Alertemos a los alumnos
Las tecnologías de la información y la comunicación, adecuadamente aplicadas, fortalecen el proceso de enseñanza-aprendizaje desde varios ángulos. Uno poco conocido es el de los sistemas de alerta temprana que permiten informar al alumno de su desempeño, para que se ocupe desde el principio del curso en mejorar su rendimiento académico, realizando las actividades que el profesor propone.
Aprender las competencias establecidas en el currículum de una materia involucra factores relacionados con el tema que influyen en el resultado del aprendizaje: los objetivos del curso, el grado de profundidad al que el alumno debe llegar, es decir, un compromiso entre extensión y profundidad del conocimiento. Mientras más precisos seamos en establecer estos objetivos y, en relacionarlos perfectamente con las actividades de aprendizaje y con los procesos de evaluación, más seguros estaremos del éxito de la enseñanza y del aprendizaje (según el modelo de Alineación Constructiva de John Biggs).
El alumno aprende la materia, pero también aprende a través de la interacción con el profesor, lo cual puede influir en su desempeño académico, orientándolo hacia lo que espera que el profesor haga o deje de hacer. Un ejemplo de esto es la asignación de tareas, ¿el profesor deja tareas?, ¿debo resolverlas? Más allá de lo que el profesor piense, el alumno saca sus propias conclusiones, ¿el profesor es susceptible de cambiar las reglas?, ¿cuándo y por qué lo hace? El profesor establece fecha y hora de entrega de una tarea, si no las respeta el alumno concluye que no son importantes y trata de extrapolar a otras materias.
Las plataformas actuales, como Blackboard, permiten establecer fechas y horas para la entrega de trabajos así como también informar al estudiante en tiempo real, sobre la evaluación de sus actividades y retroalimentarlo sobre sus errores; muestra al alumno que respetamos los acuerdos establecidos dentro del curso y calificar e informar con rapidez sus resultados.
Un error del estudiante, se relaciona con la autopercepción equivocada de su propio rendimiento académico. El hecho de olvidar que dejó de entregar tareas o de que su desempeño en una evaluación fue pobre, pone en riesgo la acreditación de su curso. El no ver que está por debajo del desempeño esperado o del promedio del grupo, o comentar que después de reprobar varios exámenes parciales «no va tan mal en la materia», sin ubicar que sus compañeros, y el grupo, lo dejaron atrás, lleva nuevamente a una situación de riesgo académico: informarle a tiempo puede permitirle mejorar su desempeño, al contrastar su percepción contra la realidad.
Las alertas tempranas, como las llaman los expertos, facilitan concientizar (lo más pronto posible) al estudiante que su desempeño no está acorde con lo esperado y que debe tomar acciones inmediatas para mejorarlo.
Acerca del autor:
Mtro. Francisco Javier Calleja Bernal
Contador Público con estudios de Maestría en Administración y candidato a Doctor en Educación. Con más de 40 años de experiencia docente y profesional en contabilidad, costos, análisis financiero y auditoría. 291 cursos impartidos en diversas universidades, de los cuales el 88% ha sido a nivel licenciatura y el resto en maestría. 194 módulos de diplomado impartidos a personal de diversas empresas. Autor de los libros “Contabilidad 1”, “Costos” y “Contabilidad Administrativa” con editorial Pearson. Articulista en diversos periódicos y autor de su propio blog “Visión Financiera”. Coordinador de las materias Contabilidad Financiera, Contabilidad de Costos, Análisis de Costos y Contabilidad Gerencial.
Por:
Mtro. Francisco Javier Calleja Bernal
Profesor de tiempo completo del Departamento de Finanzas y Contaduría,UDLAP
francisco.calleja@udlap.mx
Javier Piñataro Plata
Jefe de Área de Desarrollo Docente, UDLAP
javier.pinataro@udlap.mx