De azúcar, esclavitud y memoria (Parte 2)

De azúcar, esclavitud y memoria (Parte 2)

(Continuación)

Una vez que los portugueses establecieron plantaciones de azúcar en las islas del Atlántico, fue necesario crear asentamientos de conquistadores y mejorar las rutas comerciales que traían a los esclavos para las arduas faenas. Durante los primeros 100 años de contacto europeo la población indígena fue diezmada por las guerras de conquista, explotación de trabajo y grandes epidemias; razón por la que, la demanda de esclavos en tierras americanas fue mayor. Las primeras personas esclavizadas en llegar al Nuevo Mundo venían con sus amos o eran nacidos de España o Portugal. Sin embargo, al no cubrir la demanda de mano de obra que requerían las tareas de colonización, evangelización y conquista de un nuevo continente, empezó el comercio de esclavos directo de África (Pp.13-14).

Aunado a esto, los discurso esclavistas obtuvieron una lógica que se pensaba encontraban razón bajo la idea que plasma el autor José Martínez de Pisón, en su texto, El debate abolicionista en el primer liberalismo español, en la que menciona que: “Y a este “éxito” no fueron ajenos los intereses de las élites políticas y económicas europeas, de los criollos o de las nuevas castas emergentes en América y de los jefezuelos y caciques de las tribus o de los reinos africanos” Durante décadas, se interpretó que la trata africana era cuestión de dos: europeos y americanos. Pero, recientemente, se está poniendo de manifiesto que no se hubieran alcanzado las cotas a las que se llegó sin la complicidad, sin la cultura y sin el entramado político y social existente en el continente africano. Dicho de otra forma, como han expuesto Coquery-Vidrovitch y Mesnard, el comercio negrero no hubiera sido posible sin el “socio” africano, sin los mercaderes que capturaban, transportaban y almacenaban en la costa la mercancía humana a la espera de que llegase para negociar y comerciar el tratante blanco. Por supuesto, todos sacaban beneficios de este negocio, todos, menos uno: el sujeto esclavizado”

Los primeros esclavos que llegaron por las Antillas en 1513 fueron por licencias que en un principio solo se otorgaban a personas que eran favoritos del rey. De acuerdo a Naveda, ya en 1518, La Corona Española, había otorgado demasiadas licencias tanto a españoles como a portugueses, que para regularlo consideró conveniente que los traficantes pagaran dos ducados por cada esclavo que ingresara al Nuevo Mundo. De esta forma La Corona aseguraba ganancias para sus arcas (p.14). Por otro lado, Aguirre Beltrán en su Libro, La población negra en México menciona que: “En 1527 se concedió una licencia a dos alemanes, Heinrich Ehinger y Hieronymus Seiler, quienes se obligaban a introducir 4,000 negros destinados a Nueva España en un plazo de 4 años, pagando 20,000 ducados a la Corona” (p.20).

El proyecto colonial que contemplaba a la trata como pilar fundamental poco a poco se consolido en todas las colonias americanas, con el apoyo de intereses políticos, económicos y comerciantes. El objetivo compartido era crear una economía apropiada, consistente en fomentar la intensiva agricultura local y extraer materias primas necesarias a la metrópoli, donde el trabajo lo desempeñarían en gran medida los esclavos.

En otras palabras, el comercio esclavista surtía de ingresos a la Corona, y de trabajadores a las colonias en un negocio redondo, al respecto la investigadora Adriana Naveda Chávez-Hita, menciona algunos datos que ilustran el comercio de la época: 5

“En 1533 Carlos V otorgó una licencia a Francisco de Montejo para introducir 100 negros con destino al puerto de Veracruz. Durante los años siguientes las licencias otorgadas a particulares para traer esclavos a la Nueva España, fueron más numerosas y con la participación de un creciente número de esclavistas. En 1542 la Corona dio licencia a los genoveses Tomás Marin y Ricardo Lomelín para introducir 900 negros a México” (p.15)

“los juros. Mediante ellos el traficante protestaba dinero a la Corona y ésta en pago le concedía una licencia. Por ejemplo, los mercaderes en Sevilla, San Andrés Pérez y Diego Fernández, recibieron 274 y 206 permisos a cambio de juros y préstamos otorgados a la Corona.” (p.15)

Otro medio de comerció que fue imposible de controlar fue el contrabando, este tráfico ilícito fue constante y de grandes proporciones, y aunque es casi imposible cuantificar el número o su comienzo, se estima que el tráfico de esclavos comenzó a la par que el de las licencias, lo cual afectaba a los comerciantes y a la Corona, Gonzalo Aguirre Beltrán menciona que fue por esta razón que: “en 1550 La Corona expidió una Real Cédula en la que ordenó a la Casa de contratación de Sevilla que llevará un libro de registros, en cuanto y cargo de los esclavos que pasan a las indias y que se impida el desembarco de cargazones sin licencias” (p.25). Cédula que no fue ejercida, ya que fueron poco efectivas para eliminar el contrabando de esclavos negros en las colonias; por el contrario, hicieron mucho más costoso y poco eficiente el transporte de esclavos, ya que hacían obligatorio la triangulación vía Sevilla, mientras que los contrabandistas los transportaban directamente desde su fuente. Es así como la trata de esclavos durante el periodo colonial era organizada y disputada por las naciones europeas, siendo Portugal quien dominó el comercio de esclavos al Nuevo mundo de 1580 a 1640. Como ya se ha mencionado en páginas anteriores, uno de los principales destinos para el trabajo forzado de uso de mano de obra esclavista fueron las haciendas cañeras y México no fue la excepción.

En las primeras haciendas de la Nueva España se plantaba trigo y maíz, no fue hasta aproximadamente 1530, que se introdujo de manera intensiva la caña de azúcar ya que requería mayor inversión tecnológica y de mano de obra. Su cultivo se extendió con rapidez en algunas zonas de Oaxaca, Jalisco, Michoacán y algunas zonas de Veracruz y el actual estado de Morelos, que sin duda destacaría como la región azucarera, más importante del virreinato. En el siglo XVI las haciendas y encomiendas estaban sujetas a los sectores dominantes como marqueses y virreyes que mediaban el repartimiento de las tierras, y las leyes para la mano de obra; a esto se sumaría la minería, otra actividad económica que consolidó algunos centros urbanos.

Siguiendo al autor Mc. Bride, el proceso de gestación del sistema agrario basado en el dominio de la hacienda duró más de 100 años. Este, surgió en la Nueva España en el siglo XVI, pero el dominio sobre la tierra de algunos poderosos no fue suficiente para la existencia de la unidad económica que llamamos hacienda. Para que ésta se constituya, es necesario: a) que el señor adquiera la propiedad completa sobre el suelo y pueda prohibir a los demás el acceso a una porción de tierras de barbecho, pastizales y tierras de paso; b)que los hombres que trabajan la tierra queden sujetos directamente  al dueño de ésta, sin la mediación de la encomienda y el repartimiento que hacían dependiente al trabajador de otros sectores de la clase dominante; c)que la economía de la comunidad sea sustituida, tanto en el proceso productivo, como en el mercado, por la economía del fundo.(p.18)

Acerca del autor: Mariana Alcántara Lozano es Lic.  En Humanidades con especialidad en Historia del Arte por la Universidad de las Américas Puebla y realizó una Maestría en Estética y Artes en la Benemérita Universidad Autónoma de Puebla con, Beca Conacyt. Tiene una especialidad en Poblaciones afrodescendientes en México y América Latina, por la Coordinación Nacional de Antropología e Historia (2018) y un Certificado en Estudios Afrolatinoamericanos en el ALARI (Afro Latin American Research Institute) por la Universidad de Harvard.

Ha realizado la organización del acervo hemerográfico del Sindicato de Trabajadores de la fábrica de Río Blanco y tallerista en el área de lenguaje corporal y asistente de investigación en el Proyecto Actores Sociales de la Flora Medicinal en México en Santiago Tapextla, Oaxaca, por parte del INAH.  Asistente de investigación en la curaduría de Culturas de la Costa del Golfo en el Museo Nacional de Antropología a cargo de la Dra. Rebeca González Lauck 2018 Analista fenomenológica en la Comisión de Derechos Humanos de la Ciudad de México 2019. Actualmente es parte del  Proyecto “Tuxpan, Veracruz, Espacio urbano, Barrios y Tradiciones de una Ciudad Marítima y Fluvial (finales del siglo XIX a principios del siglo XX) en  el INAH , Veracruz.

Por: Mariana Alcántara Lozano

Egresada de la Licenciatura en Humanidades, con especialidad en Historia del Arte por la Universidad de las Américas Puebla.

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