Tal vez la escuela debería ser un poco más como los videojuegos

Tal vez la escuela debería ser un poco más como los videojuegos

Tanto a padres de familia, como a profesores escolares, a menudo nos preocupa e intriga por qué los jóvenes dedican tanto tiempo y esfuerzo a interactuar dentro de un videojuego y tan poco a sus tareas escolares. La explicación que nos damos es que eso pasa porque en el videojuego los adolescentes se están divirtiendo. Sin embargo, cuando los observamos jugar los vemos enojarse, reír, brincar, frustrarse, discutir con otros jugadores, planear, etcétera. Sin duda que juegan concentrados, interesados y comprometidos. Claramente, la experiencia de usar un videojuego debe encerrar algo mucho más que la mera diversión. Aunque existen muchos videojuegos muy cuestionables, es un hecho que al usarlos las personas involucran su intelecto y sus emociones, de tal manera que logran vivir experiencias ricas y complejas. ¿No sería deseable poder decir que nuestros estudiantes van a la escuela a vivir experiencias intelectuales y emocionales así de ricas y complejas? ¿Qué poseen los videojuegos que nuestros métodos de enseñanza no?

El investigador del lenguaje, James Gee, propone algunas características de los videojuegos que podrían explicar por qué nuestros alumnos los prefieren. Para empezar, las personas no entran a un videojuego a memorizar cosas, entran a resolver problemas que les requieren un importante esfuerzo cognitivo. Están dispuestas a pensar profundamente porque el problema les es significativo. Planear y crear alianzas para dominar al mundo es un problema sin duda más significativo que saber cuántos tipos de acentos existen y cómo se usan. Además, al resolver los jugadores, estos problemas complejos una y otra vez, desarrollan habilidades cognitivas superiores que muy probablemente se transfieran a su vida cotidiana.

En el videojuego se toman decisiones constantemente y éste retroalimenta casi al instante, se pueden hacer diversas hipótesis y probarlas rápido. En la escuela, nuestros alumnos sólo tienen el examen ocasional para saber un poco sobre cómo están aprendiendo. Asimismo, al jugar pueden cometer errores y volverlo a intentar las veces que sea necesario; de hecho, aprenden del error, pues éste les ayuda a entender mejor la naturaleza de las actividades que están intentando y los motiva a persistir. En la escuela, cometer un error significa una baja calificación. En un videojuego de entrada se practica y así se va aprendiendo, al revés de la escuela en donde primero se aprende y luego se práctica lo aprendido. En conclusión, y aunque nos sorprenda un poco, los adolescentes prefieren los videojuegos porque ahí piensan profundamente. Sí, los adolescentes, como todos los seres humanos, disfrutan pensar. ¿Se podrá diseñar un videojuego para enseñar cuántos tipos de acentos existen en el idioma español y cómo se usan?

Acerca del autor: Doctor en Educación por la Universidad de Indiana a través de la Beca FullbrightLASPAU, y Maestro en Tecnología Educativa por la Universidad de Boston. Ha sido consultor y productor de material educativo especializado para la capacitación docente y empresarial desde 1978. Ha publicado numerosos escritos académicos respecto al constructivismo en el ambiente educativo, la integración de la tecnología y el aprendizaje dentro de mundos virtuales, entre otros. Ha participado como ponente en múltiples congresos nacionales e internacionales con temas de actualidad como nuevos modelos pedagógicos, la difusión de tecnologías para el aprendizaje en las instituciones educativas y metodologías para construir mundos virtuales con fines educativos. Su interés primordial se centra en el área de la tecnología educativa en donde se ha capacitado como diseñador instruccional y desarrollador de ambientes de aprendizaje presenciales y a distancia. Actualmente es investigador Nivel 1 del Sistema Nacional de Investigación y labora como profesor investigador en la Universidad de las Américas Puebla en el Departamento de Ciencias de la Educación en donde además es coordinador de sus programas de posgrado

Por: Dr. Antonio Santos Moreno

Ex profesor, UDLAP.

Disponible formato PDF

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