Del derecho a la información y al diseño de información
En meses recientes, una multitud de manifestaciones ciudadanas en todos los rincones del planeta han tenido como consigna la defensa del derecho a estar informados. En Madrid, en Santiago o en México se han alzado voces que recuerdan que la libertad de pensamiento —un derecho humano fundamental— pasa necesariamente por el libre acceso a las diversas fuentes de información. Se invita a reflexionar sobre este ejercicio libre que es alimento de otro derecho fundamental: la libertad de expresión. Por otro lado se reclama que el control ciudadano de la gestión pública no puede realizarse sin un acceso asegurado a la información en manos del Estado. En ese sentido, se promueven hoy iniciativas en el Congreso Mexicano que tienen como objetivo apuntalar y extender las atribuciones del IFAI.
Es evidente que la información está ahora en el centro del debate mundial. Se le considera un insumo necesario que debe estar tan asequible como el agua. Pero ¿qué es la información, en todo caso?, ¿los simples datos son información útil?.
Hay una creencia general de que un dato por sí ya es información útil, y que sólo basta que esté disponible para que funcione (por eso vemos tal cantidad de aberraciones informativas, todos los días, en todas partes). Para que la información sea útil se tiene que diseñar de forma que sea atractiva, comprensible y de fácil lectura. Se tiene que diseñar para que deje de ser un dato inerte y se convierta en una herramienta para el desarrollo adecuado de nuestras actividades cotidianas.
El papel de los diseñadores de información es hacer comprensibles datos complejos. Diseñar la información no es hacer un gráfico bonito, diseñar la información es promover experiencias cognitivas que permitan a los lectores tener un mejor entendimiento de los datos a los que tienen acceso. ¿De qué nos sirve tener acceso a bases de datos impenetrables si no se anclan en experiencias concretas que las contextualicen y les den un significado?
La información se tiene que diseñar para generar experiencias de aprendizaje, de toma de decisiones, de instrucción o de conocimiento. La interacción con la información al final debe producir sentidos y significados que se puedan aplicar en lo cotidiano. Si no es así, el acceso a la información seguirá siendo un privilegio de unos cuantos: de aquellos capaces de descifrarla y hacerla útil con la producción de experiencias significativas. No basta con tener acceso a la información como tal, es necesario demandar una información legible, ordenada y clara; una información que a través del diseño nos dé las posibilidades de integrarla fácilmente en nuestra vida. Hay mucho que hacer y los nuevos diseñadores de información tendrán que ser actores importantes en este proceso.
Acerca del autor: Alejandro Brizuela es Diseñador de información, disciplina de la cual ha sido promotor en México desde 1997. Es profesor de tiempo completo en la Universidad de las Américas Puebla donde coordina el área de teoría en el Departamento de Diseño de información. Es candidato a Doctor en Ciencias de la Comunicación por la Universidad de Montreal. Canadá. Cuenta con la Maestría en Bellas Artes con especialidad en Diseño Gráfico por el Instituto Superior de Bellas Artes de Amberes, Bélgica y con la Maestría en Teoría del Diseño por la Universidad de las Américas Puebla. Trabaja actualmente en dos líneas de investigación que se cruzan y se superponen, por un lado, estudia los mecanismos que promueven la construcción de las identidades culturales a través de la apropiación simbólica del patrimonio no tangible y por otro revisa los procesos que permiten el acceso a la información social de manera efectiva y eficiente. Es consultor en comunicación organizacional y su trabajo gráfico ha sido objeto de premios y exposiciones. Además, escribe poesía, compone canciones y canta por diversión.
Por: Mtro. Víctor Alejandro Brizuela García
Profesor de tiempo completo del Departamento de Diseño de Información de la UDLAP
alejandro.brizuela@udlap.mx