El acercamiento Teherán-Washington y el equilibrio de poder en Medio Oriente
El pasado 24 de Noviembre, para ser exactos, Estados Unidos e Irán han alcanzado un acuerdo que le permite a los primeros vigilar las instalaciones nucleares iraníes y cerrar algunos desarrollos, en tanto a Irán le permite continuar con su programa nuclear con fines pacíficos. El acuerdo es por 6 meses pero es un gran avance en la normalización de sus relaciones. Tarde o temprano Irán y Estados Unidos tenían que llegar a un entendimiento. Ambos países son muy importantes para ignorarse durante mucho tiempo y tienen intereses coincidentes en la convulsionada región de Medio Oriente. Ya en el pasado, durante el régimen del Sha (hasta antes de 1979), Irán y Estados Unidos eran los mejores amigos; el Sha cuidaba los intereses norteamericanos en la región y Estados Unidos les ayudaba y vendía las armas que el régimen deseaba, incluso le vendió tecnología nuclear, Irán compartía con Arabia Saudita durante la Guerra Fría, responsabilidades, en la región, pero era Irán la potencia principal de la política estadunidense de los “dos pilares”.
Cuando estalla la Guerra del Golfo (1980-88) Estados Unidos, a pesar de no tener relaciones con Teherán, apoya a los ayatollahas vendiéndoles refacciones y algunas armas que impiden que el régimen se desplome. Esto se conoció como el escándalo “Irán-Contras” donde algunos funcionarios estadunidenses a la vez que ayudaban a Irán, apoyaban con las ganancias a financiar a la contra nicaragüense, a la que el congreso estadunidense le negaba ayuda. La caída de la URSS hizo aparecer en el mapa a: Turkmenistán, Tayikistán, Uzbekistán y Kirguistán, que alivian la presión rusa en la frontera norte de Irán y le permiten a EUA entrar al corazón de Asia Central.
Hoy, Rusia se ha fortalecido y de nueva cuenta busca regresar a su antigua zona de influencia, lo que preocupa a Irán, pues los Estados Unidos busca retirarse de la zona y poner más atención al este y sureste de Asia donde China gana espacios rápidamente. No debe olvidarse que el presidente Obama llegó a la presidencia con el mandato popular de retirar a los norteamericanos de Irak y Afganistán.
Irán es hoy una potencia regional, rebasando por mucho a sus pequeños vecinos del golfo árabe. Cuenta con 70 millones de habitantes lo que lo hace un coloso demográfico en la región, también cuenta con la tercera reserva petrolera del planeta y con la segunda de gas natural. Busca Irán un reconocimiento de sus intereses en la región, donde Irak es vital pues el vacío de poder dejado por la desaparición de Saddam Hussein, fue llenado rápidamente por ellos y su influencia llegó hasta Siria donde ha apoyado a Bashar al-Assad. Todo hace de Irán un enemigo formidable lo que preocupa a Israel y Arabia Saudita. Irán tiene una posición estratégica fundamental, pues es la salida al mar de toda Asia Central y transcaucásia. Una “entente” iranio-estadunidense en la zona puede frenar el regreso ruso en las regiones antes soviéticas y hacer que Estados Unidos dirija su atención hacia otras zonas importantes del planeta, donde su abandono ha hecho que Rusia, China e India capitalicen dicha ausencia.
Hoy, Arabia Saudita se siente traicionada y busca hacer con las monarquías del golfo una unión del corte europeo se sienten inseguros sin el aval de Estados Unidos, no les quedará más que plegarse a Irán. Israel, por su parte, está preocupada pues deja de ser una pieza importante en el Medio Oriente y pasa a ser un aliado más de Estados Unidos. Pero la seguridad de Israel no está cuestionada, Estados Unidos sigue siendo el garante de su existencia, y se piensa que tendrá más seguridad si Irán, como se prevé, no produce bombas atómicas. Egipto tendrá que adaptarse a la nueva situación, en la cual Israel puede ayudar a la permanencia de la junta militar golpista, por así convenir a sus intereses, en tanto que Irán la desprecia. En fin, Estados Unidos ya no depende tanto del petróleo del Medio Oriente y dicha independencia les hace dirigir su mirada hacia otras regiones un tanto “descuidadas”. No debemos olvidar que las grandes potencias no tienen amigos, tienen intereses.
Por: Dr. Román López Villicaña