiempo completo en la Universidad de las Américas Puebla.
Maestría en Investigación clínica – Trasplante de Órganos y tejidos. Doctorado en Medicina por la Universidad de Barcelona.
Trayectoria Investigadora con trabajos originales en Nefrología, Enfermedades autoinmunes, Hemodialisis y trasplante Renal.
Actualmente Especialista en el Instituto de Nefrología e Investigación en la Ciudad de Puebla.
Por: Dr. Mario Jimenez Hernández