Feliz día del “papi”

Feliz día del “papi”

Espacio en el que ha aparecido el artículo y fecha en que ha sido publicado: e-consulta (20-06-18).

“Educa a tus hijos con un poco de hambre y un poco de frio”

Confucio (551 a. C.- 479 a. C)

Día del “padre”, pero, más que el día del Padre, figura o rol que hoy se está extinguiendo, si no, tal vez, probablemente ya sea una especie extinta, deberíamos festejar más bien el “día del papi”. El “papi”, a diferencia del “padre”, es un amigo comprensivo y empático de su hijo, que le proporciona cariño, “amor” y beneficios materiales, que se vuelve el “abogado defensor” del hijo frente a cualquiera autoridad y justificándolo de cualquier comportamiento, eximiéndolo de toda responsabilidad y culpa por los actos realizados.

Creo que hoy en día sería realmente importante poder aplicar la “prudencia familiar” en la educación de los hijos, porque pienso que, en este ámbito, se ha dado una “des-responsabilización” total de los roles tanto del padre como de la madre, prácticamente retirándose de este proceso educativo, transformándolo en una permisividad y un hedonismo totales. Para apoyar este concepto citaré un paso revelador que Jeremy Rifkin menciona en su obra “El Sueño Europeo”:

Sin duda es un juicio severo, pero probablemente cada vez más cierto para un buen número de jóvenes estadounidenses (y agregaría, sin duda a equivocarme, también jóvenes europeos y latinoamericanos, nota del autor) de clase media que crecieron sobreprotegidos y malcriados por unos padres que hacían llover sobre de ellos los placeres y las experiencias que el dinero podía comprar, a menudo incluso antes de que tuvieran edad para apreciarlos. Mal acostumbrados por los padres del “baby boom”, estos hijos e hijas no son unos candidatos demasiados aptos para la clase de compromiso personal que se requiere para mantener vivo el auténtico “sueño americano”. Fe, disciplina, trabajo, autoconfianza y sacrificio, son términos que poca gente usaría para describir a los jóvenes de clase media de hoy. … Sus sueños han encontrado respuesta incluso antes de que tuvieran ocasión de soñarlos… El deseo de gratificación inmediata, combinada con un cierto endiosamiento y el sentimiento de gozar de derechos y privilegios especiales puede convertirse en una mezcla explosiva. La personalidad narcisista es por lo general menos capaz de enfrentarse a las muchas frustraciones de la vida, incluido el uso de la violencia para conseguir aquello que considera le corresponde por mérito y derecho.

Lamentablemente somos los padres, hoy en día, los que no hemos sabido mantenernos a la altura que se requería para educar a nuestros hijos: es más, nos hemos vuelto, en muchos casos, los responsables de que sucediera exactamente lo contrario. Es paradójico que los padres de hoy, nacidos en los años 50s y principio de los 60s, que son el producto de la revolución del ´68, la primera generación que desobedeció a sus padres, se convirtió en la primera generación en obedecer a sus hijos. En las universidades, uno de los problemas más frecuentes y molestos, es la participación de los “papis” como abogados defensores de sus vástagos, frente a cualquier medida disciplinaria que enfrenten o al recibir unas notas reprobatorias. Se le disculpa de cualquier responsabilidad y se apela a la tolerancia y la comprensión. Sin embargo, sigue válida la máxima de Esquilo: “se aprende a fuerza de sufrir” y, como bien lo marca Rifkin en el párrafo anterior, nosotros, los padres, hemos fallado convirtiéndonos en los “papi”, los amigos empáticos, lo más alejado posible de cualquier principio de autoridad y de coacción. Probablemente sigue actual la frase de Séneca “el mejor límite para el dinero es el que no permita caer en la pobreza, ni alejarnos demasiado de ella”. Me recuerda que una vez mi papá me dijo: “logré siempre darles menos de lo que hubiera podido”, y tardé un rato en entender la profunda sabiduría que encerraba esa frase y, luego, lo difícil que es como padre lograr aplicarla, cosa que lamentablemente yo no pude conseguir, como lo logró la generación de mi padre, tal vez gracias a que fueron forjados y templados por una guerra y por la escasez de bienes materiales, viviendo en una sociedad no tan consumista y materialista como la nuestra.

Es probable que sea también consecuencia de la crisis que sufre la familia y especialmente el rol del “hombre”, dentro del núcleo familiar. Una gran mayoría de los matrimonios que aún se celebran, y son cada vez menos en todo el mundo occidental, terminan en fracasos, cuando no en divorcios y en esa guerra entre sexos che se combate adentro de la pareja, el rol “paterno” es el que termina más perjudicado. Porque cuando una familia naufraga, la madre queda siempre como un “balsa” a la cual los hijos se sostienen para emprender una nueva navegación, siguiéndola en el nuevo grupo familiar que forma la madre con un nuevo compañero, o viviendo junto a ella como “single”. La reacción típica del padre biológico, que quedó separado de los hijos que aún quiere, es abandonar completamente el ejercicio de su autoridad paterna y sustituirla con un nada elogiable esfuerzo de seducción. Así, los padres separados, luchan contra sus gigantescos sentimientos de culpabilidad adulando y cortejando a los hijos, llenándolos de dinero y de regalos, de comprensión y permisibilidad, con tal de quedar en sus vidas por medio de la complacencia y la complicidad.

Escuchando este domingo las palabras de un sacerdote sobre el día del padre, hablaba del Padre Eterno, como ejemplo paradigmático de todos los padres humanos, que comprende y perdona a sus hijos, con misericordia y amor, nunca siendo duro o juzgando negativamente a sus criaturas, como jamás debería hacerlo el padre terrenal. Y me vino a la memoria las enseñanzas de hace apenas una generación, cuando se hablaba de “verdad” y de “justicia”, se mencionaba que se debía “amar y temer a Dios”, a un Dios que odiaba el pecado, pero amaba al pecador, porque quería su bien, como un padre verdaderamente amoroso que educa a sus hijos para el bien. San Benito aconsejaba al abad del monasterio, como responsable de sus monjes, que debía ser:

“riguroso y dulce

exigentísimo maestro

amabilísimo padre”.

Tal vez sea una buena sugerencia para volver a ser “padres” y dejar el rol de “papis”: se puede ser rigurosos, pero con dulzura; se puede ser muy exigentes, pero, como un amable padre, que busca lo mejor para su hijo, sembrando en el presente para cosechar en el futuro por medio del esfuerzo y del mérito, del compromiso con el duro trabajo hoy, a través del cual, mañana dará sus hermosos frutos.

 

Acerca del autor: Mario de Marchis Pareschi, es Doctor en Administración por el ITESM, Campus Ciudad de México y la Universidad de Texas en Austin, Maestro en Computación por la misma universidad y Licenciado en Ingeniería Química por la UAEM. Es profesor del ITESM desde 1985. Ha sido Profesor invitado en la Maestría de Administración de la Rectoría de la Universidad Virtual, de la EGADE del Campus Monterrey y del Programa de Graduados del Campus Ciudad de México, Cuernavaca, San Luís Potosí y Morelia. Ha sido expositor en diferentes programas de Educación Continua, tanto presenciales como virtuales (Programa AVE) en diferentes Campus del Sistema ITESM, y en variadas regiones de la República y de América Latina (Perú, Colombia, Ecuador, Costa Rica, Panamá). Fue profesor de los “Paquetes educativos” del Sistema ITESM, impartiendo la materia de “Seminario de Análisis Económico, Político y Social” y el “Seminario de Filosofía Empresarial” en posgrado, tanto en maestría como en doctorado. Ha recibido en varias ocasiones la distinción de profesor mejor evaluado en el Campus Morelos, Ciudad de México, Monterrey y Santa Fe y en la Universidad Pontificia Bolivariana en Medellín, Colombia. Es fundador del Campus Santa Fe, donde fungió como director de la División de Negocios y Posgrado. Ha sido consultor en diferentes Instituciones, tanto públicas como privadas, tales como IMTA, GFT, la ONU-Méx, Línea Bancomer, Confitalia, Canacintra, Coparmex, Inophos e Infonavit, entre otras. Hasta el 2015 fue profesor de la EGADE Business School y del Executive MBA de la Universidad de Texas en Austin, donde impartió la materia de “Global Management”. Es autor del libro “Yo, el Director” de Editorial Océano y fue reconocido por la revista “America Economía” como el segundo mejor libro de gerencia en español del 2010 y primero en Latinoámerica. Próximanente saldrá con la misma editorial la publicación del libro “Santo Tomás, CEO. Liderazgo Basado en Virtudes, (Virtues Based Leadership, VBL)”. Actualmente es profesor de tiempo completo del Departamento de Administración en la Universidad de las Américas Puebla e imparte las materias de: Administración de cambio, Administración de conocimiento, Temas selectos y en la maestría Modelo de dirección.

 

Por: Dr. Mario De Marchis Pareschi

Ex Profesor UDLAP.

 

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