Los alimentos transgénicos y su impacto socio ambiental.

Los alimentos transgénicos y su impacto socio ambiental.

Los alimentos transgénicos, pertenecientes a los organismos genéticamente modificados (OGM), son productos que poseen uno o varios genes de una fuente externa, como virus, bacterias, animales o plantas de especies no relacionadas (Maghari & Ardekani, 2011). Esto quiere decir que, en los OGM, el material genético ha sido alterado de formas que no ocurren naturalmente por recombinación genética. Una técnica utilizada para generar estos productos es la “CRISPR-Cas9”, que actúa como tijeras moleculares para editar un gen de interés (Zhang et al., 2016).

Se debe de tomar en cuenta que desde hace miles de años los agricultores han modificado las plantas mediante cría selectiva, para producir especies con las mejores características y evitar aquellas indeseadas, por lo que los OGM pueden verse como una forma de crianza precisa, en donde se introducen genes deseados que producirán una expresión de proteínas que le conferirá al producto de nuevas propiedades (Udriste & Badulescu, 2017 y (Dunn et al., 2017).

Un ejemplo, es el alto valor nutricional de vitaminas, de ácidos grasos esenciales y la estimulación del sistema inmune para combatir diversas infecciones. En consecuencia, los alimentos transgénicos podrían funcionar como vacunas orales. Algunos cultivos que se han estudiado para este propósito incluyen arroz, maíz, papas y haba de soja (Zhang et al., 2016). Esto es muy útil pues, al estar la población en constante crecimiento, los OGM se vuelven una opción viable para mantenerla nutrida y medicada, aunque se requiere de mayor investigación para lograr que los transgénicos con propósito farmacéutico se desarrollen a nivel industrial (Azedi & Ho, 2010 y Kramkowska et al., 2013).

Por otra parte, los transgénicos, tienen un mejor sabor y una mayor duración debido al frenado del proceso de putrefacción (Azedi & Ho, 2010 y Bawa & Anilakumar, 2013). Además, crecen más rápido que los cultivos tradicionales y son más resistentes a condiciones desfavorables como sequías, pestes o enfermedades, lo que no sólo incrementa el rendimiento, sino que reduce el uso de químicos dañinos para el medio ambiente, tales como pesticidas o fertilizantes. De hecho, en los últimos años se ha visto un incremento en la producción de cultivos, de la cual, gran parte se atribuye a los transgénicos y, sin el uso de estas biotecnologías, se hubieran tenido que utilizar millones de acres para cultivos tradicionales, lo que implica desforestación, mayor irrigación y el uso de productos químicos (Zhang et al., 2016).

Sin embargo, los transgénicos presentan riesgos pues, al transferir genes de un organismo a otro, existirán proteínas que originalmente no se encontraban, lo que puede producir efectos negativos en la salud como reacciones alérgicas en la piel o alteraciones en los aparatos respiratorio y circulatorio (Kramkowska et al., 2013). También, es posible que exista una perturbación metabólica que altere los niveles de sustancias bioquímicas importantes, lo que puede producir toxicidad (Zhang et al., 2016).

Seguidamente, los mismos genes que le dan al alimento su resistencia a pestes, podrían ser integrados a patógenos o a la microflora intestinal, conllevando a la resistencia de antibióticos (Maghari & Ardekani, 2011). Del mismo modo, estos alimentos pueden provocar estrés ambiental que obligaría a los insectos a volverse resistentes o, que pestes menores cobren importancia al no tener competencia (Bawa & Anilakumar, 2013). De esta manera, en lugar de eliminar el uso de pesticidas, se volvería necesario utilizarlos en mayor cantidad (Kramkowska et al., 2013). 

Consecuentemente, antes de introducir al mercado estos productos, se realizan análisis toxicológicos para evaluar posibles reacciones alérgicas y, hasta el momento, no se ha demostrado que los transgénicos son completamente seguros ni completamente dañinos (Kramkowska et al., 2013). Además, en varios países ya existen leyes que regulan el uso de los transgénicos, aunque es necesario la incorporación de un etiquetado apropiado para que los consumidores puedan realizar una compra informada (Maghari & Ardekani, 2011 y Udriste & Badulescu, 2017)

En conclusión, los alimentos transgénicos pueden mejorar la nutrición de las personas, lograr una mayor producción de alimento y reducir el uso de químicos, pero, al existir riesgos ligados a su consumo, es necesario que tengan un buen etiquetado para que el consumidor tome decisiones informadas.

 

Referencias

[1] Azedi, H. & Ho, P. (2010). Genetically modified and organic crops in developing countries: A review of options for food security. Biotechnology advances, 28: 160-168.

[2]  Bawa, A. S. & Anilakumar, K. R. (2013). Genetically modified foods: safety, risks and public concerns – a review. Journal of Food Science and Technology, 50(6): 1035-1046.

[3] Dunn, S. E., Vicini, J. L., Glenn, K. C., Fleischer, D .M & Greenhawt, M. J. (2017). The allergenicity of genetically modified foods from genetically engineered crops. A narrative and systematic review. Annals of Allergy, Asthma & Immunology, 119: 214-222.

[4] Kramkowska, M., Grzelak, T. & Czyzewska, L. (2013). Benefits and risks associated with genetically modified food products. Annals of Agricultural and Environmental Medicine,20(3): 413-419.

 [5] Maghari, M. B. & Ardekani, A. M. (2011). Genetically modified foods and social concerns. Avicenna Journal of Medical Biotechnology, 3(3).

[6]  Udriste, A. A. & Badulescu, L. (2017). Genetically modified organisms. Research Journal of Agricultural Science, 49(9).

 [7] Zhang, C., Wohlhueter, R. & Zhang, H. (2016). Genetically modified foods: A critical review of their promise and problems. Food Science and Human Wellness, 5: 116-123.

Acerca de los autores: Jorge Jiménez Cisneros. Estudiante de la Licenciatura en Nanotecnología e Ingeniería Molecular de la Universidad de las Américas Puebla (UDLAP). Cuenta con una publicación en The Handbook of Environmental Chemistry, bajo el título de: Nanotechnologies for Removal of Nonsteroidal Anti-inflammatory Drugs from Wastewater. Además, ha colaborado en el Laboratorio de Investigación de Electrocatálisis de la UDLAP.  Actualmente, participa en la Columna Científica de la Mesa Directiva de Nanotecnología e Ingeniería Molecular de la UDLAP.  jorge.jimenezcs@udlap.mx

Getsemani Orozco Luis. Estudiante de 5to semestre de Ingeniería en Biotecnología en la Universidad Veracruzana. Participó en la 7° Olimpiada Ambiental en 2018, presentando un desodorante orgánico. Fue ganadora de la “Beca Talento” en 2018. Ha asistido a 3 congresos con relación a la Biotecnología, la Química Inorgánica y el Emprendimiento. Obtuvo mención honorífica participando en conjunto al “CdeCMx Challenge 2020” de Clubes de Ciencia México, y fue invitada a la Reunión Internacional de Inteligencia Artificial y sus Aplicaciones. Actualmente es miembro de la Asociación de Mujeres en Ciencia y Tecnología “Alejandra Jáidar” y es asistente de Tesistas en un laboratorio de Biotecnología. zS18004104@estudiantes.uv.mx

Por: 

Jorge Jiménez Cisneros: Estudiante de la Licenciatura en Nanotecnología e Ingeniería Molecular de la Universidad de las Américas Puebla (UDLAP).

Getsemani Orozco Luis: Estudiante de 5to semestre de Ingeniería en Biotecnología en la Universidad Veracruzana.

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